Datos de la brutal privatización de la educación post 2003
Hace unos 15 años, publiqué el primer artículo académico en una revista internacional sobre la privatización de la educación en la Argentina. Corrían los últimos años noventa y en ese trabajo se mostraba cómo a partir de los años sesenta del siglo XX, la educación pública iba perdiendo terreno y una parte importante de la población se volcaba a escuelas privadas.
El artículo tuvo cierta repercusión internacional porque el incremento de la matrícula de escuelas privadas era de las mayores del mundo para la época Pues bien, esos números de privatización de la educación suenan a poco si se los compara con los que se produjeron en la década kirchnerista. Vamos a repasar y a resumir algunos datos que ya he publicados, además de revistas académicas, en Infobae y en otros medios y que pueden, por lo tanto, ser revisados con más profundidad.
Entre 2003 y 2011 (último dato oficial) la participación de la educación privada en el total de la educación común subió del 22 al 28,6% , un incremento inédito para tan corto tiempo. En algunas provincias, el tsunami privatizador post 2003 fue imparable. Provincias como Jujuy, Corrientes o Catamarca han tenido crecimiento de alumnos en escuelas privadas por encima de cualquier expectativa internacional.
El crecimiento de alumnos en la educación primaria se dio sólo en escuelas privadas (20%). Las escuelas primarias públicas perdieron 208 mil alumnos desde 2003 (-7%) pero hay distritos donde la pérdida de alumnos es crítica: Gran Buenos Aires -10%; La Rioja -13% o Mendoza -12%, El crecimiento de alumnos en la educación inicial desde 2003 se explica en un 47% por la educación privada. En cuanto a los jardines maternales, con datos de 2011, el 60% de sus chicos van a jardines privados (el 74% en el Gran Buenos Aires, el 66% en CABA). El crecimiento de la educación media post 2003 se explica por la asistencia a escuelas privadas en un 40%.
En resumen, el aumento de alumnos en escuelas privadas después del 2003 se da en una magnitud nunca vista en la historia escolar argentina, a los que se suma que, por primera vez en la historia, las escuelas públicas directamente pierden alumnos.
¿Qué hacía el gobierno kirchnerista mientras la escuela pública se vaciaba?
Según los propios funcionarios, los principales logros educacionales del kirchnerismo se consiguieron en el Congreso con la sanción de un conjunto de leyes educativas. Primero, la ley de 180 días de clase; más tarde la ley de obligatoriedad de la educación secundaria y luego la ley de educación nacional que anulaba la ley federal de educación menemista a pesar de que ésta no solamente fue obra de un gobierno justicialista sino que fue avalada personalmente por muchos de los funcionarios que en los dos mil propugnaban su demonización.
Está claro que todas estas leyes no tuvieron ningún impacto significativo ni siquiera en el campo sobre el que legislaba y en ningún momento se plantearon mecanismos efectivos para fortalecer a la escuela pública. De todas esas leyes, la de financiamiento educativo -que propuso llevar la inversión en educación al 6% del PBI- fue un intento concebido seriamente aunque basado en la presunción errónea de que los problemas de la educación eran centralmente una cuestión de dinero. Lamentablemente fuimos pocos quienes señalamos sus obvias limitaciones y mostramos que la ley en muy poco iba a ayudar a solucionar los problemas educativos argentinos, cosa que ocho años después ha quedado lamentablemente en claro. Para colmo desde 2003, otras áreas sociales aumentaron su financiamiento aun en una magnitud mayor que la educación sin necesitar de leyes. Y, lo más cruel, el gobierno nacional -que fue quien propuso la ley y se adjudicó el éxito de su sanción- fue el estamento que menor esfuerzo financiero hizo, aumentando el presupuesto educativo en apenas un punto percentual, recayendo todo el esfuerzo en las provincias.
Por supuesto, con las leyes no hemos enumerado todas las medidas que el kirchenrismo implementó mientras se vaciaba de alumnos la escuela pública. Falta, entre las más importantes, el intento de mejoramiento de las escuelas técnicas, la construcción de escuelas y la distribución de netbooks en las secundarias. Otras medidas muy difundidas fueron la distribución de libros en estadios de fútbol; la distribución de libros en las playas, el inolvidable material escolar analizando el mundial 2006 (los hinchas pedimos, por cábala, que nunca más hagan algo así a pesar del monumental nivel pedagógico del material y del enorme impacto en las escuelas de los barrios más pobres que el material seguramente habrá tenido), el histórico suplemento dominical que publicaron los grandes diarios argentinos (apenas dos años antes que fueran acusados por el mismo gobierno por delitos de lesa humanidad) con ejercicios de matemática y lengua para resolver sanamente y en familia y el revolucionario canje de deuda por educación.
Esta lista incompleta y desordenada que hemos expuesto marca dos hechos centrales: primero, en su momento fueron aplaudidas por buena parte de una opinión pública que hoy las critica con dureza y, segundo, han sido medidas que, como mínimo, se han mostrado ineficaces para fortalecer a la escuela pública y, como máximo, han sido causantes o al menos contribuyentes a la inédita y relevante merma de sus alumnos.
Mil razones y ninguna explicación
El kirchnerismo, por medio de sus funcionarios, intelectuales o publicistas, aún no ha dado una explicación acabada del fenómeno de incremento de la privatización de la educación acaecido durante su gobierno. Se trata de un tema silenciado y que si bien no ha sido reivindicado como un logro de la gestión (al menos hasta ahora) tampoco fue identificado como un problema en ninguno de los documentos del Ministerio de Educación o del Consejo Federal de Educación, que reúne a los ministros de todas las provincias. Más todavía, este último organismo consagró por unanimidad (y con el consiguiente aval de peronistas K y anti K, radicales K, socialistas y Pro) un plan educativo 2012-2016 en el que el brutal aumento de la matrícula de la educación privada ni tan siquiera es mencionado. Cuando funcionarios, ex funcionarios o intelectuales afines al kirchnerismo explican el fenómeno de esta privatización educativa en la “década ganada”, suelen adjudicarlo al aumento del poder adquisitivo de la población: una mayor cantidad de recursos para las familias habría generado la salida masiva al sector privado de la educación.
El argumento contiene varias lagunas conceptuales; no cierra. Primero, porque supone como si tal cosa, que si el crecimiento económico siguiera aumentando la educación pública seguiría disminuyendo hasta, quien sabe, convertirse en el reducto de un pequeño sector social de mínimos recursos: la idea de escuela pública no ya para pobres, sólo para indigentes. Segundo, porque no considera el hecho de que hay países cuya población no manda a sus hijos a escuelas privadas: los papás no están esperando ganar un mango más para sacarlo de la escuela pública: la Argentina de otras épocas es ejemplo de esto.
Tercero, pero no menos importante, es un argumento economicista pero que desconsidera, paradojalmente, el hecho de que la escuela pública es gratuita y la privada es paga: quienes mandan a sus hijos a escuelas privadas no toman la vacante que por ley les corresponde. Es un argumento que escamotea tanto la realidad que, con la misma lógica, se diría que una persona que, después de tomar el FFCC Sarmiento durante años, a partir del 22-F decide comprarse un auto para ir a trabajar porque ahora tiene dinero para hacerlo, no por la tragedia de Once.
Epílogo
Escribo esta columna y un colega de la Universidad de Buenos Aires comenta por Twitter, azorado, que de los 50 estudiantes de su curso de la carrera de economía en 2013, ninguno, absolutamente ninguno, proviene de escuelas públicas (salvo de los colegios de la UBA). Se trata de una buena imagen del efecto de lo que se hizo y se dejó de hacer en estos años. Una paradoja respecto del discurso de “defensa de la educación pública”. Pero si se miran las acciones y las omisiones de la política educativa se comprenderá que la privatización de la educación en la década K está lejos de ser una casualidad.
Quienes creemos que la escuela pública es un valor en sí mismo, sostenemos que -antes o después de 2015- será necesario emprender un gran debate nacional para resolver, como sociedad, si vamos a valorizar a la educación pública o si la tendencia seguirá como hasta ahora: un sostenido vaciamiento que la va llevando a su agonía.
En resumen, el kirchnerismo, después de 10 años, ha perdido a la educación pública. Sólo le queda anunciar la privatización de la educación como un logro de su gestión. ¿Será después del blanqueo?