Los referentes de la oposición porteña cuentan sus votos y se confían. Si permanecen unidos tendrán los números suficientes para propinarle al PRO una contundente derrota en el recinto, y no una derrota cualquiera: tendrán en sus manos la llave para acceder a los pormenores de la causa judicial que avanza contra el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, a los secretos de la Policía Metropolitana y tal vez a los de toda la gestión.
El golpe de efecto que el PRO pretendía crear mediante el anuncio de la autopromoción del juicio político a su líder está en camino a quedar en la nada. Uno tras otro, los bloques de la oposición local le cerraron la puerta a la iniciativa y mantienen firme la postura de conformar una Comisión Investigadora que ahonde sobre las responsabilidades políticas de la gestión macrista a partir de la causa por las escuchas ilegales. Ambos temas se pondrán sobre la mesa de discusión de la comisión de Asuntos Constitucionales el próximo martes 3 de agosto, con el objetivo de que se voten el jueves 12 de ese mes. Si triunfa la Comisión Investigadora por sobre el juicio político, tal como todo indica hoy, Macri verá clausuradas sus esperanzas de resolver de manera rápida su situación en la Legislatura. Al contrario, comenzará una etapa de desgaste público que, para colmo de males, podría culminar igualmente en un juicio político, pero con un Macri ya ?lijado?. Todo lo contrario a lo que aspiraba el Jefe de Gobierno, que necesitaba la urgente absolución parlamentaria para oponerla, por los medios de comunicación, a los fallos judiciales en su contra, reforzando en la opinión pública que su procesamiento se debe a una maniobra kirchnerista.
Los seguidores del jefe comunal aseguran puertas para afuera que no todo está perdido, que aún no se han planteado los proyectos ni se han definido posiciones. Por el momento, el único que podría votar a favor del juicio político, aunque no del proyecto oficial, es, paradójicamente, Marcelo Parrilli (MST – Nueva Izquierda), representante del sector más alejado del partido de Macri. Tan alejado que ya había presentado su propia propuesta de juicio político, cuyo tratamiento en sesión especial no habilitó el PRO en la jornada en la que también retrasó la conformación de la Investigadora.
Con las cifras adversas ya evidentes, el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, salió a apurar a los otros legisladores que votaron con Parrilli en aquella ocasión. El funcionario no aclaró que esos votos estaban dirigidos a habilitar el tratamiento de la propuesta en el recinto y no a avalar el proyecto en sí. Ese argumento esgrimió Martín Hourest, integrante único del bloque Igualdad Social y aliado de Proyecto Sur, quien comentó a Noticias Urbanas que con ese voto se pretendió ?dar a un diputado la posibilidad de plantear un debate?.
Representantes de todos los bloques dieron versiones parecidas y coincidieron en denunciar que la iniciativa del macrismo era una maniobra política que se sostenía en la imposibilidad de la oposición de hacer avanzar el juicio político sólo con sus fuerzas. Las versiones difundidas por algunos sectores del PRO de que ciertos diputados serían permeables a una negociación tampoco ayudaron a calmar los ánimos y terminaron precipitando las manifestaciones de los diversos bloques en función de la Comisión Investigadora. Ni siquiera la bancada de Daniel Amoroso, identificado con Francisco de Narváez, le dio su apoyo (ver recuadro).
De victoria a derrota
Las 24 horas que siguieron a la sesión especial del martes 20 de julio fueron cruciales para el futuro político del Jefe de Gobierno porteño. El PRO debía definir la estrategia a tomar tras la ratificación del procesamiento judicial y de la avanzada opositora. Así se desató un debate donde se cruzaron las voces y opiniones de sus integrantes, con el caos propio de una fuerza en la que convergen muchos espacios políticos. Estaban los que querían que Macri se presente espontáneamente en la Legislatura, los que querían dejar que prospere la Comisión Investigadora opositora (con los cambios necesarios para asegurar una mayor participación del bloque oficialista) y los que consideraban que la mejor opción era someter al Jefe de Gobierno a un juicio político autoconvocado.
Horas después Macri anunciaba en conferencia de prensa la elección de la tercera opción. En Bolívar 1 se festejó la estrategia política con gran algarabía. ?Por fin hicimos una maniobra del tipo kirchnerista?, declaraban algunos de los victoriosos. Los más concientes de lo que un juicio político implica para un jefe de Estado, por lo bajo, se tiraban de los pelos sabiendo que la jugada era ?jodida? y que ?en el juicio político empieza la etapa de las miserias humanas?. Un de los hombres que siempre aparece para aportar su consejo en las decisiones difíciles criticaba la ?soberbia? con la que el grupo favorable al juicio político defendió su posición, y argumentaba que la política ?no se hace sólo con las encuestas?. Sin esconder su descontento, el hombre arremetió una vez más y, en estricto off the record, agregó que ?los que se creen la nueva política son los que llevaron a Macri a esta crisis institucional?. El futuro del juicio político es negro, y una estrategia que se festejó la semana pasada se está transformando en una encrucijada legislativa que podría poner al Jefe de Gobierno en la cuerda floja.
Con la confirmación opositora de que no habrá juicio político, hoy muchos de los que festejaban la maniobra respiran aliviados por haber salido del apuro. Algunos porque calcularon que el ajustado número de votos con los que contaba el PRO para salvar a Macri era un riesgo demasiado alto, otros porque, tal vez, comprendieron que exponer al Jefe de Gobierno al enorme desgaste del que lo habría hecho blanco la oposición habría dado saldo negativo aunque el ingeniero saliera airoso de la contienda. Tras la pausa que dio la corajeada, el esfuerzo volverá a centrarse en la necesidad de limitar a la Comisión Investigadora, aunque esta vez se deberá enfrentar a una oposición que viene envalentonada por el protagonismo que le cedió el propio Jefe de Gobierno y que sabe que manteniéndose unida impondrá su voluntad.
Frente opositor
La tradición popular le atribuye el dicho ?divide y reinarás? al romano Julio César, quien en su latín original (divide et vinces) hablaba de fracturar a las fuerzas enemigas para obtener la victoria militar, pero más aún de dividir a los oponentes políticos para mantener su imperio sobre ellos. Resulta natural que ante un enemigo más numeroso, el camino hacia la victoria pase por dividir los objetivos de esas fuerzas, crear diferencias entre sus generales y superarlos de forma particular en vez de enfrentarlos todos juntos y al mismo tiempo.
La oposición se sentará a discutir la Comisión Investigadora en un frente aparentemente unido, pero recorrido por divisiones que a la hora de los votos pueden resultar decisivas si el PRO las explota. La fisura más importante es la que marca la existencia de dos proyectos que proponen la creación de la Investigadora. El primero es el de Diego Kravetz, titular del Bloque Peronista. El otro es el que impulsa Proyecto Sur, en conjunto con el ibarrismo y Hourest, que firmó la mayoría de los bloques opositores. La discusión entre los opositores no se centra en la composición de la Comisión, ya que la Constitución de la Ciudad prevé que todos los sectores políticos estén representados. Tanto desde Proyecto Sur como desde el peronismo se muestran flexibles sobre este punto e incluso estarían dispuestos a incorporar a un par de diputados macristas más ya que, igualmente, el PRO llevaría las de perder.
El verdadero problema aparece al preguntar qué alcance le quiere dar cada proyecto a la Comisión. Kravetz planteó originariamente que se investigue lo referido a la causa y, a lo sumo, se amplíe lo observado al funcionamiento de la Policía Metropolitana. Desde Proyecto Sur, el vicepresidente segundo de la Legislatura, Julio Raffo, reconoció que apunta a una Comisión ?levemente diferente?. En primer lugar, que el primer artículo incluya el análisis del expediente como condición necesaria. Además, ampliar la investigación a ?todos los hechos conexos con el espionaje?. Hourest, principal firmante del segundo proyecto, agregó que el objeto investigado debe ser ?el proceso general de toma de decisiones?, y agregó que ?el análisis de los procesos lleva después a las particularidades?. El diputado hizo también énfasis en la necesidad de evitar la ?guerra de números?.
Desde la otra parte advierten que si hay algo que atenta contra el acuerdo sobre la Investigadora son las posiciones ?maximalistas o ridículas?. En principio hay voluntades comunes, el acuerdo final es otro tema.
El distanciamiento colorado
?Para llegar a una meta, la política está obligada a mudar constantemente, tal cual cambia el marino el ángulo de su velamen según el cuadrante de donde sopla el viento.? La frase que supo exponer Raúl Scalabrini Ortiz en uno de sus relatos encaja justo para comenzar a entender qué es lo que sucede en la relación del macrismo y el denarvaísmo en el parlamento de la Ciudad. El cambio brusco de dirección que realizó el oficialismo porteño, cuando de un día para el otro decidió girar el timón 180 grados (tras votar en contra del juicio político en la sesión especial del martes 20 de julio, el mismo Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, pidió a sus legisladores, al día siguiente, que lo sometan a un juicio político en su contra) fue el desencadenante de las interferencias entre el bloque PRO y el de Unión Federal, que integran los ex PRO Daniel Amoroso y Mónica Lubertino, actuales seguidores de las políticas del diputado nacional Francisco de Narváez.
El macrismo quiere achicar los tiempos para que la figura de Mauricio Macri no se desdibuje de cara a las elecciones presidenciales de 2011 y por eso cambió de un día para el otro la estrategia legislativa. Si bien no todos los diputados apoyaron esta decisión, desde el PRO tienen fe de que con una rápida resolución del juicio político a su favor, el tema de la causa de las escuchas ilegales, por la cual Macri está procesado, se aleje más rápidamente de los medios de comunicación. No sucedería lo mismo si prosperase una comisión investigadora en el parlamento porteño, ya que Macri estaría más expuesto y por más tiempo.
Pero el proyecto de autojuicio político no tiene futuro y el PRO se encuentra en una situación con final incierto. Los macristas pensaron que conseguirían los 31 votos que necesitaban con el apoyo de algunos legisladores que en otras instancias dieron el brazo a torcer. Pero en este caso se equivocaron y no llegan a sumar aliados. Un caso emblemático de esta situación es el de los legisladores denarvaístas Daniel Amoroso y Mónica Lubertino. Ambos decidieron alejarse hace unos meses del bloque PRO para formar el de Unión Federal. Desde entonces trabajaron con los macristas como un interbloque y desde el PRO contaban con sus votos, pero no es así.
El legislador Daniel Amoroso votó, al igual que el PRO y su compañera de banca Lubertino, en contra del juicio político en la sesión especial para no ?exacerbar la crisis institucional?. Tras el cambio de dirección que implementó el oficialismo, Amoroso confirmó que ellos, en cambio, mantienen ?la coherencia? y que por eso no cambiarán ?su postura?.
Todo el Gobierno porteño se sorprendió ante la postura sus ex aliados. El jefe comunal definió la situación como ?un cortocircuito? y se esperanzó en que ?se mejorará?. Pero lejos del deseo de Macri, Amoroso confirmó la postura de su bloque y denunció ?presiones? del Ejecutivo al Poder Legislativo. El presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales de la Legislatura, Martín Ocampo (PRO) declaró que todavía están en conversaciones con el bloque denarvaísta para ?convencerlos de que el juicio político es el mejor camino para esclarecer esta situación?.