La esquina de Monroe y Holmberg anuncia rimbombante, cartel amarillo mediante, la inminente construcción de la nueva sede de la Comuna 12 (Coghlan, Villa Urquiza, Saavedra y Villa Pueyrredón), que actualmente sigue operando en Miller 2751, en el mismo barrio. Una esquina más allá, sobre Holmberg y las vías del ferrocarril Mitre ramal José León Suárez, reinan los escombros. Y son justamente esos escombros el germen del problema. Resulta que el viernes 17, por la mañana, los vecinos del edificio de Holmberg 2540 tuvieron la sensación de estar viviendo un sismo. Los temblores en sus departamentos, contaron a Noticias Urbanas, fueron terribles. “Sentimos que se nos venía la casa abajo, que iba a haber un derrumbe”, dijeron, casi a coro.
Es que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tiene previsto erigir en la esquina mencionada el nuevo edificio de la sede comunal y, para eso, puso manos a la obra (aunque, llamativamente, esa obra no tenga cartel oficial que la anuncie ni que mencione a la empresa constructora a cargo, a la inversión empeñada o a los plazos de finalización). Lo cierto es que ese viernes, cuando Buenos Aires se entretenía una vez más con el infierno de turno, los vecinos de Holmberg 2540 tuvieron que parar a los operarios que estaban trabajando al lado, a pura máquina, por los incesantes temblores en sus viviendas. Y por las rajaduras del edificio que las alberga. En ese sentido, Beatriz Massanisso denunció este lunes: “El viernes se agrietó el edificio y, ante el peligro, los vecinos paramos la demolición de esta obra que empezó hace 20 días, aproximadamente. Pero el gobierno macrista hizo caso omiso y hoy volvieron a demoler como si nada. Nosotros vimos cómo caían los bloques desde la medianera”. Ese día tuvo que intervenir la Metropolitana para evitar una posible trifulca.
Lo que siguió fue el pedido de los vecinos del nombre del responsable de la obra. Nada. También pidieron hablar con un funcionario responsable de Planeamiento. La respuesta del GCBA, también provista a NU, es que la construcción supuestamente afectada es vieja, no tiene mantenimiento y, además, fue ocupada hace 30 años. Ah, y que las múltiples rajaduras ya existían. Lo mismo que antes: nada. Ahora, si las fisuras, que bordean todo el perímetro del edificio, ya existían, ¿no sería sensato frenar la labor de la maquinaria?
“Hicimos tanto lío que vinieron de Planeamiento y prometieron frenar la obra y traer personal capacitado para trabajar en el lugar. Pero, en realidad, se frenaron por nuestra convocatoria a los medios de comunicación. Y huyeron como ratas ante la aparición de las cámaras de televisión”, explica Beatriz, quien sube con dificultad las escaleras para mostrar desde las entrañas de su casa las grietas que se ramifican. Massanisso padece una anemia que casi no la deja respirar. Encima en el edificio están sin gas, y estuvieron sin luz y sin agua. Justo cuando comenzaron las obras de la sede comunal. Desafortunada coincidencia.
Ahora bien, aquí hay un tema de fondo que no habría que dejar de tratar: que los terrenos de la zona, el de Holmberg 2540 es solo un ejemplo, forman parte del espacio relativo al programa de recuperación de la traza de la ex AU3 (Ley 324 de la CABA), que tiene como objetivos la reconstrucción del tejido urbano y social del área, la atención “en forma integrada y coordinada” entre los diversos organismos de gobierno, de los problemas sociales de los beneficiarios y, fundamentalmente, la generación de vivienda económica destinada, precisamente, a dichos beneficiarios y la creación, en paralelo, de una solución habitacional definitiva, que garantice la estabilidad habitacional de los mismos. La familia de Beatriz, que el viernes próximo se mudará a un edificio a estrenar de Mendoza y Holmberg, encuadrado en tal programa, es una de las 20 que habitan el edificio de Holmberg, beneficiaria de aquel proyecto. Y en el barrio son cientas. “Como nos vamos a ir, será por eso que no les importa tirarnos la casa abajo. Este gobierno es muy desprolijo. No nos oponemos a que se hagan cosas, pero esta no es la manera”, precisa Massanisso.
Es que Holmberg al 2540 viene siendo muy castigado. “Un mes antes de las últimas elecciones, el Gobierno porteño inauguró el sapito de esta cuadra, de una sola mano. Faltan barandas, casi no tenemos vereda. El viernes, el día que tuvimos que frenar la demolición de al lado, un auto casi mata a un nene que se cruzó. Es un desastre. La nuestra es una construcción que no puede aguantar más nada. Ya tenemos bastante con el tren y el movimiento constante que genera el nuevo túnel”, precisa Alejandro Guevara, otro de los vecinos afectados.
“Tenemos el apoyo del diputado Alejandro Bodart, que está presentando un pedido de informes al Poder Ejecutivo en estos días”, agrega. “No vamos a bajar los brazos, aunque nos mudemos. Hay que terminar con el egoísmo y la actitud del ‘no te metas’”, expresa, esperanzada, Beatriz. Será por eso que la puerta de su casa aún conserva unas guirnaldas navideñas.