“Quise contar la otra mitad de la historia”

“Quise contar la otra mitad de la historia”

Por Daniel Gaguine

Valeria Edelsztein publicó "Científicas. Cocinan, limpian y ganan el Premio Nobel (y nadie se entera)". El libro trata la relación entre las mujeres y la ciencia.


Mujer, científica y madre son algunas de las tantas características de Valeria Edelsztein. En una charla amena y sincera, relata los motivos que la impulsaron a escribir Científicas y da su punto de vista sobre cuestiones de género. Su libro ganó el primer premio del concurso Ciencia que Ladra 2012, por decisión unánime del jurado integrado por Nora Bär, Guillermo Jaim Etcheverry, Diego Golombek y Marcelino Cereijido. El certamen fue organizado por Siglo XXI Editores y el diario La Nación.

–¿Cómo surge la posibilidad de hacer Científicas?

–En realidad es bastante curioso porque la idea original era comenzar a escribir la secuela de Los remedios de la abuela, mi primer libro. Quería empezar haciendo un breve recorrido por la historia de las mujeres en la ciencia, contando los aportes más relevantes para luego conectarlo con las abuelas y sus consejos. Pero, claro, en cuanto empecé a leer, explorar, investigar, me di cuenta de que con unas pocas páginas no iba a alcanzarme. Descubrí historias ocultas, maravillosas y también algunas indignantes de muchas mujeres que no conocía, que nunca había escuchado nombrar. Y me pareció que las mujeres científicas se merecían mucho más. Así nació la idea de escribir este libro.

–¿Cómo surge el título?

–”Cocina, limpia y gana el Premio Nobel” fueron las palabras que usaron los editores de la revista Family Health para describir la concepción que el mundo tenía de las mujeres en la ciencia cuando en 1977 Rosalyn Yalow ganó el Premio Nobel de Medicina. Me pareció que eran ideales para el título y así fue como lo presenté en el concurso. Más tarde, desde la editorial sugirieron que se llamara Científicas y la bajada fuera Cocinan… (y nadie se entera) y me encantó. Creo que en esas líneas se resume el libro: las mujeres como personas completas, capaces de atacar en varios flancos a la vez, de hacerlo con entereza, abriéndose paso ante la adversidad y a pesar de los obstáculos, de la falta de reconocimiento. Científicas y mujeres con todas las letras.

–¿Cuánto tiempo le llevó hacer el libro? La recolección de datos, etcétera.

–Podríamos decir que enero, febrero y marzo de este año. Entre el trabajo y Tomi, mi bebé (que en ese momento no tenía ni un año), no era mucho el tiempo disponible así que con la ayuda de mi marido, mi suegra y mis papás, todos los días le dedicaba un ratito y todas las noches un par de horas a la investigación y la escritura. Es un proceso absorbente pero que disfruto muchísimo.

¿Cómo fue la presentación del libro en el concurso?

–En realidad, fue más que nada un desafío. Yo ya era autora de la colección Ciencia que Ladra y se me ocurrió que era una linda manera de probarme a mí misma que realmente esto de escribir podía ser lo mío, que Los remedios de la abuela no había sido solo una casualidad. Así, de incógnito, sin que nadie en la editorial supiera nada, por supuesto, lo presenté casi en la fecha de cierre. Y después solo fue cuestión de esperar con los dedos cruzados.

–¿Una idea reivindicatoria del rol de la mujer en la ciencia fue lo que guió el libro?

–En realidad, la idea fue contar la otra mitad de la historia, la que suele quedar oculta. Porque si –como se dice generalmente– la historia la escriben los que ganan, en la historia de la ciencia ganaron los hombres. Reivindicar sí, pero, por sobre todo, conocer y descubrir a tantas mujeres que contribuyeron a nuestra historia, a nuestra vida y de las que no conocemos nada. Cómo tuvieron que luchar por un lugar, lo que resignaron, lo que les hicieron resignar, los obstáculos que superaron, sus historias de vida. Aunque sea aportar un granito de arena para recordarlas por lo que fueron y lo que hicieron, porque ellas también son responsables de lo que hoy somos y de lo que seremos.

–Es muy interesante el lugar que tienen el humor y la ironía en el desarrollo que realiza.

–La colección Ciencia que Ladra, que es de divulgación científica, tiene en el humor un sostén importante. Después de todo, la ciencia es muy divertida. Y mi estilo también es así. Ya sea dando clase o en charlas y conferencias, siempre trato de hablar desde un lugar personal, y este libro, en particular, me resulta muy cercano y desnuda mi manera de ser. Muchas veces la ironía es la mejor manera que encuentro para acercarme a historias que duelen, que indignan, que dejan un sabor amargo en la boca. El humor siempre le pone sal (o azúcar) a la vida.

–¿Cuál fue la mujer que más la sorprendió entre las aparecen en el libro?

–La verdad es que descubrí muchas más historias de las que hubiera imaginado. Algunas me sorprendieron por lo terribles, como la Mary Anning, la paleontóloga y fosilista que descubrió el primer esqueleto completo de ictiosaurio. Jamás fue reconocida por sus aportes, e incluso en sus últimos días fue acusada de alcohólica cuando en realidad tomaba láudano (una tintura alcohólica derivada del opio) por los dolores que le producía el cáncer que finalmente la venció. Otras me sorprendieron porque me demostraron cuánto ignoramos sobre algunos objetos tan cotidianos y sus historias. ¿Sabías que el limpiaparabrisas, la base de la tecnología wi-fi, el liquid paper y el primer lenguaje de computación fueron inventados por mujeres? Muchas sufrieron la deliberada omisión en la historia, como Rosalind Franklin, clave en el descubrimiento de la estructura del ADN; Jocelyn Bell, quien descubrió los púlsares pero el Nobel se lo dieron a su jefe; Lise Meitner; Henrietta Leavitt, etcétera. Por supuesto, todas esas historias fueron inspiradoras.

–Es investigadora científica, ¿siempre le gustó la literatura?

–Siempre me gustó la comunicación científica. Creo que es fundamental contar ciencia no solo para despertar vocaciones o porque es divertido, asombroso e interesante, sino porque es lo que nos permite entender un poco más el mundo que nos rodea y poder tomar decisiones informados. Ser capaces de leer una noticia con mirada crítica, poder leer el prospecto de un medicamento y comprenderlo, entender por qué tenemos que completar un tratamiento con un antibiótico y por qué no podemos tomarlo si tenemos un virus. Todos hacemos ciencia, todos los días. Solo es cuestión de descubrirlo. Ya sea desde la literatura, la televisión, la radio, con talleres, charlas, conferencias, en un café con amigos.

–¿Tiene idea de cómo se vendió el libro en cuanto si lo compraron más mujeres que hombres?

–No. Es una excelente pregunta pero no hay manera de saberlo.

–¿Cómo ve la cuestión de género hoy en día? ¿Se considera feminista, luchadora por la igualdad de derechos?

–Hombres y mujeres son diferentes y esa diferencia es la que nos enriquece. Creo que lo que debe existir no es igualdad a secas sino igualdad de oportunidades. Si bien estamos mucho mejor que hace cientos de años, todavía hay que seguir creciendo y luchando contra los prejuicios. Muchas veces somos las mismas mujeres las que arrastramos esos prejuicios por comodidad, costumbre o porque no sabemos que existe otra visión. Lo importante es abrir la mirada y darnos cuenta de que cada uno como ser humano tiene mucho que aportar, independientemente de si es hombre, mujer, pelado, peludo, flaco, gordo, alto o bajo. Después de todo, olvidar los aportes de las mujeres es olvidar a la mitad de la humanidad. Y eso es un lujo que no nos podemos ni debemos dar.

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