El problema de Mauricio es el PRO

El problema de Mauricio es el PRO

Por Fernando Riva Zuchelli (publicado en el último semanario de NOTICIAS URBANAS).


Que Macri no es un virtuoso de la palabra no es novedad. Se notó el 1 de marzo. Su formación empresaria lo convirtió en un hombre más comprometido con los hechos, aunque lamentablemente también ahí la idea de gobernar en la Ciudad quizás no sea la que pensó al iniciar su carrera política.

Uno de los problemas con los que sigue lidiando el ingeniero es la poca capacidad de sus dirigentes para llevar adelante una gestión a la que se puede tildar de desprolija e ineficiente, más por la torpeza de los funcionarios que por la concepción política. Podría decirse que la Fundación Madre del Borrego y todas las más pequeñas que Macri usó de laboratorio para preparar a sus cuadros sucumbieron ante una realidad porteña que atosiga, cuenta con todas las cámaras de TV y hace que la política se desarrolle siempre como en una olla de alta presión entre el oficialismo y “las oposiciones”, cada una con su reclamo en las puertas de la vieja Intendencia.

Y allí se acaba el verso de la nueva dirigencia, porque es la vieja política la que con sus cuadros mantiene a flote a esa marejada de funcionarios, repletos de másteres, que no logran anticipar casi nunca las problemáticas, pagando costos políticos altísimos por la miopía imperante. Aunque si algo se puede rescatar del gobierno porteño es que Macri es el primero en reconocer los errores. Y luego vienen los hechos, que verifican el cambio en las decisiones, y quizás eso fue de lo más rescatable de su discurso inaugural del período ordinario de sesiones en la Legislatura. También la idea de consenso, de no confrontar.

Y hay otros dos hechos que atenúan lo faltante en la gestión PRO: el importante grado de desinversión en que se hallaban la educación y la salud (cuestión que aún persiste) y la negación del Gobierno nacional de cooperar con la Ciudad, en el traspaso de la fuerza de seguridad y en otorgarle al distrito los avales para que pueda tomar deuda de cara a las grandes obras en marcha y para encarar las proyectadas. Sin embargo, la tozudez de Macri hizo que llegara a buen puerto la Policía Metropolitana, y la posibilidad de un crédito de 390 millones timoneado por el banco Credit Suisse parece muy cercana. No es casual que Guillermo Montenegro y Néstor Grindetti se encuentren por detrás de dichas maniobras, quizás las dos excepciones de una gestión con poco brillo en sus primeros dos años.

El gobierno que se jacta de promover funcionarios de afuera de la política debió recurrir, al momento del recambio, a Diego Santilli y Esteban Bullrich, dos políticos de raza, sobre todo el primero, un verdadero pura sangre. La oposición se corre a veces hacia posiciones ridículas (sobre todo los que ya fracasaron en la Ciudad), intentando alejarse de la “derecha salvaje”.

Por suerte, del otro lado del río, el flamante presidente uruguayo acaba de dar una lección de realismo político a la dirigencia de la región: faltaba alguien con autoridad moral que dijera las cosas por su nombre. Y José “el Pepe” Mujica puso los puntos claros en las prioridades para el desarrollo de nuestros empobrecidos países, marcando la diferencia con los políticos que aún “arreglan el mundo” en el café. Falta mucho por hacer, se necesitan con urgencia inversiones y honestidad, menos palabras y más ideas, más compromiso y consenso. Que empiecen los buenos a dar el ejemplo. A los malos los echará la gente.

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