Estuvimos durante los últimos tres años acompañándonos semana a semana. Ustedes con el deseo de informarse acerca de lo que puede llegar a suceder en la Ciudad y repasando también los análisis de NU sobre lo ya sucedido. Quienes desarrollamos este emprendimiento lo hicimos a partir de nuestra sangre periodística, la que nos llevó a brindarnos desde estas páginas para aportar, con mayor o menor tinte ideológico, a la consolidación de las instituciones, la calidad en la gestión, la solidaridad social y el desarrollo armónico del conjunto en la idea -un tanto utópica- de lograr abandonar la tristeza infinita del tobogán de las ideas y del trabajo y empezar a ver cómo se construye una urbe mejor y para todos; algo que nos devuelve un poquito de orgullo a los nativos y no sólo a los turistas.
A nuestro criterio, hemos descripto durante este tiempo las buenas y las malas medidas adoptadas por todos los sectores que tienen alguna responsabilidad en nuestras vidas, tratando de hacer foco siempre en nuestra realidad de aldea global, más allá que nos alcancen con fuerza las medidas nacionales que se toman también desde esta Capital Federal. Y hemos tratado de reflejar todas las voces en la búsqueda de las mejores ideas en la búsqueda del consenso, verdadero cimiento de una sociedad madura.
Sucede que ahora se produce un corte, un crack nada menor entre el Gobierno nacional y el comunal. Las relaciones pasan por el frío más intenso que este periodista haya conocido desde que se declaró la autonomía. Es casi imposible planificar un modelo de país sin entender que la diversidad también hace al crecimiento, que el beneficio del otro es también el beneficio de su pueblo, de su gente y por ende una pieza más que se puede mejorar en ese rompecabezas federal llamado país.
Lamentablemente, creo que el año entrante va a ser igual o peor que el que termina: el carácter electoral teñirá todas las decisiones y los cálculos. En esos comicios, el Gobierno nacional definirá a suerte y verdad su futuro. El resultado todavía es incierto. El kirchnerismo en su versión conyugal estará por primera vez fuera de las boletas, y será difícil luego de los votos explicar el resultado a favor o en contra. Todo será discutible. Los alineamientos duran menos que un lirio y la relación electoral entre Gobierno y provincias pasará más por lo económico que por la política. No será fácil para el matrimonio santacruceño subirse a ofrendas triunfales que difícilmente abunden. En las locales, Mauricio Macri no debería sufrir mucho para refrendar la supremacía lograda en 2007, sumando otro lugar estratégico -al igual que en la Provincia de Buenos Aires- donde el despliegue K resulta escuálido, producto del contubernio que parieron Alberto Fernández y Aníbal Ibarra and sister, en esa suerte de alianza después de la Alianza, incluido el idéntico final.
También creo -y no es pesimismo- que por lo que se vio hasta el momento y por más que se hagan todos los esfuerzos desde las instituciones, los habitantes de esta Ciudad viviremos un futuro mediato peor que el actual, y que de haber un punto de inflexión (en la más optimista de las hipótesis), las mejoras llegarían recién en 2010, cuando la experiencia empiece a marcar rumbos más adecuados para ejercer el gobierno y las decisiones.
Y más allá de las generalidades de fin de año, yendo a los temas de la semana, la marcha atrás con el tema del juego abrió otro debate para adentro y fuera del oficialismo. La presión de la Iglesia a través del cardenal Jorge Bergoglio le brindó a Gabriela Michetti la posibilidad de alzarse con un triunfo en nombre de los valores, pasando por arriba de la política diseñada por José Torello y avalada por el conjunto del Gobierno. Frenar a Cristóbal López es frenar a Néstor Kirchner. Pero ésa ¿es una cuestión que se deba resolver desde la política o desde la moral y los valores? Así la movida Michetti quizá haya sido la correcta desde el fondo, las formas dejaron mucho que desear. Los que estaban intentando aprobar el presupuesto 2009, como el caso de Néstor Grindetti, Diego Santilli o Álvaro González, ¿se habrán alegrado cuando se hizo referencia a que en esa mesa (a la que se había sumado el ex concejal Federico Pinedo), estaban los que tienen una moral intachable pero que no pueden avalar con sus valores ciertas cosas? Uno entiende que por descarte, la ratificación del convenio era inminente, pero en el otro rincón (de la moral) estaban todos los que ahí no estaban.
Son insoportables los contratos morales y sus pregoneros, también cansan los discursos virtuosos, los valores que se cambian como calzoncillos. El sí es a la buena política, el sí es al contrato social y al compromiso del militante con la política, hay que decir sí a las excelentes instituciones que generó la Constitución de 1996 realizada por la política. No por ello pretendo amorales o gente sin valores en la política, pero esas condiciones, en este campo, por sí solas no alcanzan para reformular la Nación, ni la Ciudad ni nada. "El río cuando viene, arrastra todo", decía Juan Perón en referencia a la construcción de un proyecto nacional. Sin negar la crisis, a veces con tanto discurso de moral y valores no dejamos venir al río y el pueblo se queda sin agua y muere de sed.