Jorge Telerman está solo y espera. Cambió de amigos y sus nuevas compañías sólo lo llaman de vez en cuando: él espera al lado del teléfono cada convocatoria, como si fuese la última. Que no sea la última depende nada más del ex presidente Eduardo Duhalde, quien con la sola amenaza de que volverá al ruedo el 10 de diciembre le ha subido el precio a sus amigos, o sus ex amigos. Es que en la Casa Rosada no quieren dejar a duhaldistas sueltos para que el gobernador los tiente: el único al que consideran irrecuperable es al cordobés José Manuel de la Sota.
Los hombres del ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y del secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación, Carlos Zannini, ya no hacen alardes de su vínculo con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Más bien niegan toda relación: “No hablamos más desde que prorrogó todas las concesiones”, disparan desde un sector. “Perdió y encima, se manejó muy mal, igual ya tiene otros amigos”, señalan desde el otro edificio plagado de pingüinos, con la certeza de haber jugado y perdido.
El nuevo amigo al que hacen referencia los patagónicos es Alberto Fernández. Sin embargo, desde que se reunieron el Día del Perdón, Jorge y Alberto no cultivaron más su relación: es más, en la inauguración de un monumento que recuerda a las víctimas del terrorismo de estado en el Parque de la Memoria, situado en la Costanera Norte, el jefe de Gabinete de la Nación no apareció.
Quien sí estuvo fue Juan Pablo Schiavi, hombre de confianza de Telerman, nexo con los devidistas y ministro de Obras Públicas de la Ciudad. Juampi también tiene muchos vínculos en el albertismo: entre que se fue del macrismo y se acercó al telermanismo tuvo una fugaz militancia con algunos sectores de Partido Justicialista que responden a Alberto Fernández. Y ahora que se va a reimpulsar el peronismo porteño, algunos ven su mano detrás de la decisión de sectores telermanistas de jugar en la interna. Aún no saben con quién y de qué forma, pero ahí estarán para no perder lo acumulado.
EL DESTINO DE T
Cuando le hablan del destino, cambia de conversación. Jorge Telerman no sabe qué va a hacer a partir del 10 de diciembre, más allá del camino lógico de un ex jefe de Gobierno porteño que se autodenomine como amante de la Ciudad y comprometido con su futuro: Ciudad Futura se llamará la fundación con que promete permanecer en la política porteña, hacer lindos planes estratégicos y tomar cafés, muchos.
De cargos se definió poco y nada. En su entorno deslizan que podría ser el próximo secretario de Cultura de la Nación, en reemplazo de José Nun, quien ya se cansó de fundar bares en los museos históricos y se quiere ir a descansar. Jorge, que sabe de bares, pasaría así de manejar un presupuesto de 10.000 millones de pesos a uno de 200 millones de pesos.
No estaría mal, si no fuera porque tiene un camino complicado para llegar a ese sillón: ya se anotaron el diputado nacional Jorge Coscia y Jorge Alemán, agregado cultural de la Embajada Argentina en Madrid, ladero de Carlos Bettini, el nuevo hombre fuerte del kirchnerismo. La diputada nacional y sobrina nieta de Eva Perón, Cristina Álvarez Rodríguez, también se candidateaba para ese cargo, pero ya definieron que le van a dar un cargo importante en el gabinete de Daniel Scioli.
Sus ministros ya miran otros horizontes: Roy Cortina asumirá como diputado nacional, Enrique Rodríguez apuesta a quedarse, al menos hasta julio, en la Corporación del Sur (sillón que ejerce ad honorem junto con el ministerio), Diego Gorgal también podría ser rescatado por el sciolismo, aunque tiene muy buena relación con los hombres de la Fundación Sophia, Juan Pablo Schiavi es rescatado por todos como un hombre con códigos (inluso por los devidistas que no quieren ver más a T), Alberto De Micheli volvería al Hospital Tornú, Raúl Fernández asumirá como legislador al igual que Gabriela Cerruti. El futuro de Silvia Fajre depende de la relación del kirchnerismo con el multimedios Clarín.
Lo cierto es que Alberto Fernández dio una orden clara a su tropa porteña, al menos a los sectores que comenzaban a armar alrededor de la centroizquierda: el eje será el Partido Justicialista, alrededor de eso todo, por fuera nada. Fernando Melillo, ex presidente de ARI, no sabe cómo hará para volver al partido que lo vio nacer.