En el Polo de la Capital se plantea una fuerte puja entre una política restrictiva y pequeña encarnada por representantes de lo viejo y distintos sectores del peronismo, que plantean la necesidad de ampliar la base social de la fuerza.
La discusión se desarrolla entre quienes, desde supuestos lugares de poder, pretenden ser "administradores" de lo que construya en la Provincia de Buenos Aires el Padre Luis Farinello – cuya intención de voto ronda, a esta altura, el 20% – y quienes plantean la necesidad de imprimirle a la fuerza una dinámica propia, con contenidos apropiados para el distrito.
La contradicción entre los que, voluntaria o involuntariamente, están por una política restrictiva y marginal choca con los que desde una política de mayorías juegan a un crecimiento sostenido de la fuerza y a instalarla en la política grande, en el centro del debate político.
Esto se expresa claramente en la ausencia del Polo Social en la discusión de los problemas de la Ciudad, en el retraso de la presentación de la fuerza en sociedad, en la farinello – dependencia y en la confusión entre lo que significa la construcción de una fuerza política y la manera de articular una arquitectura electoral.
La necesidad de que los sectores que legítimamente luchan por sus derechos se sientan representados y que se logre dar cauce a su lucha es una de las tareas que el Polo no debe soslayar. Dar expresión política a la protesta y encabezarla requiere de una inteligencia colectiva y una organización acorde con ello. De lo contrario, se correría el riesgo de articular una fuerza marginal, de poca utilidad para los objetivos que el Polo se propone.
En fin, en una fuerza nueva se torna imprescindible que las concepciones viejas, pequeñas y marginales sean desterradas de raíz. Parece fundamental que esta disputa se resuelva lo menos traumáticamente posible, dando origen a una fuerza política e ideológicamente sólida.