Todo es tensión en el Gobierno porteño. Al momento de escribir estas líneas, Mauricio Macri volvía de España y se disponía a dar una conferencia de prensa sobre el escándalo de espionaje en la Ciudad de Buenos Aires. Horas atrás, la oposición sumaba masa crítica y reclamaba que diera explicaciones. Pero también exigía interpelar al ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, y al jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. La causa por escuchas ilegales desatada con el affaire Ciro James sigue en escalada, con la detención e indagatoria del ex jefe de la Policía Metropolitana, Jorge “el Fino” Palacios. Y promete más. El juez Norberto Oyarbide, a quien algunos sitúan cercano a la Policía Federal, tiene en la mira a Montenegro y al ministro de Educación, Mariano Narodowski. Al primero, por ser el responsable político de la Policía Metropolitana. Y por ende, del Fino Palacios y del subjefe Osvaldo Chamorro, recientemente echado de la fuerza por estar implicado en el espionaje a dirigentes de la oposición e incluso al jefe de Gabinete de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. Al segundo, porque en su área se desempeñaba el espía Ciro James. Según dejaron trascender desde las filas PRO, Macri podría hacer algunos cambios de gabinete pero quiere “bancar” a Montenegro. La Policía Metropolitana es su jugada clave y sabe que no puede perder allí. La oposición también lo sabe y parece dispuesta a escarbar hasta obtener la mayor cantidad de pus posible. La cuestión es hasta dónde estará obligado a entregar Macri, cuándo será el momento oportuno de hacer cambios y si le dejarán un instante de respiro para que cualquier movida que haga no sea leída como un acto de debilidad. Los próximos días serán cruciales para su futuro.
Entre los que se mencionan como posibles recambios, están los ministros Narodowski, Juan Pablo Piccardo (Espacio Público) y, en una opción más lejana, Jorge Lemus (Salud). Todos siempre en el registro de los trascendidos.
El debilitamiento de Narodowski socava el poder que en el Gobierno porteño le queda a la ex vicejefa Gabriela Michetti, ya que éste es un hombre de su confianza. A su favor juega que el PRO aún no tiene con quién reemplazarlo y que Esteban Bullrich –un nombre barajado– sólo convence a los larretistas. Michetti tampoco pudo ubicar a Martín Borrelli al tope de la Legislatura porteña. Su apuesta pasa ahora por lograr para el diputado la vicepresidencia segunda de ese cuerpo, lugar por el que además compite el macrista Bruno Screnci Silva y que también es reclamado por Proyecto Sur.
Todo lo que vaya en contra de la Policía Metropolitana es bienvenido –y mucho fogoneado– por la Policía Federal, que no está dispuesta a compartir su territorio. Oposición y Policía Federal componen una pareja por conveniencia dispuesta a llevarse por delante a un Macri que tropieza una y otra vez con la inexperiencia de sus cuadros políticos y con la tozudez con la que encaró algunas de sus decisiones más sensibles, como el polémico nombramiento del Fino Palacios. Y si el brazo judicial, tercer factor en este juego, llega finalmente hasta Macri, la historia tomará una dimensión inusitada.
Un avezado político macrista, con amplios contactos con el poder, le dijo una vez a este medio que cuando se abre una puerta, después no se puede cerrar. Con el juicio político de Cromañón, la corporación política rompió códigos que hasta ese momento parecían inviolables. No es para sacar conclusiones apresuradas. De ninguna manera es lo mismo una tragedia con 194 muertos que un caso de espionaje que genera dudas por varios lados. Pero se encendió una luz de alerta en el Gobierno porteño. La preocupación es realmente grande.
(NOTA DE OPINIÓN ORIGINALMENTE PUBLICADA EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 215, DEL 19/11/09)