Cómo llegar al poder unidos y desorganizados

Cómo llegar al poder unidos y desorganizados

Por Horacio Ríos

La complicada trama política de la ciudad a veces se pone en tensión cuando se mezcla la heterogeneidad. Es lo que pasa con el peronismo porteño, que funciona dentro de Unidos y Organizados.


La maquinaria política del peronismo no se detiene jamás. En este año sin elecciones, siguiendo los lineamientos que bajan de la Casa Rosada, los peronistas trabajan en dos planos: uno hacia el interior del movimiento y otro hacia el frente del que forman parte.

Por una parte, la conducción peronista porteña forma parte de Unidos y Organizados, que es la instancia política en la que una variada gama de organizaciones sociales intenta ser la expresión política del gobierno en la Ciudad.

Complementariamente, cada dos lunes se reúne la Mesa Política del PJ Capital, que define las estrategias propias del partido. Liderados por el secretario general de Unión Personal Civil de la Nación, Andrés Rodríguez, entre otros, suelen concurrir a las reuniones el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; la ex secretaria de Asuntos Municipales del Ministerio del Interior, Raquel “Kelly” Olmos; el secretario general del Suterh, Víctor Santa María; los legisladores Juan Carlos Dante Gullo, Juan Cabandié y Alejandro Amor; el titular de Desafío Bicentenario, Víctor Colombano; el presidente de Aerolíneas Argentinas y miembro de La Cámpora, Mariano Recalde; el líder del Frente de Unidad Peronista, Carlos Montero; el actual secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; el jefe de la Agrupación “Marquitos Zucker”, Marcelo Achille y el referente porteño del Peronismo Militante, Estanislao Graci Susini.

CHISPORROTEOS EN LA LÍNEA

Los referentes consultados no se encuentran del todo cómodos bajo la égida de los jóvenes de La Cámpora, a los que consideran más como los traductores del idioma de la Casa Rosada que como reales dirigentes políticos, capaces de definir líneas de acción y de capitalizar en la militancia los aciertos del Gobierno nacional.

Por eso, no todas son rosas en el camino hacia 2015. Entre los veteranos dirigentes justicialistas cunde la desazón porque no los contiene el desorden y la falta de objetivos concretos que se respira en Unidos y Organizados, lo que los deja “medio a la deriva”, según varios veteranos integrantes de la conducción.

Un avezado referente del justicialismo, que ocupó cargos de importancia durante largos años, relató ante Noticias Urbanas que “no puede ser que a Macri le den todo lo que pide y hasta lo que no pidió. Así, todo le sale gratis”. Esta circunstancia surge por la preocupación que embarga a los peronistas por lo que juzgan “una baja performance del interbloque legislativo kirchnerista”, al que el citado referente evaluó como disperso y escasamente efectivo a la hora de ejercer una oposición seria a la administración macrista, “en el que cada uno vota como quiere y no existe una coherencia que ubique al espacio político al que pertenecemos como la oposición”.

Y el veterano dirigente subraya “la” oposición, dejando en claro la desazón que lo embarga y la necesidad de diferenciarse de la administración macrista para construir un proyecto de poder que ubique a un peronista en el sillón de Bolívar 1.

UNA CIUDAD HOSTIL

“El PJ hoy no existe, ya no es lo que era. Lo que ganamos en la calle con una mesa en la que marcamos los aciertos del gobierno y lo mucho que tenemos para mostrar, lo perdemos en la Legislatura con lo que se le votó el otro día al oficialismo porteño en la Legislatura. Así vamos a perder el senador que vamos a poner en juego el año que viene, porque nos van a facturar todo lo que se le aprobó a Macri este año. Además, la Ciudad, después del 8 de noviembre, está más hostil porque estamos perdiendo a la clase media y si nos desvinculamos de ella es porque algo estamos haciendo mal. Para peor, esto ocurre en un marco en el que no hay debate interno, por lo que solo nos queda aceptar los hechos consumados”, se desesperaba el viejo lobo justicialista.

Es necesario tener en cuenta que en los durísimos combates que alguna vez supo librar el peronismo, los que lucen las jinetas de dirigentes alguna vez debieron lidiar con los desatinos y la represión de la dictadura, para, una vez arribada la democracia, en 1983 encontrarse con que el voto del pueblo argentino los enfrentó con la adversidad al preferir al radicalismo.

Posteriormente estos dirigentes se quedaron dentro del peronismo cuando Menem, paradójicamente, mientras lo vaciaba de contenido al mismo tiempo los conducía a la victoria en tres elecciones. Finalmente, los referentes del peronismo debieron remar duramente en un mar de dulce de leche en el postmenemismo, cuando tuvieron que sortear la más dura prueba que puede soportar un político: en el 2001, el humor social de la calle se traducía en el lapidario “que se vayan todos”.

UN DESCONTENTO SIN DESBORDES

De todos modos, la sangre no llegará al río porque los dirigentes peronistas consideran que desde el 2003 viven casi una epifanía, si se la compara con los tiempos descriptos anteriormente. Por esta razón, los interpelados deducen con simpleza que lidiar con el Cuervo Larroque o con Juan Cabandié, “que son buenos pibes, con los que nos llevamos bien”, es una parte del legado que supo dejarles el recordado y añorado –muy añorado– Néstor Kirchner.

Lo que ocurre es que para el peronismo, los años intermedios, en los que no hay competencia electoral, son fundamentales. En este tramo sabático de la democracia representativa se construyen las alianzas, se despliegan los trabajos territoriales, se conoce a los futuros amigos y adversarios y se consolida –en coordinación con las instancias gubernamentales– la tarea de esa polea de transmisión que son los militantes intermedios, los que llevan el reclamo social a los municipios y ministerios y generan ese ida y vuelta entre el pueblo y el gobierno que es un distintivo del movimiento social más grande del mundo.

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