El hecho se produjo poco después de las 10 en una sucursal del Banco Ciudad de Triunvirato al 4600 (y Blanco Encalada), en momentos en que había una importante cantidad de jubilados esperando para cobrar, aunque casi nadie notó el atraco.
Todo comenzó cuando un auto estacionó en la cuadra de enfrente del banco y de él descendieron tres hombres vestidos como rabinos, mientras otro se quedaba al mando del volante.
Los tres falsos religiosos judíos cruzaron la avenida Triunvirato e ingresaron al banco sin llamar la atención, “como cualquier cliente”, indicaron las fuentes policiales.
Enseguida se dirigieron al subsuelo de la institución, donde están situadas las cajas de seguridad, y allí se presentaron ante un guardia de seguridad y la empleada encargada de la atención en el sector.
Inmediatamente los delincuentes sacaron armas de fuego y, con dos llaves de sendas cajas, exigieron a la empleada la llave maestra necesaria para poder abrirlas.
Trascendió que los maleantes habrían querido robar otras dos cajas pero no tenían las llaves respectivas. Así, estuvieron en el lugar unos 15 minutos, durante los cuales los ladrones robaron el contenido de las cajas y salieron nuevamente sin despertar sospechas, dejando a los empleados retenidos en el área a la que habían entrado.
A ello contribuyó el hecho de que las cajas de atención al público están ubicadas en el primer piso de la entidad.
Pero durante ese lapso se dieron cuenta del robo en la casa central del Banco Ciudad, a través del circuito de las cámaras de seguridad, indicaron los voceros policiales.
Entonces desde el microcentro porteño avisaron a las autoridades de la sucursal, que inmediatamente implementaron el protocolo de seguridad, que incluye el cierre de las puertas, pero ya los ladrones habían huido.
El hecho generó incertidumbre entre los clientes, como los jubilados que pretendían cobrar sus haberes ante el fin de semana largo y vieron demorada su atención.
Pero la inquietud mayor fue de los poseedores de cajas de seguridad, que se concentraron en la sucursal para determinar si habían sido víctimas del saqueo.
Tras el particular asalto, los investigadores abordaron un abanico de teorías para esclarecer el hecho. Para ello, pusieron especial atención en que los ladrones apuntaron en principio a un número muy limitado de cajas y que tenían las llaves de dos de ellas.
En ese sentido, trataban de establecer si se las sacaron a alguien a quien asaltaron previamente, posiblemente con el dato de que la víctima sería poseedor de dinero u otros bienes en los cofres. Asimismo, se especulaba con que si el hecho pudo haber sido una “mejicaneada” entre delincuentes.
Los detectives esperaban la aparición del o los dueños de las cajas para determinar el contenido y las circunstancias en las que los ladrones se apropiaron de las llaves.
En la investigación del caso intervienen la comisaría 39 y el fiscal José María Campagnoli.