Piardía o ingenuidad, o un poco de ambas: en el macrismo dicen que en 2015 “sí se puede”. Que el sueño de Mauricio Macri presidente –acaso más de ellos que del propio protagonista– esta vez puede concretarse. Previsibles, en la hipótesis trazan un escenario optimista sobre dónde está parado ahora su líder y por qué podría haber final feliz. Paradójico: esta vez, un obstáculo podría ayudar a destrabar. A diferencia de 2007 y 2011, Macri ya no podrá encerrarse en un cuarto para decidir con su gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba y su más que amigo Nicolás Caputo la chance de acovacharse en el vecindario.
“Esta vez está convencido, en serio”, insisten con entusiasmo dirigentes que lo ven a diario. Algunos son los mismos que lo repetían hace dos años. El propio Jefe de Gobierno, a fines de 2010, enumeraba en privado proyecciones económicas apocalípticas que harían caer a Cristina y le abrirían la puerta a él para ir por la Presidencia. Aquella vez le pifió a lo primero y no se animó a lo segundo. Como a los chicos, al expresidente de Boca le gusta jugar los partidos que sabe que va a ganar.
Por estas horas, en el macrismo sacan cuentas en voz alta, tomando como parámetro las primarias de agosto y de cara a las generales de octubre. Dan por hecho otro triunfo en la Ciudad (un distrito donde el Pro, con Macri o con Gabriela Michetti a la cabeza, se volvió hasta ahora imbatible) y suman buenas performances en Entre Ríos (aliados con Alfredo de Angeli quedaron segundos), Santa Fe (el humorista Miguel del Sel está consolidado también como primera escolta), Córdoba (el exárbitro Héctor Baldassi sorprendió con un decoroso tercer lugar) y San Juan (el abogado Eduardo Cáceres sorprendió y ganó la interna de Compromiso Federal, que a su vez triunfó en la provincia de los Gioja).
“Es el único presidenciable con un armado nacional propio”, exagera un funcionario de la Ciudad. ¿Y la provincia de Buenos Aires? “Si bien es cierto que en todos estos años no pudimos generar un candidato ahí, ¿qué otro presidenciable tiene un delfín? Si Scioli y Massa juegan la nacional, ¿a quién tienen? ¿A Espinoza? ¿A Giustozzi?”, continúa su razonamiento el dirigente. La comparación, chicanera para los intendentes de La Matanza (por ahora kirchnerista) y Almirante Brown (massista), viene con trampa. Si se lanzan a la pelea nacional, tanto el gobernador como el jefe comunal de Tigre, o al menos uno de los dos, contarán con una ventaja relativa: el peso del sello del PJ y del aparato partidario, que garantizan un piso de votos del que hoy carece el macrismo.
Cuando el Pro hizo pie en la Provincia fue de la mano de Francisco de Narváez, en 2009. Lograron vencer a Kirchner. Hoy, aquello es prehistoria. De Narváez no es aliado, y si lo fuera, vale entre un cuarto y un quinto que hace cuatro años.
La alternativa que agitan hoy en el Pro es hacer jugar a la vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, de buena imagen entre los porteños y con domicilio en Castelar. Varios macristas, en especial el ministro de Gobierno, Emilio Monzó, se quedaron con las ganas de mudar a Michetti. Creen que faltó presión de Macri para concretar el traspaso. Ahora, descartada esa opción, piensan en Vidal. Recuerdan que su marido, Ramiro Tagliaferro, milita en el oeste del GBA. Con un detalle: en agosto, ante la falta de un armado macrista, el hombre encabezó una lista de concejales dentro del Frente Renovador de Massa. La “anécdota” esconde uno de los fantasmas que sobrevuela al Pro. Es casi un juego de palabras: “macristas” que pasarían sin vergüenza a ser “massistas” si el pronóstico lo amerita.
La irrupción del intendente de Tigre también sepultó una alternativa que parecía más viable en 2011 y es que Macri capitalizara una buena porción de peronismo opositor. En las vísperas del poskirchnercristinismo, el loteo del PJ lo disputan Scioli y Massa.
Una encuesta hecha en la provincia de Buenos Aires poco después de las primarias juega con seis escenarios de balotaje para 2015. En tres aparece Cristina. Al único que le ganaría, según ese sondeo, es al actual jefe de Gobierno (40,6% a 31,1%). En cambio, perdería con Massa (41,7% a 33,1%) y con Scioli (34,2% a 31,5%). El intendente y el gobernador también vencerían a Macri en esos hipotéticos escenarios de segunda vuelta (69,9% a 15,3% y 41,1% a 32,1%, respectivamente). Por último, Massa (el de mejor performance, de acuerdo con este trabajo hecho con 600 casos) superaría a Scioli por 47,4% a 34,1%.
Por la distancia con la próxima presidencial (dos largos años) y por lo acotado del trabajo (solo tierra bonaerense), no deja de ser una trivia para curiosos. Pero anticipa las dificultades que puede tener Macri si finalmente se lanza.
Otra encuesta, también en Buenos Aires, de 1.600 casos, lo ubica a Macri tercero en una eventual presidencial. Llegaría a 9,1%, debajo de Scioli (25,3%) y Massa (21,9%). Luego aparecen Hermes Binner (5,9%), Elisa Carrió (4,3%) y Julio Cobos (3,4%).
La apuesta del macrismo es, justamente, que el escenario quede partido en cuatro o cinco pedazos, sin grandes favoritos. Algo parecido a lo que ocurrió en 2003 cuando Kirchner, segundo apenas por encima de los 20 puntos, terminó consagrado presidente. “Con veintipico por ciento podríamos llegar a un balotaje y ahí es a todo o nada”, se ilusionan en el Pro. Y repiten que, con este panorama, esta vez “sí se puede”.