Vamos con la data dura, de movida, que es en definitiva la que importa cuando se trata de consecuencias como la muerte, o la muerte en vida. Según cifras de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema, en los pocos años que lleva funcionando ha recibido 12.869 casos y ha tenido unas 13.057 personas denunciadas, de las cuales un 14 por ciento son mujeres y un 86 por ciento son hombres. Entonces estamos hablando, a las claras, de violencia de género y de su posibilidad de derivar en muerte. O en la mismísima muerte en vida. Que no es poco.
Según la ONG La Casa del Encuentro, en 2010 hubo 260 femicidios. En el 85 por ciento de los casos denunciados a la Oficina de Violencia Doméstica, la relación entre la persona afectada y el agresor fue de pareja, y el 48 por ciento de las mujeres afectadas, en esos casos, están entre los 20 y los 40 años. Un año más tarde, en el informe de Investigación de Femicidios en Argentina, que abarca del 1 de enero al 31 de diciembre de 2011, se registraron 311 femicidios. En cuanto a 2012 (del 1 de enero al 30 de junio), se registraron 130 femicidios. Estamos hablando de nuevo, a las claras, de un lamentable fenómeno que pese a las políticas públicas, a veces escasas, a veces desarticuladas, a veces discontinuas, va in crescendo.
En ese panorama, en la Ciudad de Buenos Aires, de ser necesario, la Policía Metropolitana saca a la víctima de la casa que comparte con el agresor y la lleva a uno de los refugios a cargo de la Dirección General de la Mujer. Hablemos, entonces, después del zoom que representó la feroz represión en el Borda, de la Policía Metropolitana.
Desde 2009, la Metropolitana cuenta con el área de Víctimas de Violencia de Género y Protección Familiar, que vaya si tiene un desafío, debido al incremento de la cantidad de casos en la Ciudad, al son del país. Su objetivo es, ni más ni menos, que la erradicación de la violencia familiar, la prevención de la violencia y el esclarecimiento de los delitos intrafamiliares. Todo por medio de las brigadas especiales, llamadas de género, que deben intervenir específicamente en la prevención y en todas aquellas tareas solicitadas por la Justicia de la Ciudad para esclarecer los delitos y contravenciones llevados a cabo en el ámbito intrafamiliar y en delitos contra la integridad sexual, cuyas víctimas pueden ser mujeres, hombres, niños, niñas, adolescentes, personas con capacidades diferentes y de la tercera edad, suministrando una atención rápida, profesional y efectiva. Y hasta ahora, dicen, la tarea viene siendo exitosa. Aunque sea un ladrillo en un muro inmenso.
Las comisarías comunales 4 (Tacuarí 770) y 12 (Valle 1454) cuentan, justamente, con una sección de Víctimas de Violencia de Género y Protección Familiar, en donde se atiende a las víctimas y se reciben denuncias. El área cuenta con un equipo interdisciplinario integrado por psicólogos, trabajadores sociales y abogados, porque se parte de la base de que la problemática tiene múltiples dimensiones, aunque el ojo en compota sea la cara visible: el ojo en compota es el iceberg. El área, además, dispone de un programa de Fortalecimiento Integral para Víctimas con el fin de acompañar a las denunciantes en el difícil camino, casi al modo del juego de la oca, del avance y retroceso que supone el darse cuenta.
El darse cuenta empieza, en los casos de violencia de género contra la mujer, por cada una de las mujeres, cuando tienen con qué sustentar ese darse cuenta y la denuncia posterior: cuando dejan de decirles que ya va a pasar, que todo pasa; cuando logran ser económicamente autónomas; cuando los famosos terceros ya no miran para otro lado y se involucran, y cuando no se les ríen en la cara al ir a la comisaría, tras haber superado el campo minado del miedo y la vergüenza.
Según las estadísticas que maneja la PM hasta el momento, ya se han atendido más de 5.446 casos, así como también se han brindado numerosos talleres, cursos de sensibilización y capacitación a distintos profesionales, instituciones y asociaciones civiles. Según fuentes del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, el trabajo pasa por la construcción de redes que permitan profundizar y expandir la labor en equipo ante una problemática tan compleja como es la violencia de género. Y el femicidio, como su peor expresión.
La data necesaria
Para denunciar casos de violencia de género puede llamarse las 24 horas los 365 días del año al 103 –comando único central Policía Metropolitana–, al 0800-66-MUJER (68537) –Dirección General de la Mujer, área Víctima de Violencia de Género– y al 4370-4600 –Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia, ubicada en Lavalle 1250–.
Lo último
Hace unos días, más de 20 cadetes de la Policía Metropolitana que forman parte de la Brigada de Género finalizaron su curso de capacitación para disponer de más y mejores herramientas a la hora de intervenir en situaciones de violencia de género.
Este curso, que se brinda todos los años a los miembros de la fuerza porteña, fue dictado en la Dirección General de la Mujer, que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad.
La Brigada de Género de la Policía Metropolitana es la división orientada a trabajar específicamente en situaciones de violencia hacia la mujer, tanto en su expresión doméstica, una de las más comunes, como respecto a los delitos sexuales, uno de los daños más graves que puede sufrir la mujer, como la trata.
Esta división de la Policía Metropolitana trabaja apoyándose fuertemente en las denuncias efectuadas, precisamente, a través del 0800-66-MUJER, la línea gratuita para mujeres víctimas de la violencia.
Historia del botón antipánico
Desde mediados de 2011, las víctimas de violencia doméstica cuentan con un botón antipánico que, al accionarlo, emite un llamado de alerta a la Metropolitana. La iniciativa surgió para que, justamente, las víctimas puedan pedir socorro cuando el agresor viole la orden de restricción que se emite una vez que intercede la Justicia en el caso. Este dispositivo, según anunció el GCBA, cuenta con un sistema que permite rastrear la ubicación geográfica de la persona que acciona el botón. “Se están evaluando distintas variantes respecto de dónde ubicarlo. Puede ser en celulares o bien en algún dispositivo que la víctima pueda usar en la muñeca o en alguna otra parte, que le permita accionarlo en caso de emergencia”, explicó en su momento Eugenio Burzaco, exjefe de la PM.
Un caso ejemplar
Tras activar el botón antipánico, Margarita Luisa Miño dio aviso a la Metropolitana, por lo que la fuerza policial porteña identificó a su expareja y la detuvo cuando quiso acercarse a la mujer en el momento en el que se bajaba de un colectivo. El agresor, prófugo de la Justicia, fue interceptado por la brigada del área de Víctimas de Violencia de Género y Protección Familiar. Esto pasó a fines de 2012.
A mitad del año último, el hombre había atacado a Miño con un cuchillo, provocándole varias heridas de gravedad que derivaron en su internación en una sala de cuidados intensivos. En septiembre, la mujer volvió a recibir amenazas telefónicas por parte de su exmarido. “Si no volvemos a estar juntos te mato”, la amedrentaba.
A raíz de este hecho, el fiscal Norberto Brotto, a cargo del Equipo Fiscal “E”, de la Unidad Fiscal Norte, ordenó que además del botón antipánico se iniciaran diversas tareas investigativas para detener al agresor, ya que la víctima lo había visto cerca de algunos lugares que ella frecuentaba. Entonces, las brigadas dispuestas para el caso, previo acuerdo con la damnificada, iniciaron tareas de seguimiento durante octubre, noviembre y diciembre. Fue en ese mes, cerca de las fiestas, cuando la mujer descendió de un colectivo y enseguida detectó la presencia de su exmarido, a menos de 80 metros de ella, en la esquina de Mariano Acha y Avenida de los Incas. Y accionó el botón antipánico. En simultáneo, desde la central de alarmas se alertó a una brigada de la Metropolitana que se encontraba por la zona en la que acostumbraba transitar Margarita. Entre las pertenencias del imputado, se secuestraron –oh, casualidad– dos cuchillos y un fierro plano de 20 centímetros, tipo faca. Finalmente, el detenido fue trasladado a la Comisaría Comuna 4 de la Metropolitana, donde quedó a disposición de la Justicia.
En el país
El Ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Nilda Garré, aprobó una guía de actuación de las fuerzas de seguridad para la investigación de femicidios. La Resolución 428/2013, que hace unos días se publicó en el Boletín Oficial, tiene como objetivo “institucionalizar”, en el marco de las fuerzas federales, “estándares mínimos de actuación para el lugar del hallazgo basados en las técnicas generales e internacionales de la criminalística y la medicina legal, incorporando una perspectiva de género que dé cuenta de la normativa vigente en materia de derechos humanos”.
“La intención es que la norma se aplique sin perjuicio de las instrucciones de las autoridades a cargo de la investigación judicial”, según añade la disposición. Esta guía de actuación pauta el accionar de las fuerzas “en la escena del hallazgo de un cadáver de una mujer o de una persona con identidad de género femenino, las cuales dan cuenta de las características con las que suelen presentarse este tipo de delitos y por lo tanto permitirían identificar y relevar indicios útiles para la posterior investigación judicial”, sostiene la resolución.
La normativa agrega que los agentes “deberán garantizar el resguardo de la integridad de víctimas, presuntos autores o partícipes y de toda persona que intervenga en la escena del hallazgo”. Destaca, también, que “la preservación de la escena resulta fundamental para que los responsables de la investigación puedan llevar adelante el proceso judicial considerando la mayor cantidad de indicios fieles de los acontecimientos”.
Para ello, los efectivos deberán tomar “medidas de precaución para evitar la introducción de nuevos elementos en la escena del hallazgo ni alterar las condiciones de conservación o disposición de los elementos allí presentes”. En este sentido, los miembros de las fuerzas estarán obligados a usar mamelucos de protección, barbijos y guantes de cirugía. También, deberán “cubrir su calzado con coberturas idóneas y evitar el desprendimiento de cabello a través de la utilización de cofias”.
Además, como si fuera una evocación de resonantes casos bonaerenses, insta a “prevenir el ingreso de cualquier persona que no esté debidamente vestida con ropa de protección que evite contaminaciones, incluyendo fiscales, jueces y otros”.
El año último, el Congreso sancionó la ley que modifica el artículo 80 del Código Penal para incluir los homicidios por razón de género y eliminar la posibilidad de reducción de penas a quien asesine a una mujer habiendo realizado anteriormente actos de violencia contra la víctima.