No sorprende que el improbable ingeniero Mauricio Macri incluya en sus propuestas electorales iniciativas disparatadas o peligrosas, como la de meter presos a los cartoneros. Lo que si asombra es un volante que anda circulando de mano en mano prometiendo la contenerización total de la ciudad, bajo la consigna “No más bolsas en la calle”. Lo escriben en letras bien grandes, menospreciando al sentido común y militando la falta absoluta de criterio sobre lo que hay que hacer; una característica poco extraña de estos sujetos.
Lo dicen así, a la ligera, sin ningún estudio ni planificación que pueda sostener esta propuesta. La cual, no solo implica la colocación de los contenedores, sino una profunda reingeniería de los servicios en general y una intensa campaña educativa al respecto; cuestiones que verdaderamente son necesarias. Pero este disparate, al que llaman propuesta, también obligaría a realizar el ensanchamiento de las calles y la habilitación del estacionamiento en arterias que no lo tienen, porque la instalación de un contenedor (o dos, que es lo que hay que hacer) por cuadra requiere de un estudio casi a medida de cada sector donde se pretende intervenir.
La verdad es que la contenerización no es la solución para la limpieza de la ciudad, es solo una herramienta y -como tal- sólo debe ser utilizada para perseguir un objetivo: el de permitir la diferenciación de los residuos. En este punto fundamental es donde coinciden el improbable ingeniero y el ex licenciado Jorge Telerman. En este posicionamiento (que no es otra cosa que ideológico) se unen sus posiciones, cuando obvian este concepto -cuando pretenden contenerizar para seguir enterrando y no para separar- es cuando coinciden.
Se debería contenerizar para separar y así evitar que se desprecie material reutilizable y se siga aportando al calentamiento global, pero esta es una concepción de vida, una visión política. Hay quienes apuestan al trabajo y la calidad de vida y hay quienes sólo se detienen en la estética y el lucro, en cómo hacer para que no se vean las bolsas y cómo meter nuevos eslabones en la cadena del negocio de la basura; total los rellenos están en la provincia de Buenos Aires y los cartoneros no tributan en la ciudad.
El verdadero desafío de la gestión está en coordinar a los distintos actores: a los generadores de residuos, al sistema de recolección y a los recuperadores urbanos organizados en cooperativas; sólo así una conterizacion planificada -que prevea la separación y sea la referencia de un sistema que induzca a una correcta dispocision de los residuos desde su generación- generará una ciudad más limpia en sus calles y en su atmósfera; pero también en su cultura y su equidad.
También, de paso, sería bueno saber qué pasó con los 270 mil pesos que se comprometieron para subsidiar a las diez nuevas cooperativas de recuperadores urbanos.