El amor es un libro que empecé escribiendo sin rumbo, como catarsis. Me pasa una cosa doble, ya que cualquier cosa que escribo tiene catarsis pero tampoco quiero cargar mucho las tintas. Empecé a llevar un diario poético, a partir de la ruptura de una relación de pareja. Lo hice para mí, me gustó y lo edité. Reduje a 31 poemas pero había llegado a mucho más. Entre eso y algunas cosas que escribí sobre el amor, fue tomando forma. Me llamaron de Ediciones Godot para publicar un libro y les dije que tenía este material. Así fue. El título es cortito y contundente: El amor. Conecté con algunas cosas que había escrito para algunos artistas que me habían pedido algunos textos. Allí también había mucho amor. Quería transitar un lugar común, vasto, que suele estar en el territorio de la cursilería. Era injusto que fuera así al tiempo que me parecía un desafío. Me parecía más incorrecto hablar del amor que la típica incorrección política que es denostar el amor por cursi. Me gusta esa forma de doblar la apuesta de hacer un libro “de verdad” sobre el amor.
El amor tiene muchas aristas. Hay que sacarlo del lugar común de lo meloso. Tiene mucho de sufrimiento, angustia y miserable. Cosas que no están buenas, necesariamente. Un sufrimiento muy grande, porque si estás enamorado te entregás y aparece esa sensación de quedarte solo, en banda, pedaleando en el aire. Era meterse en el lado oscuro del amor. Los elementos que componen la poesía están presentes en diversos lugares de la lengua. La publicidad, por ejemplo, y ni hablemos de la música, donde la canción es la venganza de la poesía. Me costó darme cuenta de eso y mezclar mundos. De hecho, empecé en periodismo porque me gustaba escribir poesía, para ganarme la vida escribiendo. Cuando aprendí el oficio, dejé de escribir poesía, pensando que eran cosas incompatibles. Me llamaron para editar un libro y les dije: “Lo único que tengo es poesía”, como abriendo el paraguas de “¿querés editar poesía?”. Todo ese prejuicio del que habla Tom Lupo sobre el poeta que pide disculpas por lo que hace. El otro día Tom citaba a Vicente Huidobro con cosas de amor, increíbles. Está a esto de lo cursi pero ¿cuál es el límite? Uno mismo puede ser el límite de lo cursi. También hay otras variantes, tal es el caso de Bukowski. Todo es parte del amor.
Impasse 1: Vamos a la casa de Pablo para hacer la nota. Vinilos y libros se ven en la geografía de su hogar. Mientras Pablo prepara el mate, aparece Victoria Donda, su novia, que saluda y parte con destino desconocido. La conversación gira por distintos rumbos, como el periodismo y la próxima edición del disco de Falopa, su grupo de tango.
El periodismo es un oficio. Algunos rudimentos básicos, y después está en el arte de cada uno cómo ejercer eso. Está bien que sea un oficio, sin elevarlo a la categoría de profesión. Que lo pueda ejercer cualquiera, que no sea como el médico o el abogado, que necesitan una matrícula para ejercer. Hay un determinado consenso social en armar del periodista algo entre cool y heroico. Una construcción que es parte de aprender el oficio. Si presentás una noticia respetando el “deber ser” periodístico podés decir cualquier barbaridad, estando bien afeitado, con traje y todo. Pero ponés un hippie diciéndote cosas repesadas sobre economía internacional y nadie le va a dar bola. Al respecto, el traje y las ojotas de Duro de domar surgieron porque un día fui en ojotas y me iban a dar unos zapatos de mierda. Estaba bueno romper un poco, y que apareciera de traje era raro con esa cuestión del loco y todo eso. Cuando arranqué, me dijeron “venite mañana”. Fui y, la verdad, no sabía qué iba a hacer o por dónde iba a ir todo. “OK, ¿cómo me visto?” En principio, eran remeras pintadas pero la gente de vestuario me dijo que no. “Resalta mucho.” Al final, me puse un traje –incluso me puse un par de veces un frac, con moño y todo–. Miraba el traje, las ojotas… y así quedó.
Con Falopa vamos a grabar nuestro tercer disco este verano y será, creo, doble: uno de guitarras criollas, más a lo Rivero –que es el comienzo de la banda–, y otro en estudio, con otras instrumentaciones, que tiene que ver con cumbias y esas cosas. Saldrá seguro a través de algún sello independiente que lo distribuya. Siempre está la fantasía de “cómo nos ven los tangueros”. En realidad, no sé si el viejo tanguero está muy al tanto de las nuevas movidas. Muchos sí. El otro día lo entrevisté a Raúl Lavié en Quilombo y dijo que le encanta La Chicana, La Fernández Fierro y Alfredo Piro. La Chicana, en ese sentido, fue pionera en lo que tiene que ver con la canción y con componer nuevos tangos. Con esa movida tanguera estamos muy bien. Con la Fernández Fierro también. El CAFF se hizo un núcleo de lo nuevo que está surgiendo en el tango. La Fernández Fierro es una usina de creación. Allí también van turistas y no compran esa cuestión for export que hay. Hay otro tango. Eso está buenísimo. Es un antro rockero donde se está tocando tango, con la bola de espejos dando vuelta. Terminás de tocar y ponen Sumo o Todos Tus Muertos. Después te tomás una birra y listo. Es increíble.
Impasse 2: Pablo habla con seriedad pero sin perder el humor. Llegamos al tema de Barcelona. Prende un cigarrillo y da su punto de vista de por qué dejó de pertenecer a la revista que lo tuvo como director por mucho tiempo.
Mi experiencia en Radio Barcelona fue… uff… raro. Se dio que, por un lado, había un muy buen programa y, por otro, grandes quilombos nuestros que terminaron con mi salida de la revista. Teníamos buena onda con la radio a pesar de que éramos, para lo que es el medio, de oposición feroz. Teníamos oyentes propios pero también estaban los que venían cebados con lo de la Corpo, Macri y todo eso. Hubo un crecimiento muy grande y vertiginoso de la revista y se empezaron a ver diferencias internas como nunca antes habían aparecido. Si hubiera tenido que ver con el desgaste, explotaba de otra manera, y de esta forma salí yo solo. Los motivos por los cuales deciden que estaba jodiendo el proyecto de la revista fueron que fui a la fiesta de la revista Gente con Vicky, que fui a la asunción de Cristina en bermudas y ojotas (esa fue la acusación que me hicieron, molestaron las dos cosas). Después que le di una nota a Noticias en la que aparecí posando con la tapa de Barcelona de “La fuerza del tomuer”. Me parece que ese es el punto. Esa tapa de “La fuerza del tomuer” bajó las ventas. Hubo mucho repudio de los kirchneristas y en la Barcelona saltaron diciendo que era una tapa de mierda. Me sorprendió que se enfurecieran. Además, fue una jugada maestra de Kirchner el morirse. No hubo un político en la historia del país que se haya muerto para dar vuelta una elección. Recordemos que en esa época, Kirchner medía más que Cristina pero no le alcanzaba. Tenía que ir a balotaje, y en cualquier escenario de balotaje perdía. Me gusta esa tapa porque concentraba dos cosas: el aniversario de la muerte de Kirchner y el triunfo seguro de Cristina para las elecciones. Ella estaba con “la fuerza del amor” y nosotros pusimos “la fuerza del tomuer”. Me encantó y creo que sintetiza un momento. Ahí está el problema. El único de la redacción que no votó a Cristina fui yo.