El futuro de Mauricio Macri está atado a la suerte política de Cristina Kirchner. Daniel Scioli es visto como un opositor, a quien votaría el peronismo K –aunque no el núcleo duro del cristinismo–, pero también quienes no elegirían al oficialismo. En una palabra, Scioli es un oficialista extraño, que cosecha votos opositores y oficialistas no fanáticos.
El deterioro de la imagen presidencial se frenó en los últimos meses, aunque no se recuperó desde que se inició el ciclo de la caída, un ciclo negativo que comenzó en marzo de este año. Hoy, el nivel de desaprobación hacia la gestión del Gobierno nacional se ubica en el 60 por ciento. Los porcentajes de aprobación-desaprobación y el humor social son similares al panorama político de 2009, poco antes de la muerte de Néstor Kirchner.
En una proyección anticipada hacia las elecciones de 2013, Management & Fit, la consultora que dirige Mariel Fornoni, revela que el 25 por ciento de los encuestados votaría hoy por el oficialismo en las elecciones de octubre, mientras que un 55 lo haría por la oposición.
“Es lo único que se puede medir, por ahora, en un escenario en el que ni siquiera hay candidatos definidos.”
La encuestadora de Fornoni logró hacerse un lugar, en 2012, en el mercado de la consultoría, y su titular es una cara nueva de los programas políticos televisivos. Este verano, en Mar del Plata, junto con su socia, conducirá los fines de semana por Radio Mitre el programa Singulares y plurales, donde tienen previsto entrevistar a todas las estrellas del firmamento de la política que suelen veranear y hacer campaña en la costa sin que se note.
–¿Por qué dice que el futuro de Mauricio Macri está atado a cómo le vaya a la Presidenta?
–Bueno, paradójicamente, si a Cristina le va muy mal, a Macri le va a ir peor. Esto sucede porque la diáspora en el peronismo va a ser tal que el PJ podría partirse tanto que Macri no podría captar mucho de esa crisis. Macri necesita capturar a los peronistas disidentes porque con macrismo puro no puede construir nada. Pero una diáspora es otra cosa, y no lo beneficiaría.
–¿Una diáspora beneficiaría a Scioli?
–Es posible, pero si a Cristina le va demasiado mal, también se lo llevaría puesto a Scioli. Entonces, a tres años de las elecciones, mucho no se puede anticipar, pero sí que la suerte política de Scioli, como la de Macri, están atadas, de algún modo, a la de Cristina. En un contexto sin reelección, a ninguno de los dos les conviene que al Gobierno le vaya demasiado mal, aunque por distintas razones.
–Está claro que si, metafóricamente hablando, se incendia la provincia, Scioli no saldrá indemne.
–Exacto, y debo aclararte que también él bajó su imagen positiva en unos 15 puntos. Lo que ocurre con Scioli es que no tiene demasiada gente que lo odie, o que no lo votaría jamás. No tiene un núcleo duro de rechazo. No tiene imagen negativa, como sí tienen tanto Cristina como Macri. Hay una gran parte del electorado que jamás votaría ni a Macri ni a Cristina. Eso no les pasa a candidatos del perfil de Sergio Massa o Scioli, que no cosechan grandes enconos. Simplemente, en tiempos malos, bajan su buena imagen.
–¿Y cómo es esto de que Scioli tiene una doble función, de que es visto como un opositor pero a la vez lo votarían algunos oficialistas?
–Es así. La gente que no quiere al Gobierno nacional ve en Scioli a un candidato de transición. Quizá no es el ideal, pero es funcional para sacar del medio a Cristina y al kirchnerismo cuando llegue el momento.
–¿Cuál es la situación del Gobierno nacional en la Ciudad y a nivel país? ¿Continúa la caída en la imagen o se frenó esa tendencia?
–Se frenó la tendencia, aunque eso no significa que se haya recuperado. La Ciudad de Buenos Aires y Córdoba son los dos distritos donde el Gobierno nacional tiene peor imagen. Y es donde la gente percibe que el año que viene le va a ir peor.
–¿Cómo serían los números?
–Es así: nosotros preguntamos cómo le va a ir al país y cómo va a ser la situación personal de los encuestados. En general, la situación del país siempre es percibida, o proyectada, como peor que la situación de cada encuestado en particular. Ahora, cuando esa ecuación se invierte, estamos en problemas. Nosotros decimos que, cuando hay un 50 por ciento de gente que percibe que su situación personal empeorará, ahí un Gobierno está llegando a un punto problemático en su imagen. Y hoy los porcentajes se acercan a ese punto crítico. Hay un 40 por ciento de gente, a nivel nacional, que cree que su situación personal será peor en 2013 y un 6 por ciento que percibe que su situación será mucho peor. Entre quienes creen que les irá peor y mucho peor forman un 46 por ciento de pesimistas. Nos acercamos entonces a ese porcentaje crítico del 50 por ciento. Actualmente, el 60 por ciento desaprueba la gestión, y un 30 la aprueba. Son números inversamente proporcionales a los de hace un año, en octubre de 2011, cuando la sociedad estaba muy optimista. En ese entonces había un 64 por ciento de aprobación y un 30 por ciento de desaprobación.
–¿Cuándo habla de una mala percepción, se refiere solo a lo económico?
–Básicamente, sí. Hay un combo de inflación más corrupción que no es muy tolerado. Si hay corrupción, en un contexto bueno de la economía, a la gente no le interesa tanto. Pero cuando los problemas de la economía afectan a la gente, entonces ahí la corrupción empieza a fastidiar.
–¿Cuál es su percepción hacia 2013?
–En un contexto sin reelección, con inflación, en el que los actores no tienen previsto bajar el tono de la confrontación, y con cinco centrales sindicales, el panorama no se presenta fácil. Y aunque las cosas se quieran resolver, no va a ser fácil la gobernabilidad. o