Cuadros para Gestion Pública, se necesitan

Cuadros para Gestion Pública, se necesitan

"Lo que ocurre comúnmente, en cambio, es que aportan sus militantes o parientes como empleados, algunos resultan buenos y otros no tanto. Así la racionalidad para implementar lo proyectado ya hizo agua".


Si alguna vez se creyó que “con la democracia se come, se cura, se educa”, después de dos décadas ya sabemos que no. Que no alcanza con la democracia.

Para que se pueda comer, curar y educar, (y también ordenar el espacio público, resolver la cuestión de la basura, sanear el ambiente, hacer justicia y construir viviendas) además de democracia y presupuesto, hacen falta: proyecto, racionalidad, gestión y voluntad.

Los cuatro elementos son básicos, porque si uno falta, la mesa renguea. Si faltan dos, se cae.

¿Dónde se define el proyecto? Obviamente en la política, es la que señala el sentido y los objetivos. Concertada o no, es la política. La racionalidad para ejecutarla debieran aportarla los técnicos en las dos coordenadas: viabilidad real y temporal, es decir, cronograma de etapas.

Una vez definido un proyecto viable, hay que realizarlo.
Entonces comienza la gestión …oh, la gestión de Estado, he ahí la cuestión…¿es una técnica política o una política para técnicos? En cualquier caso, se ven pocos idóneos.

La voluntad es un motor que tracciona pero requiere de adhesión y comprensión de las otras patas, ya que debe ser inicial y mantenerse hasta el resultado, no alcanza con inaugurar, cortar cintas o anunciar en salón blanco.

¿Por qué hay tantos problemas en nuestra ciudad, si tenemos buen diálogo político, técnicos y universitarios capacitados, y un presupuesto relativamente sólido?

Hipótesis: No siempre convergen en el cargo y al mismo nivel los cuatro elementos y además hay uno en particular: el de gestión de estado, con pocos cuadros.

Triunfó muchas veces en lo electoral el “mejor que hacer es decir”. Hemos visto –y padecido- a jefes y jefas de la “lucha hablada”, finalmente idos a su casa o al MERCOSUR. Pero la práctica social de juzgar por las palabras y por la imagen televisiva más que por las conductas no parece superada aún. Así se opta por los que hablan o dan bien en cámara y a la hora de gestionar … se los critica olvidando que se los eligió por la palabra o la imagen, y no por la conducta previa que es la indicadora de los saberes adquiridos .

Cualquier proyecto político importante necesita consenso mínimo. Una vez definido los sectores políticos que han concertado o consensuado debieran aportar los técnicos, y éstos constituirse en equipo, sin importar su procedencia. Lo que ocurre comúnmente, en cambio, es que aportan sus militantes o parientes como empleados, algunos resultan buenos y otros no tanto. Así la racionalidad para implementar lo proyectado ya hizo agua.

A eso agreguemos que la dudosa transparencia en las compras y licitaciones. No es malo que alguien negocie con el estado, lo que es malo es que el estado subordine sus objetivos a los negocios individuales.

En cuanto a la voluntad, es hija de la fe y de la esperanza, es energía tendiendo hacia el futuro. No importa si es un subproducto de la ambición. Siempre será mejor que el “no te metás”. Hay mucha voluntad en nuestra gente y eso habría que aprovecharlo más.

Pero más allá de esos ingredientes, para hacer gestión, repito: no hablar acerca de la gestión, sino hacerla, “poner las manos en la masa, o los pies en el barro” es necesario tener una caja de herramientas técnicas mínima que permitan hacer diagnósticos, planificar por objetivos y resultados, conducir personas o grupos, construir indicadores para evaluar, monitorear circuitos administrativos, y saber algo de derecho administrativo y teoría general de las organizaciones y de las estructuras.

Los partidos políticos debieran adiestrar a sus cuadros para la gestión de estado. No son cursos de oratoria lo que necesitamos, ni de marketing para salir en las encuestas, sino cuadros para la gestión de estado.

Excepto que creamos que las palabras construyen realidad, algo que ni la más humilde ama de casa supone, ya que en cualquier hogar donde el frasco dice “café” se puede guardar el azúcar, o en el que reza “galletitas” encontrar fideos. Igual que lo que ahora hace la política.

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