"Todo concluye al fin", cantaba Ricardo Soulé allá por los fines del año 70, desde la emblemática banda Vox Dei de nuestro rock nacional, ese que tanto le gusta a Alberto Fernández. Ahora, que la banda vuelve a tocar, se supone que Alberto tendrá tiempo para recordar viejos tiempos y refrescar el tema Presente, hoy con renovada actualidad.
El tablero político del sistema K local se desarmó con la huida del Tío Alberto y más allá de que retenga formalmente la presidencia del PJ de la Capital, su poder de fuego es casi nulo, no existe. La última fue una semana de intensas reuniones, que empezó con la que el ex Presidente Kirchner tuvo en Olivos con Víctor Santa María y Juan Pablo Schiavi. Antes habían pasado Daniel Filmus, Carlos Heller y Juan Cabandié. Los almuerzos y las cenas de esta semana le agregaron picante al tema, se vio a un muy activo Ginés González García -comprometido a venir de Chile durante la campaña-, y a Claudio Heredia, en una suerte de apoyo estratégico de Carlos Zannini al jefe santacruceño en su cruzada porteña. Jorge Telerman, autodefinido como el primer admirador de Obama en USA, retomará el ritmo a su regreso, tras el festejo por el triunfo del demócrata. Cambia todo, lo del negro abre otro mundo, le confió el Pelado desde el país del Norte a un amigo.
El reto del ex Presidente Kirchner hacia Diego Kravetz y al resto del bloque sonó fuerte. La acusación central: "son demasiado blandos con el macrismo, casi no le hacen oposición".
Kravetz, jefe de bloque, se preguntaba, golpeado, acerca de la exactitud de las palabras de Néstor. "Seguramente voy a hablar con él para enterarme de primera mano y aclarar el tema". No es ajeno para este dirigente que el portazo que dio Alberto Fernández a la administración Kirchner, será un problema casi insoluble, tanto para su ex jefe como para él. Es más, reconoce que "el palo viene más por el tema de Alberto que por otra cosa". Cuentan en su entorno que desde el poder se quiso aislar al jefe de Gabinete tentándolo con otros aires, pero su negativa a atender los teléfonos aumentó la furia en Olivos. También recuerdan que Gabriela Cerruti, una de las sindicadas por la maniobra en un medio colega, votó desde diciembre a la fecha siempre con el bloque K, salvo un par de veces que lo hizo con Aníbal Ibarra, el "límite" de Kirchner para cualquier alianza electoral.
Ante este medio, Juan Manuel Olmos relativizó las críticas de Kirchner hacia el bloque -que fueron escuchadas en vivo por su socio político, Víctor Santa María-: "Desde que se abolió el servicio militar obligatorio, cada uno vota lo que quiere", metaforizó quien hoy mantiene cohesionado el bloque K. "Es un esfuerzo importante tener un bloque mayoritario que condiciona en todos los temas al gobierno de Macri a pesar de la desventaja numérica. Pero recordemos que la mayoría del bloque siempre junta. Está claro, en los monobloques se entienden más fácil y también es más fácil ganar las discusiones internas", sostuvo, mandando un tiro por elevación a los librepensadores.
Pero de lleno en el tema Alberto, Olmos consideró que "las autocríticas, en política, son una señal de sabiduría. Cada uno sabe cuándo tiene que realizarlas y hacerse cargo de sus consecuencias", al tiempo que definió a Telerman como "el mejor candidato para al etapa que viene".
El otro visitante de la Rosada es un hombre que ha pasado por muchos espacios políticos desde el de Carlos Grosso hasta el de Julio De Vido con quien se encarga -entre otras cosas- de poner en marcha el país ferroviario. "Hay que enmendar la deuda que tenemos con la Ciudad, ésta sólo se podrá realizar en un país que se realiza en un todo y la realidad es que para el Gobierno es una materia pendiente", aseguró Schiavi a Noticias Urbanas.
"Fue bueno el llamado del Presidente (estuvo junto a Santa María), y creo que nos llamó porque somos armadores de equipos, que es lo que necesita la Capital. Víctor lleva muchos años poniendo el cuerpo y yo creo que puedo aportar la experiencia de mechar política y gestión durante tres décadas. Hay que armar un proyecto donde quepan todos aquellos que tengan ideas atractivas para los porteños, las individualidades son la consecuencia de la sustancia y creo que eso se invirtió con los resultados que están a la vista. Mirando la gestión de Macri, cualquiera podría decir que nosotros no fuimos tan malos", agregó el ex ministro de Obras Públicas de Telerman.
Otro peso pesado de la Capital es el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, quien afirmó a este semanario que "el problema no es Alberto, el problema ahora es de todos, nos hemos quedado sin conducción y hasta tanto se acomoden las estructuras en lo formal, entiendo que habría que formar algo así como un mesa ejecutiva que se encargue rápidamente de poner en marcha un proyecto que aporte desde la Capital a la campaña electoral que se avecina".
Oliveri tiene un particular aprecio por el Partido Justicialista, pero entiende que debe haber un esquema lo más amplio posible para salir de la crisis. "En el PJ hay que apostar a la formación de cuadros y a liderar un proceso inclusivo, no ultraverticalista y radial como hasta ahora. Tenemos que volver a reordenarnos con dirigentes representativos, llenar de contenido al partido y tener una actitud humilde y laboriosa. Ésa es la manera de salir".
De buena relación con Santa María, Oliveri entiende -como todos- que el liderazgo de Alberto no existe más y que hay que moverse más rápido en la política que en los recambios.
Un viejo conocido de Alberto Fernández es Claudio Heredia, quien además de oficiar como su jefe de gabinete durante mucho tiempo, atendió las "ochocientas cosas que había que hacer por día en ese lugar". "Yo le agradezco a Alberto el lugar que me dio en la política, pero sólo él sabe por qué renunció. Sigo estando del lado del ex Presidente, él se bajó del proyecto", afirma quien hoy reviste como coronel del "Chino" Zannini.
Heredia no entiende los consensos que intentó Alberto. "Estaban equivocados, sin proyecto, eran sólo individualidades, a veces buenas, como Mercedes Marcó del Pont y otras incomprensibles, como Claudio Morgado. Desde lo metodológico se olvidó que era el presidente de una fuerza política (el PJ) y con ello lo que significa la formación, la atención y la contención de los compañeros", sostuvo en su crítica.
"Lo bueno -sigue- es que nosotros (los seguidores de Zannini), no tenemos ambición de candidatos expectables, no porque no los tengamos sino porque lo único que nos interesa en Capital es contribuir al armado de un soporte nacional para nuestro Gobierno. Acá ninguno tiene que renovar nada, nos da lo mismo".
Cuando se refiere a Alberto asume con naturalidad una contradicción: "Fue un excelente jefe de Gabinete pero no supo, no quiso o no pudo conducir el distrito que, como vidriera, es el más importante de la Argentina. No consiguió la adhesión de los porteños al proyecto que adoptó el país entero".
Más duro fue con el eterno aliado de Alberto, Aníbal Ibarra. "Ese personaje nunca entendió mucho acerca de la representación política, y tampoco pudo plasmar la alianza que lo llevó a repetir el mandato en 2003. Recuerdo con tristeza cuando, tras Cromañón, se reunió primero con las cámaras de los boliches en lugar de reunirse con las víctimas. Su salida del gobierno es un pésimo antecedente para la política, pero la verdad es que de ninguna manera hubo un golpe institucional, hubo desprecio por la política que además cumplió con todos los pasos y plazos constitucionales", finalizó Heredia.
La historia que empieza cruje tras la crisis desatada por el ex jefe distrital, el Tío Alberto. Su salida del gobierno fue demasiado para una Ciudad que lo esperaba con un talonario lleno de facturas. Los acreedores se mueven, están inquietos, arman, se reúnen con el Presidente. La única realidad es que el territorio que antes estaba alambrado por y para Alberto, hoy volvió a sus súbditos porteños pero con la apoyatura de sus archienemigos, Zannini y De Vido. Todo cambia.
(PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 161, DEL 06/11/08).