Sumido en el fragor del acto y movilización que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) organizó en Córdoba este miércoles, para reclamar por la apertura integral de urnas, Marcelo Ramal charló con NU, con calma, como si estuviera dando una clase de economía en la facultad. Es que está acostumbrado al ruido, las corridas, al clima de denuncia. Tras las elecciones del 27 de octubre, el FIT se concentró en la provincia mediterránea por un posible fraude: en los últimos comicios se votó con muchas boletas de las PASO, hecho que la Justicia electoral igualmente validó por considerar que efectivamente los electores de izquierda eligieron esa alternativa. Sin embargo, en unas mil mesas se desoyó o se desconoció la disposición –para el caso, es lo mismo–, razón por la cual los votos de la izquierda sufragados en esas mesas fueron anulados. De no mediar esa situación, Liliana Olivero posiblemente sería diputada nacional por Córdoba. La cuarta diputada nacional del FIT. Se trata de una diferencia de 1.200.000 votos. La denuncia pasa entonces, ni más ni menos, por una banca. De allí, la solicitud del recuento voto por voto. En eso está, justamente, el histórico dirigente del Partido Obrero al momento de hacer la entrevista.
–¿Qué papel asumirá la banca de izquierda que usted representa en la Legislatura?
–Vamos a delimitar implacablemente la política de entrega del patrimonio de la Ciudad al capital financiero e inmobiliario, levantando la agenda de las aspiraciones populares, a partir de iniciativas contra la precarización laboral, por la defensa de la salud y el hospital público y por la vivienda popular, entre otras. Y antes de asumir la banca, profundizaremos la denuncia respecto a la política actual que en la Legislatura se manifiesta en el pacto entre el Pro, el kirchnerismo y parte de Unen para votar antes del 10 de diciembre un paquete de 40 leyes orientadas al remate de las tierras públicas de la Ciudad. El denominador común pasa, en tal sentido, por los predios de Parque Roca, Parque de la Ciudad y el proyecto de las megatorres en Costanera Sur. Ese pacto lleva la marca de IRSA. El presupuesto porteño hoy está desguazado en cajas paralelas, como son la Corporación Puerto Madero y la Corporación Buenos Aires Sur, AUSA y el Banco Ciudad, que expresan un contubernio entre Macri y los principales bloques de la Legislatura. El presupuesto debe ser uno solo, sometido a debate y control. Esas corporaciones son privatistas. Por eso, hay que ir por el resguardo de las tierras públicas ociosas de toda forma de especulación inmobiliaria. Su fin debe ser la vivienda social –por allí pasa también nuestra agenda legislativa–, sanitario, cultural, educativo, pero nunca volcado a los negociados. También pelearemos contra el derrumbe hospitalario, básicamente para mejorar la condición laboral y salarial de los enfermeros y enfermeras que trabajan de 12 a 14 horas con un sueldo básico de dos mil pesos. Iremos por una jornada de seis horas, contemplando que, según la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad, la canasta familiar ronda los 8.600 pesos. También iremos por mejoras, en el mismo sentido, para los médicos residentes. Otra cuestión para combatir es la precarización laboral de los jóvenes: más del 60 por ciento se encuentra en esa situación, en la que el Estado macrista es el principal responsable porque emplea personas bajo esas condiciones.
–¿Qué balance hace respecto al lugar que ocupó el FIT en las últimas elecciones?
–Hay una impasse política de los oficialismos y de sus principales opositores. En la Legislatura, el macrismo quedó en el mismo lugar. Unen mostró sus inconsistencias políticas internas, lo que se traducirá en una diáspora de bloques y minibloques. El kirchnerismo carga con la pérdida de su senador. Se reforzará la tendencia al cogobierno legislativo. Esto se advierte, como decía, en el trámite acelerado del presupuesto o el paquete de leyes que plantean un remate sin precedentes del suelo urbano. Por nuestra parte, incrementamos los votos en un 40 por ciento respecto a las PASO, lo cual nos permitió alcanzar esta banca, aunque no logramos el ingreso de Jorge Altamira al Congreso, por décimas. Más allá del papel divisionista de la candidatura de Luis Zamora, quien rechazó una presentación en común, el resultado refleja un retraso en la respuesta del pueblo de la Ciudad a una crisis política y económica de fondo, comparado con lo que ocurre con las votaciones en distintos puntos del interior. La crisis y el impactante desarrollo nacional del FIT superarán ese desfase. La banca obtenida será una poderosa palanca, junto con la militancia y el apoyo popular.
–¿Por qué cree que más gente confió en la izquierda?
–Por la declinación del kirchnerismo, que agotó sus recursos económicos y políticos. La inflación, el salario real en caída, el derrumbe energético y ferroviario alimentan esa situación. Y el resto de la oposición nacional es una versión desmejorada del menemismo. Esta confianza en la izquierda se asienta, además, en trabajadores peronistas que se animaron a saltar la valla y confiar en nosotros.