El gobierno de Mauricio Macri vuelve a sangrar por el frente educativo. Es una herida que no alcanza para afectar la elevada imagen pública que hoy mantiene el ingeniero quien, además, acaba de cerrar un acuerdo salarial con 14 gremios docentes para empezar a destrabar el conflicto que mantuvo en vilo a la Ciudad en los últimos días. Pero es una herida que no cierra. Supura.
Con los docentes y los alumnos, Macri arrancó mal y debió soportar sus quejas por el deficiente estado edilicio de algunos establecimientos educativos, que no pudo resolver a tiempo pese a las promesas iniciales. Luego vinieron los problemas por la falta de gas y como si esto fuera poco, el ministro Mariano Narodowski se "compró" un cuestionamiento innecesario por el abrupto, unilateral y apresurado recorte de becas estudiantiles que generó la primera movilización importante contra el Gobierno porteño. En aquella oportunidad, el Ejecutivo manejó pésimo la cuestión y finalmente debió reconocer gruesos errores en el criterio de recortes. Con el tema aún sin solución definitiva, el área educativa vuelve a entrar en conflicto, que se agravó por un enfrentamiento entre la policía y los maestros que terminó con varios docentes heridos y un paro nacional. Nadie se hace cargo de la represión: ni el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, del que depende la Policía Federal, ni el Ministerio Público Fiscal porteño, desde donde aseguraron a Noticias Urbanas que las fuerzas de seguridad "actuaron de oficio" ante una contravención (la colocación sin autorización de una carpa en la vía pública, frente a la Jefatura de Gobierno).
¿Quién es el principal perjudicado, igualmente? Macri, porque la violencia se desató en sus narices. Para peor, el juez Roberto Gallardo -su enemigo público número uno- terminó avalando la instalación de la carpa por la que se originó la golpiza, con la condición de que los maestros la corrieran unos metros y la colocaran sobre la vereda que da al patio del Cabildo.
LA BANDERA IDOLATRADA
Los cuestionamientos en el área educativa tienen una carga explosiva que no poseen otros requerimientos: sirven para unir a la oposición. La educación es una bandera sagrada. Empuñarla implica, simbólicamente, jugar en el equipo de la razón. ¿Quién puede estar en contra?
La apuesta de la oposición, entonces, pasa por intentar que el reclamo salarial docente sea leído como una lucha por la educación. La del macrismo, por desvincular ambas cosas. Por eso, tanto Macri como su vicejefa Gabriela Michetti y el ministro Narodowski describieron la protesta como una maniobra política tendiente a esmerilar al Gobierno porteño, impulsada por el kirchnerismo. A su favor cuentan hoy con haber logrado aislar políticamente a UTE, que, junto con ADEMYS y Compromiso Docente, no cerró el acuerdo efectivizado el viernes pasado. Claro que UTE, alineado con CTERA, es el gremio más importante de la Educación en la Ciudad.
Pero no solamente los K aprovechan hoy la situación para cuestionar al Gobierno de la Ciudad; Lilita Carrió, en un encuentro organizado esta semana junto a su candidato a diputado Alfonso Prat Gay mostró que ya está en campaña y, al hablar del conflicto, le apuntó directamente a Macri: "No es posible siempre culpar al Gobierno nacional por la falta de gestión local", sentenció la líder de la Coalición Cívica. También rebatió el argumento del oficialismo porteño: "Los docentes no son kirchneristas. Si lo fueran, hubiera ganado el kirchnerismo".
¿Que los K están haciendo un uso del conflicto para su conveniencia? No hay duda. Y que haya sindicalistas afines al kirchnerismo empujando la protesta, tampoco. Como que en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe los gremios docentes acordaron con los gobernadores incrementos salariales que los dejaron conformes. ¿Acaso los gremios santafecinos son socialistas?
CADENA DE FAVORES
Lo que no se entiende es cómo la Ciudad de Buenos Aires, siendo uno de los distritos más ricos del país, figura por debajo del número diez en el ranking salarial de los maestros. El Gobierno porteño tiene dinero de sobra para afrontar un eventual incremento. En estos momentos los legisladores de la oposición debaten la posibilidad de concederle facultades extras al Ejecutivo (superpoderes) para que puedan hacerse reasignaciones presupuestarias por encima del 5 por ciento que establece la ley. Narodowski, en principio, se mostró en contra de otorgar este tipo de facultades "tanto a la Ciudad como a la Nación".
Increíblemente, el domingo en que jugaron Boca y River, la mismísima Michetti, en el programa televisivo de Luis Majul, reclamó a los legisladores que le dieran superpoderes al Ejecutivo, aunque para otros fines que nada tenían que ver con las exigencias de los educadores.
Michetti explicó, en esa oportunidad, que un aumento a los docentes arrastraría una ola de reclamos de otros sectores que el Gobierno porteño no estaría en condiciones de otorgar. Se sospecha que detrás del reclamo docente vendrán los de médicos municipales y SUTECBA. Pero al kirchnerismo eso no le importa. No es su problema. En sintonía con esta actitud el ministro de Educación nacional, Juan Carlos Tedesco, le cerró la puerta a Narodowski, que le había solicitado una audiencia urgente apenas se agudizó el conflicto. El PRO le devolvió la gentileza y presentó en el Congreso un pedido de interpelación ante el "agravamiento del conflicto educativo en todo el país" que no prosperará pero que logró algunas líneas en los medios.
DESARMA Y SANGRA
Macri logró instalar y ganar las elecciones con el discurso de la eficiencia despoblada de ideologías. Que ese discurso también es ideológico lo sabe cualquiera que haya cursado apenas el CBC en Sociales. Pero ese contra-argumento no impacta más allá del ámbito universitario. Después de sucesivas derrotas, el kirchnerismo parece haberse dado cuenta de que para empezar a desarmar la armadura de Macri, no tiene que acusarlo de neoliberal. Lo tiene que acusar de ineficiente. Y allí empezó a dirigir sus cañones. Supura y sangra el área educativa. Los K continuarán metiendo el dedo en la llaga una y otra vez. Desarma y sangra, aunque la Presidenta Cristina Fernández se empeñe en ser nuevamente el principal blanco de críticas y ahora, con la polémica eliminación de las AFJP, vuelva a poner a los problemas del Gobierno porteño en segundo plano. Supura y sangra el frente educativo y tal vez, con el tiempo, se infecte. Sería un problema para Macri. Sobre todo cuando en los hospitales faltan insumos.