El jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri debe estar empezando a odiar los aviones. Este viernes a la noche llegará a Buenos Aires, procedente de Panamá, adonde gestionó un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo junto al ministro de Hacienda, Néstor Grindetti, al presidente de la Comisión de Presupuesto de la Legislatura, Rogelio Frigerio y al presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger.
Sin dilaciones, el domingo o el lunes partiría hacia Roma para asistir a la asunción del Papa Francisco, acompañado por una sucinta comitiva, formada en principio por su vocero personal, Iván Pavlovsky y el director de Relaciones Internacionales y Protocolo del Gobierno porteño, Fulvio Pompeo.
El actual auditor porteño Santiago de Estrada también fue invitado por Macri a formar parte de la comitiva, aunque aún no confirmó si será de la partida, por motivos personales. De Estrada, que fue embajador en el Vaticano entre 1984 y 1989, durante casi todo el mandato de Raúl Alfonsín, es un profundo conocedor de los pasillos y de los cardenales que ejercen su ministerio en la Santa Sede. Además, por si esto fuera poco, De Estrada es un íntimo amigo de Francisco, desde antes incluso que éste fuera, primero obispo auxiliar y luego obispo coadjutor de Buenos Aires.
Esta relación, que se mantuvo a lo largo de los años, tanto que a De Estrada se lo conoce en el ambiente político como El Obispo, sería la llave para que Mauricio Macri pueda hollar los pasillos del Vaticano con comodidad, un know how que pocos políticos pueden lograr. Es necesario recordar que De Estrada es el hijo de quien fue dos veces embajador en el Vaticano, de 1958 a 1961 y de 1973 a 1976, de quien heredó su nombre completo, además de sus contactos eclesiásticos.