1) En el audio que subí en este post, el diputado -del partido de De Narváez, abogado y periodista- Mauricio D Alessandro me pone como ejemplo de honestidad, cosa que agradezco pues entiendo, desde su dispositivo de significación, como un elogio, entendiendo también que su dispositivo de valoración del kirchnerismo no es el mismo que el mío.
2) Lanata lo corta, con un interrogante profundo. Me abstraigo de su intencionalidad política, no del todo, sino que acepto el desafío de pensarlo porque la intencionalidad política no implica que su investigación pueda ser verdad y el interrogante que formula al espacio simbólico que integro, pueda ser correcto.
3) La investigación en cuestión está entera en el post anterior.
4) Como televidente, como hombre apasionado por la política y como periodista (citado por las personas en cuestión cuando les conviene, jamás sino les conviene: cosa que me da cierto rencor, pero bueno) me parece de una contundencia inusitada. Hay personas autoincriminándose delitos gravísimos, cosa que no es frecuente, bah, todo lo contrario. ¿Queda un hueco, periodísticamente, entre Lázaro Báez y Néstor Kirchner? Sí, queda un hueco, no prueba que haya habido complicidad entre ambos en este caso; PERO, no es un juicio ésto, es periodismo, con intereses e intencionalidades, y yo tampoco tengo ningún elemento para desvincularlos a ambos.
Insert: Vamos al núcleo: ¿se puede tolerar la corrupción en pos de valores superiores? Para organizar la pregunta: como en promedio todos esperamos como piso la moralidad pública; y apoyamos la Asignación Universal, la orientación estatal de la economía (que tiene en la obra pública un pilar fundamental) la ley de medios, la política exterior latinoamericanista, y así, al encontrarnos con fundadas sospechas de corrupción, ¿qué debemos hacer?
5) No hay que tolerar la corrupción pública, jamás. Porque parte de la premisa de que la apropiación privada de los bienes públicos está bien. Y no, está horriblemente mal, razón por la cual los kirchneristas queremos que no haya cautelares para el usufructo de un predio robado por la Sociedad Rural en Palermo o que el Partido Clarín usufructúe ilegalmente el espectro público donde están emitiendo las señales ilegales.
Esa misma razón nos tiene que llevar a repudiar la corrupción de un funcionario público, por más que coincida, o diga coincidir (en el fondo tiene una contradicción enorme) con nuestros idearios.
6) ¿Qué hacer ante ésto?
En primer lugar, aceptar que los mecanismos legales previstos en la literatura jurídica y la práctica efectiva del Poder Tribunal no dan los resultados esperados. La salida teórica, de corto vuelo y manifiesta impotencia política de que “hay que cumplir la ley” lleva al plano de la moral, con resultados a la vista catastróficos, lo que esta respuesta que escribo ( y nadie me pidió) trata, en aras de la eficacia del castigo a los corruptos, de sostener en el campo de lo político. ¿Qué hacemos?
¿Cuáles mecanismos cambiamos?
7) Tras sostener que la principal amenaza al proceso político que defiendo y aliento, al kirchnerismo, es la alcahuetería y la corrupción, me parece también coherente y una salida, tibia, la reforma judicial
8) que la aristocracia del Poder Tribunal esté obligada a mostrar su declaración jurada de bienes no es hacer magia, de acuerdo. Pero es mejor, para rastrear el crecimiento patrimonial de los funcionarios juidiciales que salvan a los funcionarios ejecutivos, por ejemplo.
Pero, en conjunto, aunque creo que va en un sentido, reitero, tibio, de mayor control de los mecanismos institucionales que combatan la corrupción, entiendo que se podrían agregar más propuestas desde el campo opositor y enriquecer estas reformas. Me parece cínico oponerse a cualquier reforma, porque eso es darle la derecha al actual statu quo, que ha permitido que estas denuncias queden en la nada.
9) La honestidad pública debe ser el piso de cualquier discusión política, sólo así podremos evitarnos otro fracaso como la Alianza, otra década cínica como el menemismo y no mezclar los negocios ilegales de Héctor Magnetto, o cautelarizados en el espectro público o la Asignación Universal por Hijo con las gestiones de Jaime y Shciavi, por ejemplo. Para lo cual, necesitamos ahorrarnos nociones higienistas, de maldisimulado racismo, que asoman -y no es el caso de D Alessandro ni Lanata- en ésta situaciones: como por ejemplo, que el peronismo es corrupto o que los nuevos ricos intrínsecamente lo son. Como si los Mitre, Martínez de Hoz, Ratazzi, Bulgheroni, digamos, mearan agua bendita.
10) De la misma manera que no es válido defender la corrupción en aras del proyecto político, o para ponerlo en términos más simples, así como no es válido defender la corrupción en aras de la Asignación Universal por Hijo, no es válido, y ahora yo se los pregunto a ustedes, Lanata y D Alessandro, denostar la Asignación Universal por Hijo o un proyecto político porque algunos de sus integrantes, y si quieren los más encumbrados, son corruptos.
11) El viejo ideario nacional y popular, las posiciones progresistas y de izquierda, son tan legítimas como sus contrarias y contienen tantos inmorales como sus contrarios; y las posiciones políticas no se pueden deslegitimar desde ahí si se pretende enfrentar el cinismo -que existe, no lo niego- de legitimar inmoralidades públicas desde lo bueno o supuestamente bueno del proyecto político.
12) Sobre el final del programa de TV, como en el audio radial subido, Lanata hace el interrogante que intenté, en voz alta, responder. No es una respuesta ya pensada, incluso es un desafío que hizo dudar mucho sobre si no tenía razón. Lo cuento porque me parece una oportunidad para comprender la importancia de la pluralidad de medios de comunicación. Y porque creo en la importancia de revisar, periódicamente y aunque duela, las convicciones por las que alguna vez quisimos cambiar el mundo.
Para revisar si nuestras viejas razones siguen teniendo sentido, frescura y vigencia