Un acelerado y furioso riff de guitarra en llamas de 220 voltios, musicaliza el rock para los dientes que la legendaria banda rockera de nombre Sumo bautizó "El ojo blindado". Desde su poesía de empedrado, el tano Luca Prodan aúlla amenazante, en una parte de la letra: "Mentiras, mentiras, mentiras". Definición corta e hiriente, tajo de oscura verdad que hoy sirve para describir los vaivenes y las revelaciones que va trayendo el juicio oral que trata de hallar a los verdaderos responsables del macabro incendio que se cobró la vida de casi 200 personas la noche del 30 de diciembre del 2004 en el boliche República Cromañón del barrio de Once, durante un recital del grupo Callejeros. En las últimas semanas del juicio se produjeron revelaciones impactantes que no dejaron muy bien parados a los músicos. Las declaraciones pusieron en claro que había personal de seguridad, policías dirigidos por Lorenzo "Lolo" Bussi, amigo personal de los muchachos de Villa Celina. Es más, uno de los declarantes, Oscar Ortiz, mostró en una de las audiencias, una remera negra donde podían leerse unas inscripciones en letra de molde color blanco que decían: "CALLEJEROS-CONTROL".
La prueba, contundente, vaya a saber por qué designio misterioso y celestial, los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) número 24, María Cecilia Maiza, Marcelo Alvero y Raúl Horacio Llanos, no fue considerada válida; pero sí echó por tierra la repetida argumentación de los músicos liderados por el vocalista Patricio "Pato" Fontanet, sobre la inexistencia de los controles de seguridad de la banda en el local siniestrado. Para ellos, toda la responsabilidad recaía sobre Raúl Villarreal, empleado del ex gerenciador del boliche, Omar Chabán, y encargado de seguridad.
Los testimonios presentados en jornadas pasadas demostraron que lo que decían los músicos no era cierto. Pero hubo más, el 1 de diciembre del 2008, Emiliano Palacios, un fan del grupo y vecino de Villa Celina, declaró ante los magistrados que "la madre de Fontanet pasaba las bengalas", que luego los seguidores del grupo utilizaban como pirotecnia en los shows. Por decir esto, el joven Palacios recibió una golpiza y amenazas de un supuesto sector que avala al grupo y no permite que se hable en su contra.
Desde NOTICIAS URBANAS, hace más de un año, mucho antes de que comenzara el juicio oral, se publicó una nota en donde se reproducía un testimonio off the record, que aseguraba que los fuegos artificiales eran pasados en los boliches donde tocaba la banda por los ultra fanáticos de Callejeros: el Fondo No Fisura y la Familia Piojosa. El joven que proporcionó los datos temía por su seguridad y por eso no revelaba su nombre: había sido amenazado.
Entonces era común ver en la zona de origen de los rockers pintadas donde se llamaba a defender al grupo y se amenazaba a quienes no lo hicieran. También, desde estas páginas, se preguntó cómo podían los músicos solventar la defensa inicial que sostuvieron los letrados Julio Virgolini y Mariano Silvestroni, penalistas de prestigio y de honorarios altos, que otrora defendieron los intereses del empresario telepostal Alfredo Yabrán. A pesar del tiempo transcurrido, esa pregunta todavía espera una respuesta.
Pero lo más grave en el caso de un grupo como Callejeros, que intenta vender autenticidad, códigos barriales y letras honestas que reflejan la posta, es no haber dicho la verdad y tratar de librarse de toda culpa en la tragedia, descargando mucho del peso en la figura de Chabán.
No hay nada de malo en decir que pasó lo que pasó. Ninguna banda de rock en ascenso (y esto sirve para todas las épocas), suele preguntarle al dueño de un boliche por las normas de seguridad. No hubo propósito de provocar la muerte de cientos de personas. Pensar eso eso es una estupidez total, que no merece la más mínima discusión.
A pesar de la frase de Frank Zappa, sobre "la estupidez" como "el bloque básico con el que el universo está construido", sería bueno que los Callejeros escucharan a ese gran músico para aprender varias cosas sobre la vida.
Y que la verdad no se transforme en una vil y maldita mentira.
(PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL SEMANARIO NOTICIAS URBANAS Nº 173, DEL 29/01/09).