Los pueblos que no transmiten su propia historia de generación en generación son similares a los padres que no enseñan a sus hijos a sobrevivir. Las generaciones futuras estarían, si esto ocurriera, condenadas a repetir los errores de sus antepasados y su único destino posible sería la desaparición o una precaria supervivencia.
Un pueblo que hereda la historia y el conocimiento atesorados por sus antepasados es un pueblo que hereda una clara conciencia sobre su destino y sobre su lugar en el mundo.
El patrimonio histórico es así mucho más que algo viejo. Es la herencia de nuestros mayores. La conciencia de que lo que estamos haciendo hoy es una continuidad histórica, un mandato que nos es legado. Es, en una palabra, el testimonio de que existió en el pasado común un pueblo que construyó una cultura que las nuevas generaciones deberán honrar, mejorar y, finalmente, legar a sus descendientes.
La Barraca Peña
Los sucesivos gobiernos que se aposentaron en Bolívar 1 no fueron celosos defensores de la herencia de sus antepasados. De esta manera, en aras de los negocios de los modernos emprendedores de la Ciudad de Buenos Aires, se perdieron edificios, monumentos, testimonios y documentos que daban cuenta de un pasado que por no haber sido conservado es desconocido por muchos porteños.
En el barrio de La Boca existe un complejo edilicio que es uno de los más viejos de la Ciudad, y aún se mantiene –aunque dificultosamente– en pie. Está situado en la avenida Pedro de Mendoza, entre las calles Cerri e Irala, y se lo conoce como Barraca Peña. Su estado de abandono es proverbial, una muestra acabada del concepto que tienen las autoridades actuales sobre el patrimonio cultural de los argentinos.
La construcción original data de 1774, cuando un empresario gallego llamado Francisco de la Peña y Fernández instaló allí su barraca para comerciar frutos. De aquellas paredes ya nada queda. Las que existen datan de 1860, cuando la propiedad pasó a ser de Emilio Vicente Bunge, que instaló una barraca lanera, cuya comercialización fue anterior al estallido de la ganadería vacuna y la agricultura, que serían las actividades económicas alrededor de las cuales se desarrolló la Argentina desde los últimos años del siglo XIX.
Ubicados en sentido este-oeste, existen tres edificios que se construyeron entre 1840 y 1860. En uno de ellos, de dos niveles, existieron un almacén, una pulpería y un piringundín para solaz de los marineros. Estos primero tomaban unas copas en la pulpería, luego trataban de mitigar la soledad de los mares en el piringundín y finalmente podían adquirir algunas vituallas en el almacén.
En el segundo edificio, que tiene tres pisos, funcionó alguna vez la barraca lanera de Bunge. La última edificación, la más antigua, estuvo dedicada alguna vez a la comercialización de frutos del país.
Cerca de la calle Irala se encuentra la antigua Estación Barraca de Peña, la segunda más antigua de la ciudad después de la de Caballito (que fue construida en 1865), cuyo edificio actual data de 1872.
Un proyecto de desarrollo
En 2004, la Legislatura sancionó la Declaración 2.559/04, por la que se aprobaba un plan estratégico para el desarrollo del barrio de La Boca.
Uno de sus ítems principales era la instalación de centros de atracción turística –el turismo es la principal actividad productiva de la Ciudad–, teniendo en cuenta que el barrio es uno de los lugares más visitados por los turistas, aunque tenía solo dos puntos de atracción hasta ese momento, que eran Caminito y, en menor medida, el Puente Transbordador, de los que solo hay siete en el mundo.
El desafío se centraba en utilizar al turismo para mejorar el nivel de vida de los habitantes del barrio y no solamente promocionar la tarea de las empresas turísticas, que eran los grandes beneficiarios de la actividad. Lo que se proponían era transformar al barrio como un destino que se pudiera recorrer. Esa apertura permitiría que el turista frecuentara los diferentes puntos de atracción de la zona y que el dinero gastado quedara en manos de los emprendedores boquenses.
Para desarrollar ese esquema, se creó la Unidad Ejecutora de Obras y Proyectos para la Promoción Turística del Barrio de La Boca, en octubre de 2006, cuyo titular designado fue el exlegislador Milcíades Peña.
“En el esquema propuesto era necesario resolver varias cuestiones. Había que mejorar la avenida Almirante Brown; restaurar las fachadas de la avenida Pedro de Mendoza; reubicar el asentamiento bajo autopista; mejorar la costa del Riachuelo; construir las viviendas sociales para reubicar a los habitantes del asentamiento; construir una recova para que las organizaciones sociales pudieran vender sus productos en el barrio; recuperar el puente Avellaneda; poner en valor Caminito y desarrollar un Plan de Seguridad”, relató a Noticias Urbanas el extitular de la Unidad Ejecutora.
“El plan era que la Barraca Peña fuera el centro de la nueva actividad turística. En el lugar, incluso, íbamos a armar un Museo Arqueológico y también nos proponíamos que estuviera la sede de Turismo, de la propia Unidad Ejecutora y del centro de interpretación urbanística. Queríamos, además, reconstruir el viejo almacén El Triunfo, asentar un centro cultural y hacer todo eso en el marco de una intervención integral relacionada con la historia y el patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires”, expresó Peña.
“En esta tarea llegamos a recuperar la Estación Barraca de Peña, adonde llevamos un vagón cultural. Un grupo de trabajadores ferroviarios nos regaló el cartel original con el nombre de la estación, que habían conservado y que no se lo iban a dar a cualquiera. Todo estaba armado para hacer una tarea importante, pero el 10 de diciembre de 2007 terminó nuestro mandato”, se indignó el exfuncionario.
“Antes de que asumieran los nuevos funcionarios vinieron a recorrer la barraca Humberto Schiavoni, que iba a ser el presidente de la Corporación del Sur; Francisco Cabrera, que iba a ser el ministro de Desarrollo Económico, y Hernán Lombardi, que fue el ministro de Cultura y Turismo. Con ellos recorrimos las obras que estábamos haciendo, les transferimos toda la información y les informamos acerca de la licitación para la puesta en valor de la barraca, que contenía hasta un acápite destinado a una excavación arqueológica, ya que en la zona se encontraron piezas muy valiosas. Incluso, hay quienes piensan que la primera fundación de Buenos Aires podría haberse efectuado en las cercanías del lugar”, expresó Peña a Noticias Urbanas.
La polca del escatimador
Junto con la información sobre los proyectos y la licitación, los funcionarios salientes les entregaron a los que llegaban una lista con algunos terrenos que podían ser utilizados para construir las viviendas sociales de los ocupantes del asentamiento bajo la autopista, pero los lotes fueron luego escatimados a la información pública mediante ingeniosas artes de birlibirloque, por lo que su destino es, hoy por hoy, desconocido.
Cuando se busca información sobre ellos, esta no existe y todas las dudas apuntan sobre el arquitecto Jorge Sábato, subsecretario de Proyectos de Arquitectura e Infraestructura, que fue quien concentró toda la información cuando ofició como enlace del área de Planeamiento Urbano en la transición entre las administraciones de Jorge Telerman y Mauricio Macri.
Un vals judicial
Tras la polca sabatiana, el titular del Juzgado N° 3 del fuero Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, Pablo Mántaras, resolvió, el 13 de noviembre último, una medida cautelar solicitada por Milcíades Peña, ordenando al Gobierno porteño que “adopte en forma urgente las medidas que resulten apropiadas a efectos de detener el proceso de deterioro del complejo denominado Barraca Peña”.
El juez señaló que el Gobierno “deberá evaluar la procedencia de las acciones propuestas en el informe del arquitecto Juan Pablo Pekarek”, que presentó Peña en su solicitud de amparo, solicitando luego que, “en caso de no adoptarse alguna de ellas o de implementarse medidas sustitutivas”, el Gobierno fundamente “en autos tal proceder, dentro del término de cinco días”.
El segundo punto de la resolución del juez Mántaras es otra orden. El Gobierno deberá elaborar, en un plazo de diez días, “un informe técnico pormenorizado del estado actual del conjunto edilicio que conforma la Barraca Peña, en el que se detallen las medidas conducentes para su reconstrucción y restauración”.
Patrimonio o negocios
Existen especies inaccesibles a la pereza, como las golondrinas que migran a distancias que llegan a 12 mil kilómetros de sus hogares; o inaccesibles al honor, como el incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké, que “no se quiso eliminar como un caballero cuando la apropiada venganza lo conminó”, según el relato de Jorge Luis Borges; o inaccesibles al saber, como Marco Junio Bruto, que de tan ignorante que era asesinó a su protector y padre adoptivo Julio César pensando que lo hacía por el bien de Roma, cuando era evidente que este era su personaje más importante.
Lo peligroso nos ocurre a los ciudadanos cuando estos hombres inaccesibles se encaraman al gobierno con un discurso que abandonarán no bien lleguen al sillón y administrarán los ahorros sociales como si fueran propios, sin respetar el patrimonio de los ciudadanos. Porque si dejan que se deterioren los vestigios de la historia, ¿qué no serán capaces de hacer con el presente?