Marchando con el enemigo

Marchando con el enemigo

"Los porteños que fuimos rehenes (quizás no deseados) de dos gobiernos que no se supieron entender en los grandes temas, esos que se abordan en épocas de crecimiento como las vividas, esperamos que este primer paso en común al que se convoca sea el principio de una marcha que honre las políticas de Estado".


La posibilidad de un cambio en la relación entre el Gobierno de la Nación y el de la Ciudad ha sumado un nuevo capítulo este miércoles con el anuncio que han hecho los dos ministros más fuertes del gabinete nacional, Amado Boudou y Julio de Vido, acerca del traspaso de los subterráneos y del Premetro a la órbita del Gobierno de la Ciudad. Si bien este constituye un viejo anhelo del oficialismo porteño, habrá que estudiar muy bien los próximos pasos, ya que los funcionarios locales recién se desayunaron de la noticia al mismo tiempo que cualquier mortal. No hubo comunicación previa, sino una “invitación” por los medios a discutir las condiciones en que se podría dar ese traslado.

Durante 2010, el Gobierno nacional aportó al funcionamiento del servicio público de subtes, que opera la empresa Metrovías, del Grupo Roggio, una suma superior a los 700 millones de pesos. Si la operatividad (y la rentabilidad) de la empresa depende de ese dinero, es difícil discernir cuál será el acuerdo al que podrían arribar Nación y Ciudad luego de las conversaciones. Es sabido que el gobierno de Cristina Kirchner estudia reducir los gastos de los subsidios aunque todavía no se haya tomado la decisión política de cómo llevarlo a cabo. Si bien en la misma conferencia de prensa, los ministros de Economía y de Planificación anunciaron el fin de los subsidios en los servicios públicos para empresas financieras, mineras, de extracción de hidrocarburos, de juegos de azar, aeropuertos y puertos navales, con el consecuente ahorro de 600 millones de pesos, no queda claro quién se hará cargo del subsidio de los subtes para el caso de que este mandato constitucional de autonomía se complete.

Es más, hasta parecería jocoso pensar en que un jefe de Gobierno de apellido Macri subsidie a un Roggio, algo que sonaría bastante extraño en el mundo de los negocios. Pero Macri fue muy claro apenas conoció la noticia, y a su algarabía por la novedad, publicó en Twitter las palabras “con sus recursos”, dando una clara muestra de con qué actitud acudirán a la cita. Pero de todos modos, más allá de quién cargue con el sambenito de los recursos, no deja de ser una buena señal en términos de decisiones importantes que requerían de estos movimientos. Porque siempre estuvo claro que los dos gobiernos –con sus profundas diferencias– se benefician tirando juntos en los temas estratégicos y sensibles para la población, en definitiva, la más beneficiada. Pero además, si hay algo que no diferencia tanto a unos de otros es la pasión por encarar obras, y los grupos económicos que se mueven alrededor de ambos empujan a las respectivas dirigencias para que los acuerdos se concreten.

En ese marco es que están planteadas las soluciones viales y de transporte (soterramiento incluido), la autopista ribereña, el saneamiento del Riachuelo, la Ceamse y el tratamiento de todos los residuos, el juego, su reparto y sus impuestos, la coordinación de la política de seguridad, que podría incluir también el tema de los traspasos que se acuerden y con qué recursos. Estos son algunos de los temas que se deberían abrir a la discusión a partir de la decisión anunciada por De Vido y Boudou, algo inédito hasta el momento. Ambos lados deberán entender que las mesas de negociación son exactamente para ello y no para lograr el cien por ciento de lo pretendido. Del mismo modo, quien debe recoger el guante, en este caso el macrismo, no solo debe apoyar este gesto que va en la dirección correcta sino entender que el Gobierno nacional obviamente no cambiará todas sus posturas anteriores a raíz de este anuncio. No pueden ir por todo. Ya hay demasiados puntos oscuros en el pasado y en el presente, como llamas aún no apagadas, para echarle nafta al fuego. Es la hora de racionalizar las movidas, de aprovechar que el otro se acerca y que la sinergia que puede dar a luz este hecho entre en una espiral de acuerdos que no requieran de tanta empatía política, sino de deseos de progreso a partir del sentido común.

Los porteños que fuimos rehenes (quizás no deseados) de dos gobiernos que no se supieron entender en los grandes temas, esos que se abordan en épocas de crecimiento como las vividas, esperamos que este primer paso en común al que se convoca sea el principio de una marcha que honre las políticas de Estado. Y que pueda apuntalar el desarrollo sustentable de una sociedad que está lo suficientemente madura para esto. No en vano los votó masivamente a los dos.

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