Algunos funcionarios cuya extraña virtud suele ser el cinismo, se quejan amargamente ante la prensa, cuando los grabadores están prolijamente en PAUSE, sobre el auge mediático que suele acompañar a los hechos de inseguridad, como si esos sucesos fueran obra de la imaginación de escribas afiebrados por llenar páginas en blanco, en horas de cierres vertiginosas. El médico y escritor escocés Arthur Conan Doyle creó a uno de los detectives más famosos de la literatura policial: Sherlock Holmes. El mítico investigador patentó una exquisita frase, que todavía sirve de manual de aprendizaje para muchos policías en actividad. “No hay nada más engañoso que un hecho evidente”, afirmó Holmes en uno de sus famosos casos. La comprobación de tan tajante dicho queda de manifiesto cada vez que ocurre un robo a un particular, o en un lugar público o ante los cada vez más comunes asesinatos de agentes del orden: entonces, desde diversos estrados políticos o mediáticos se exige, para contrarrestar esos males, un mayor número de efectivos policiales. Ese pedido, que implicaría una solución a los hechos diarios de inseguridad, resulta evidente pero a la misma vez es engañoso, porque por el solo hecho de aumentar los efectivos, la crisis de seguridad que se vive en las calles de la Ciudad y el conurbano no se solucionará. Las causas suelen ser múltiples. Entre otras, las políticas, sociales y económicas, que adquieren un valor fundamental cada vez que se analiza una nueva ola de inseguridad.
“La cuestión tiene una clara raíz político-económica que los funcionarios suelen obviar para que de esa manera el hilo se corte por lo más delgado y la culpa recaiga en los jefes policiales. Pero el tema de la pobreza, la marginación social, la falta de oportunidades educativas y laborales y el aumento de la venta de paco en las villas más grandes del país, son elementos determinantes en el crecimiento del delito”, señaló un ex comisario inspector de la Policía Federal a Noticias Urbanas, consultado sobre el tema. Al referirse a lo que concierne a la Capital Federal, el ex azul no ahorró críticas cuando analizó el manejo gubernamental que el macrismo hace en el área de Seguridad. “La cuestión no se resuelve solamente con la creación de una policía porteña. En estos casos, la prevención es la primera de las materias que hay que atender. Desde el oficialismo porteño se destaca que funcionarán dos Policías, pero no se explican los ámbitos en los cuales trabajará cada una. Todavía no se sabe qué pasará con las comisarías, a quiénes responderán, si seguirán funcionando como en la actualidad o si habrá cambios. La pregunta más importante, y que desde el PRO todavía no tiene ninguna respuesta, es el lugar donde trabajarán los nuevos efectivos y quién los conducirá”, afirmó el ex uniformado interrogado por este semanario.
Los datos arrojados por el ex Federal no son menores, ya que en un año electoral, la inseguridad es un ítem clave para los porteños o para los argentinos en general, y hasta puede ser determinante en la elección, tanto para avalar como para hundir una candidatura. Los diversos postulantes capitalinos no podrán obviar el tema y deberán explicar de manera concreta cómo harán para solucionar la cuestión. No hay lugar para medias tintas, ni mucho menos para distracciones de campaña y olvidos acomodaticios.
Otro de los interrogantes del año electoral será el papel que cumplirán los Federicos ante los múltiples candidatos.
Es un secreto a voces que los azules manejan el termómetro de la seguridad: si quieren pueden lograr que las arterias porteñas se transformen en una réplica moderna del antiguo oeste.
“Se le hizo una promesa a la cúpula de la Policía Federal que dirige el comisario general Néstor Valleca sobre la elección del jefe de la policía porteña y su aprobación del candidato. En caso contrario, los canas actuarán de la peor manera, dejando ‘zonas liberadas’ para que los chorros actúen a voluntad. Frente a eso no hay gobierno que resista un mes, y menos en plena campaña”, dijo la garganta profunda, como si estuviera pasando un mensaje mafioso a un destinatario desconocido, que seguramente tomó debida atención del enunciado. Y se sabe, estos personajes no amenazan en vano.