Estado de excepción

Estado de excepción

El italiano Giorgio Agamben definió al estado de excepción como un momento de suspensión en la función de control de los estados modernos, cuando sobrepasados por las circunstancias, borran el límite entre vida y funciones psicomotrices.


"Nos parece que lo real, como nosotros lo entendemos, está muy lejos de ser siempre sinónimo de realidad externa, puesto que para la distinta Weltenschauung individual existe en el hombre un modo distinto de vivirla y de padecerla, de modo que para comprenderlo, es necesario ante todo acercarse a su humanidad". Franco Basaglia

Acaso sea el origen común, italiano uno, Franco Basaglia; hijo de italianos el otro, Mauricio Macri, lo que convirtió a términos como deshospitalizar, desinstitucionalizar, desmanicomializar en latiguillos que la administración PRO y su principal cancerbero, Horacio Rodríguez Larreta, empiezan a utilizar para describir una política que cruza el idiolecto de la sociología global y el de la antipsiquiatría, con el objeto de poner en práctica las supuestas innovaciones edilicias que se verían, si la suerte ayuda, antes de finalizar el año -aunque más no sea a la manera de una rifa o un concurso de piñatas-, que de entrada servirá para tapar, bajo la coartada de un traslado de la sede del gobierno al predio donde se levantan los hospitales Borda y Moyano, la ausencia de una política urbana, pensada por arquitectos, tanto como de una política sanitaria (la especialidad de Basaglia, precisamente), y extendiéndonos, a las necesidades de caja de un gobierno que hasta la fecha no pudo cumplir con la mayor parte de sus promesas de campaña, desde el emblemático control de la inseguridad a la obra pública comprometida con los votantes, vecinas y vecinos que no perciben más que cortes de calles, embotellamientos y más cortes de calles.

Se podrían conjeturar dos hipótesis, que no son excluyentes: la primera dice que el PRO se transformó en opción de poder porque sus adversarios habían cumplido un ciclo, y que con una retórica especulativa se podía ganar la voluntad de los electores, pero también que la todavía inexistente obra pública y la nueva política que representaría el empresario Mauricio Macri, si bien se apoyaba en los deseos de mejorar y recuperar el espacio público, etcétera, etcétera, además iba a resultar un trago de digestión rápida como para avanzar y conquistar, desde la Ciudad, otros núcleos duros del poder, provincial primero, y en un tinglado que ahora aparece un poco desvencijado, nacional después.

El gobierno de CFK pone palos en la rueda, dice el PRO. Esos palos, sumados al crack financiero internacional, complican la estrategia de acumulación de la derecha vernácula. Es cierto que el gobierno nacional pone palos, pero en la misma medida que las fuerzas que se aglutinan contra el kirchnerismo (alrededor del PRO o no), están peleando poder, al contrario de los que imaginaron que extender un certificado de defunción por adelantado era darle al gobierno nacional, después de la refriega con el campo, un tiro de gracia.

Pero volvamos sobre el proyecto de deslocalización de las instancias de la administración porteña a una sede que se instalará, así consta en el Boletín Oficial, en el predio que ocupan los hospitales Borda, Moyano, Tobar García y Rawson y alrededores. El proyecto vinculado al concurso de ideas Centro Cívico Siglo XXI, incluye una preselección de ofertas (las ideas) para la infraestructura arquitectónica que por ahora sólo autoriza a poner en marcha las obras de siete de los trece centros ambulatorios que cubrirían los casos menos graves de los internados (un 30% estaría en condiciones de recibir atención ambulatoria; un 50% oscila entre esa posibilidad y diversas variantes de psicosis, algunas severas, que por inercia manicomial y psiquiatrización en el tratamiento, terminan cronificándose; el 20% restante es el grupo de los inimputables). Los centros ambulatorios sólo solucionarían el 30% de los casos, si la atención es correcta; el destino del otro 70%, hasta el momento, es un enigma. El proyecto también incluye hospitales de día, que no están contemplados en el concurso (los detalles del mismo pueden consultarse en http://www.socearq.org/parquecivico/bases).

En el Boletín Oficial puede leerse que es el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por medio del Ministerio de Desarrollo Urbano y la Subsecretaría de Proyectos de Urbanismo Arquitectura e Infraestructura y la Dirección General  Proyectos Urbanísticos y de Arquitectura, el que establece el pliego abierto a licitación (licitación pública número 25) de los centros ambulatorios, destacando ?el llamado a licitación de proyecto y precio para la construcción de nuevos recursos físicos para la atención de salud mental?. Los centros de internación ambulatorios ya tienen asignada dirección: Galván al 4100; Elpidio González al 4200; Lope de Vega al 900; Olivera al 500; Alcorta y Federico de la Cruz; Vélez Sarsfield al 400; y Dellepiane y Benito Correa. Pero los problemas también empezaron: varios de los espacios elegidos son espacios verdes, donde la normativa urbana local prohíbe cualquier construcción.

La diputada kirchnerista Alicia Bello, miembro de la Comisión de Salud, no tuvo reparos en decir que ?la descentralización administrativa del PRO es un negocio inmobiliario y otro de caja. Hay que saber que los terrenos, alrededor de los casi 38 kilómetros cuadrados que ocupa el predio, bajaron primero los precios cuando se azuzó a los medios de derecha que dijeran que la villa cercana a la zona era como una favela. Bajaron los precios, se erradicó el paco y los terrenos enseguida tuvieron compradores. ¿Quiénes son los dueños? Buena pregunta. El otro negocio es el de la cobertura médica de los internos. Pretenden saber ya quiénes tienen prepagas, quiénes obra social y quiénes Pami. Ese negocio representa un 30% de dinero en caja. El que maneja ese tema es un señor llamado Eduardo Munin?, dijo a este medio.

El ministro de Salud, Jorge Lemus, la versión taquigráfica lo delata, sostuvo la semana pasada en la Comisión de Salud que ?el Borda y el Moyano no se demolerán? y se ganó otra invitación para la próxima semana, cuando deberá contar todo sobre la política sanitaria del PRO, porque lo que nadie se explica es qué será de la vida de los 2.300 internos repartidos en esos hospitales, la mayoría de los cuales, además de estar enfermos, no tienen familia ni trabajo. Tal vez los viejos edificios no caigan, y entren en la onda señalética, esa ciencia infusa que estudia el siempre curioso jefe de Gabinete, Rodríguez Larreta, a quienes algunos apodan el Guasón. ¿Qué cosa es la señalética? Buena pregunta, pero para otro momento.

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