“En la televisión tengo apenas 53 años. Mis dos primeros programas de animación los hice en 1959, en el viejo Canal 7. Uno iba los sábados, de 13 a 14, y se llamaba Tangos de sobremesa. El otro lo hacía los jueves pero no en Canal 7, no había espacio, sino en unos estudios cinematográficos que habían alquilado y que estaban en Pavón 2444, donde hoy está Telefé. El programa iba los jueves a las 21, se llamaba Varieté y lo conducía con María Concepción César. Había un poco de todo, música, humor. Era un magazine. En ese momento estábamos aprendiendo a hacer televisión, tanto los directores como los iluminadores, escenógrafos, camarógrafos… Se hacía lo que se podía. Nadie vino a decirnos cómo se hacía. Hubo errores y aciertos.”
“Siempre se recuerda a programas como Feliz domingo o Badía y Cía. No sería imposible hoy hacer programas con ese contenido y de esa amplitud horaria. Lo que hace falta es voluntad. Nada más. La gente sigue siendo la misma. En los medios dicen: ‘Nosotros damos lo que la gente pide’. Pero la gente no pide; a la gente le dan. Nadie va con pancartas pidiendo tal cosa. Cuento algo de Feliz domingo: después de varios años, tuve una participación en 2005. Ahí ocurrió algo muy curioso. Me llamó la producción y me pidió que fuera a darles la bienvenida a los chicos. ‘Sí, cómo no. Todo bien’, les dije. Cuando aparecí, no sé si fue casualidad o qué, el rating se fue de 5 a 21. Al lunes siguiente me llaman del canal y me dicen: ‘Queremos que vengas al programa’. ‘OK, un rato sí’, les contesté, porque no quería moverles el piso a los conductores de ese momento. Así que tomaba el programa a las 18, ya con ellos en el piso. Lo curioso fue que cuando termina el ciclo del programa, a fin de año, le hacen una entrevista a quien era la directora de programación de Canal 9 y le preguntan si Feliz domingo se iba a repetir al año siguiente. Dice que sí. ‘¿Y Soldán?’, le preguntan. Y ella contesta: ‘Los chicos lo quieren un montón. Lo adoran y nos dio tan buen resultado…’. ‘¿Va a seguir en el programa, entonces?’. ‘No.’ Tal cual. Por qué me elogió tanto y después dijo que no iba a contar conmigo, no tengo idea. Igualmente, tampoco se hizo el programa.”
Impasse 1: Hacemos la nota con Silvio en su casa. Nos abre la puerta e ingresamos en su oficina. Nos recibe con un apretón de manos y una sonrisa. Fotos y una biblioteca enorme, junto con varios premios, forman parte del lugar.
“Imaginé la caída del rating de Tinelli. La televisión con tantos escándalos, tanta falta de respeto, de códigos y de ética, no me gusta. Igual digo: el éxito no se discute. La gente apoya, y a otra cosa. Las nuevas generaciones conocen esta televisión y es lo que hay. No saben qué hubo antes, si era mejor o peor. Igualmente, hace tiempo que estoy jugando en Primera B, en el cable. Le tocó a River ¿por qué no me va a tocar a mí? (risas). Yo hice mucha radio, siempre en AM.”
“Después apareció la hermanita menor, la FM. Esta creció tanto que hoy parece que tiene más trascendencia la FM que la AM. Por eso es posible que algún día ocurra lo mismo con la televisión abierta y el cable. En tanto y en cuanto la televisión abierta tenga programas que no interesan, fastidiosos o repitan el formato millones de veces, la gente se volcará al cable. Yo soy uno de ellos.
“Grandes valores para mí fue muy importante, ya que el tango me gusta mucho. El hecho de conocer a todas las figuras que admiraba y hacerme amigo de ellas fue maravilloso. Ahí es cuando empecé a escribir tangos con Héctor Varela. Juntos hicimos un vals que fue un éxito impresionante: ‘Así bailaban mis abuelos’.
“Con Piazzolla comenzamos peleándonos por Héctor Varela. Piazzolla no lo quería. Decía que hacía ‘valsecitos’, ‘musiquita’, y Héctor se enojaba. Varela y Piazzolla eran muy antagónicos, se peleaban mucho, y como yo estaba al lado de Varela, caía en la volteada. Piazzolla decía (imita su voz): ‘Soldán hace sus audiciones para pasar sus temas’. ¡Mentira! En aquella época yo tenía compuestos pocos temas. Y yo decía que él hacía sus recitales para tocar su música. ¿O qué música tocaba Piazzolla? (risas). Entonces, él me retrucaba diciendo que yo presentaba ‘discos de artistas muertos’, por los discos de D’Arienzo, Troilo, etcétera, y yo le recordaba que Laurita Escalada –colega mía y mujer de Piazzolla– estaba haciendo valses de Strauss en la calle Corrientes. ‘Lo que hace Laura es de un muerto mucho antes que Troilo, D’Arienzo y todos los otros’, le tiraba yo. En fin, teníamos una guerra permanente. Finalmente, lo invitamos a Grandes valores, al que criticaba diciendo que era ‘mersa’, ‘una porquería’, que ‘no existía’, y vino volando. Le hicimos un programa de homenaje que quedó precioso y lo disfrutó mucho. Piazzolla era así. Peleaba porque era una forma de promocionar sus espectáculos. Entonces, siempre con algún quilombito metía más gente en sus recitales.
“En Feliz domingo teníamos una prenda llamada ‘¿Qué sabe usted de tango?’, que una vez la ganó Mario Pergolini. Los chicos decían ‘tango no’ y yo les preguntaba: ‘¿Podés enamorarte de una chica que no conocés? Conocé al tango y capaz que te enamorás’. A los quince días venían y me decían: ‘Tenías razón, escuché cosas muy lindas’. De los rockeros, ¿hay alguno que no haya grabado tango en algún momento? Un día mi hijo, cuando tenía 16 años, me dijo: ‘Papá, ¿me comprás Tinta roja, el disco de Calamaro?’. Le dije: ‘Pero eso es tango’. ‘Sí, pero de Calamaro’, me contestó. Le compré el disco y se aprendió todas las canciones. Las melodías estaban algo desvirtuadas pero hizo que él se acercara al tango. Julio Iglesias grabó un CD de tangos, y los tangueros ortodoxos lo criticaron. ¡Qué boludos! ¿No se daban cuenta de que estaba difundiendo el tango? Hay que sumar y no restar. No puedo decir que el rock es una porquería sin haberlo escuchado. No es lo que más me atrae pero hay cosas que me gustan. Cuando vino Queen, fui a verlos porque me gustaban. La gente me decía: ‘¿Qué hace acá?’, y estábamos todos con el encendedor en la mano. Los Beatles me gustan mucho pero son otra cosa. Así como Piazzolla fue un quiebre en el tango, los Beatles lo fueron en la música mundial.”
Impasse 2: Soldán se vio envuelto en escándalos con sus exparejas Silvia Süller y Giselle Rímolo, esta última acusada y finalmente condenada por ejercer la medicina sin título y traficar sustancias peligrosas, con el agravamiento de la muerte de un paciente. Por el affaire Rímolo, Soldán pasó 61 días preso en la cárcel de Devoto, en 2001.
“Nunca tuve resentimiento con respecto a los años que estuve en el ‘country’ de Devoto. Tengo una gran facilidad para olvidar todo aquello que me hace daño. Por eso, nunca me deprimí. Además, soy un tipo que no tiene odios ni rencores.”
“Lo que pasó pasó y es parte de la vida. Son experiencias, pum y a otra cosa. Ya pasó. Fue para nada agradable, pero experiencia al fin. No muchos pueden contar lo que puedo contar yo. No sé si es un mérito o no, pero de cualquier manera tengo una experiencia que pocos tienen. Gente que anda por derecha, ¿no?
“¿Qué puedo decir de la popularidad? Hace 53 años que la gente me conoce, así que para mí es algo normal. Cuando mis hijos eran chicos no entendían por qué la gente me saludaba en la calle. Ahora se acostumbraron. La popularidad es muy linda. Hay momentos en que te favorece y otros en que te perjudica, qué se le va a hacer. Si te hace bien en una cosa, disculpale que te haga mal en otra. Es más, haría lo mismo que hice hasta ahora porque lo que hice fue de buena fe. Equivocándome algunas veces, acertando muchas más. Tal vez hice cosas de las cuales no es que me arrepienta pero creo que no tendría que haber hecho. Algunos programas o cositas dentro de un programa que no me gustaban pero que estaba obligado por las circunstancias.
“Me han dado todos los premios que se dan en este país. Solo hay uno que no me dieron, que es de una entidad religiosa. Seguro que por mi vida sentimental (risas).”
Por Daniel Gaguine
Fotografías: Nicolas Savine (para NU)