Como era previsible, el “Chico del Rodete” y la “Chica ?” no se pusieron de acuerdo. Es grave, así el país nunca va a poder salir adelante. Si los próceres argentinos no dialogan, todo se hace imposible.
La joven modelo Karina Jelinek (la “Chica ?”) la puso en blanco sobre negro. “Fue un parto, bastante difícil. Me di cuenta de que traté con un psicópata, mentiroso y mitómano, así que sigo esperando y confiando en la Justicia”. Es difícil darse cuenta qué tiene que ver la confianza en la Justicia con el hecho de enfrentarse con un “psicópata, mentiroso y mitómano”. No queremos pensar que el muchacho de la Ferrari no tenía con qué bancarla, por lo de “mentiroso y mitómano”, digo.
Luego, llegó el momento de conocer los problemas de la “Chica ?” con las matemáticas y la geografía. “Las actitudes de Leo se vieron en todos lados, los 4 millones de personas y sus alrededores, es una separación difícil”, remató con la soltura de los que tienen calle, aunque no tengan academia.
Por su parte, el “Chico del Rodete” fue escueto, lacónico, conciso, sucinto. No se sabe si esto fue a causa de una cierta prolongada inactividad neuronal que sufrió o por el contagio de su compañía femenina reciente. Lo que sí, fue al hueso al afirmar que no abandonará el confortable departamento de Avenida del Libertador que comparte con su ex morocha, porque “no se puede plantear exclusión del hogar por infidelidad”. ¡¡¡Eso es tenerla clara!!! Sépanlo, chicas. No nos vamos a ir así nomás por el simple hecho de andar rondando otros tálamos.
Finalmente, el “Chico del Rodete” mostró su costado sensible. “Yo nunca la amenacé y eso quedó asentado”, afirmó, con un ojo sobre la ley y el otro sobre la bella humanidad de su ex morocha.
Luego, el joven -con vista de halcón- avanzó sobre el patrimonio. “Ella tendría que abandonar el departamento, porque el plazo está vencido”, afirmó, aunque luego reconoció que carece de la titularidad del bien supuestamente común. “Yo le ofrecí otro departamento a Karina, pero no lo aceptó”, relató, sin informar la locación del inmueble y menos aún, su valor monetario y las comodidades. Algún guarro podría suponer que era un ambiente en Villa Lugano.
Finalmente, impiadoso con el coeficiente intelectual de la morocha, el joven, sin la más mínima caballerosidad, azotó con un lapidario “no sabe ni qué significa la palabra psicópata”.
Así no. Yo no sé cómo es, pero así no es.