Son las doce y media pasadas, en alguna esquina del barrio de Palermo, que Beto elige como escenario para concretar el encuentro. El clima es denso, el aire falta. Humedad sobra. Típico viernes pretormenta de otoño. Sin embargo, los detalles climatológicos quedan de lado cuando Bautista Casella abre la puerta y saluda amablemente, con una sonrisa radiante, mientras invita a pasar.
Es un rockstar. Con sus Ray-Ban al estilo Dylan, ropa oscura –ligeramente ajustada– y un tatuaje de considerable tamaño en su brazo izquierdo, el periodista oriundo de Haedo ofrece algo para tomar, mientras calentamos motores antes de empezar.
Se confiesa obsesivo de la comunicación, pero eso no atenta contra su desenfado. El humor es la clave, dice. Hace una semana que decidió ponerse al hombro la primera mañana de Radio 10, una franja sensible de la emisora que después del despido de Longobardi nunca más pudo volver a liderar.
–¿Cómo acomodás eso de venir del “entretenimiento” a la primera mañana de Radio 10, teniendo a Longobardi –líder en audiencia– en la vereda de enfrente? Con todo lo que eso implica, claro.
–Mi concepto de radio no respeta la agenda tradicional de la AM, de la primera mañana. No me siento obligado a la típica “nota casete” con el funcionario o político opositor, “buen día, ministro” y toda la perorata. Porque es un concepto que me aburre, que es más de lo mismo. Que sirve para sacar un título y que los portales de internet lo levanten. Y la verdad es que si yo hago esa radio a los tres días me aburro y no voy más. No veo por qué tiene que pasar todo por la política. Supongo que es una marca que dejó Neustadt y quedó como tradición. La política me apasiona, pero no me parece que tenga que ser “el” tema.
–Y entonces ¿por qué programas netamente políticos, como los de Longobardi y Lanata, en Mitre, concentran el 50 por ciento de la audiencia?
–Radio 10 hizo muchas cosas mal durante bastante tiempo. El Gobierno perdió una elección. Se juntó mucho descontento social. Y la mudanza de la audiencia a Radio Mitre, que era la eterna segunda, me parece que está muy vinculada a lo que pasa políticamente. Los que motorizaron la crecida de Mitre son dos tipos eminentemente políticos. Por lo cual tengo que asociarlo a eso. Ahora, yo creo que Lanata y Longobardi someten a la audiencia a una cosa de la queja permanente. Y también hay una dictadura de las producciones radiales, que compiten entre ellas. Me parece que algunas personas les voy a birlar, sobre todo en los ratos que hable Willy Kohan.
–Longobardi, Lanata, el descontento social. Automáticamente, pienso en el concepto de “grieta” que delineó Lanata para definir el enfrentamiento político-social actual, y en la cual vos también lo incluís a él. ¿Esa grieta tiene que ver con la situación de violencia que hoy en día vivimos? ¿Con esto de los “linchamientos”?
–Creo que hay “agrietadores”. El Gobierno es agrietador por naturaleza. Porque el peronismo fue agrietador desde que nació. Como por ejemplo cuando Evita hablaba y decía “mis descamisados”. Ya le dedicaba sus discursos a un grupito. El Perón grande, que dice que “hay que persuadir”, que “hay que convencer”, me parece que entendió que hay que intentar gobernar con todos. O con todos los que se pueda. Por lo cual digo: el Gobierno es agrietador porque es peronista. Y del otro lado tenés leñadores compulsivos. ¿En qué se diferencian, hoy, Lanata y Longobardi de 6, 7, 8? Es un discurso uniforme, donde nos enamoramos de nuestra propia idea, no reconocemos una sola idea del adversario político y creemos que el otro es el Demonio. Para mí, no hay ninguna diferencia entre Lanata y 6, 7, 8.
–Vos decís que no enamorarte de tus ideas y hacer lo mismo siempre “pero cambiando” son algunos de los secretos para sostener tu éxito. ¿No sos peronista? Las formas están.
–Yo respeto a los militantes, pero me parece que militar es entramparse en una idea que no te permite ver más allá. Me parece que la política en los países desarrollados es muy diferente. Acá es muy ideológica. Yo creo que no podría pertenecer a ningún partido político, con todo lo que me apasiona la política. No podría ser peronista porque tendría que bancarme y reconocer un montón de errores que tuvo el peronismo en los años 40, en los 70 y ahora. Me gustaron cosas de Perón y hubo cosas nefastas. Me gustaron cosas de este gobierno y hay cosas nefastas.
–¿El papel “militante” de los periodistas, en el que tanto de un lado como del otro juegan a ser “fiscales de la Patria”, llegó para quedarse o se termina con Cristina en 2015?
–No me imagino el escenario que queda pos-Cristina, pos-K, a nivel mediático, a nivel comunicación. No sé si va a haber un castigo para el profesional que adhirió claramente, porque capaz no le quedaba otra, por conveniencia o por lo que sea. No sé qué va a pasar cuando los periodistas que hoy hacen oposición pasen a representar, de alguna forma, al oficialismo. Cómo se van a portar. Creo que se van a acomodar. Lanata nos contó mejor que nadie todo lo, supuestamente, obsceno que es el Grupo Clarín, y hoy no tiene una línea que decir sobre el tema. A ver, lo entiendo. Porque en un momento estaba confinado al Canal 26, donde medía 0,3 de rating. Y habrá dicho: “La oposición es un buen lugar para ubicarme, para reinstalarme”, y le fue muy bien.
–¿Quién la tiene más difícil para laburar hoy: el periodista “militante”, el “opositor” o el que trata de escaparle a esta lógica binaria de ver la realidad?
–Yo ando a los saltos, para no caer en la grieta. Me pasa que en una misma mañana me llegan mensajes a la radio diciendo “che, no seas gorila”, “che, no seas chupa K”.
–Al parecer, la gente no puede vivir sin poner etiquetas.
–Te etiquetan, sí. Y yo no tengo ganas, porque a mí no me paga nadie. Y tampoco me tuve que colgar de la oposición.
–Muchas veces te escuché decir “si en un barrio hay un chico que tiene unas zapatillas de 3.000 pesos, y a la vuelta hay otro que no tiene zapatillas, algo no debe estar funcionando”. ¿Creés que la desigualdad sigue siendo una asignatura pendiente de la democracia?
–Por supuesto. Creo que hay un antes y un después de la década del 90. Eso fue nefasto. Ese intento de dolarizar, de privatizarlo todo, de “buscate una AFJP porque el Estado no va a pensar en vos cuando seas viejo”, “buscate una buena prepaga porque a los hospitales no les vamos a dar”, cuando en realidad el mundo moderno va hacia otro lugar. Alguien convenció a Menem de que había que ir hacia el uno a uno y eso expulsó del sistema a muchísima gente. Entonces, cuando me preguntan qué rescato del gobierno actual siempre pongo el mismo ejemplo: a la radio vienen fabricantes a verme porque quieren hacer publicidad. Tipos que hacen zapatos, o hacen remeras, o hacen pantallas de luz, y te dicen “yo hace ocho años manejaba un remís, y ahora puedo abrir la fabriquita. Tengo ocho empleados, me va bien”. Bueno, con todo lo exasperante que podía parecer Moreno, y con lo desprolijo que fue en la restricción a las importaciones, algo debe de haber funcionado.
–Y si tuvieras la oportunidad de estar frente a la Presidenta y marcarle algo, ¿qué le corregirías?
–Los planes sociales. Los hubiera hecho más creativos, en el sentido de que hubiera hecho trabajar a la gente. Pero además, con ganas, que se ganen su propia plata. Yo tengo 100 ideas que les pueden servir, que se las he comentado tanto a funcionarios de Nación como de la Capital, que me dijeron “es espectacular, te llamo en la semana”, y después quedaron ahí. Me parece que hay que ayudar a una mujer embarazada, con cuatro hijos y a la que el tipo, alcohólico, se le rajó y no volvió más. El subsidio a una madre soltera con varios hijos. Y con el desocupado, me parece que había variantes, para que no sea esta cosa de “pasá a buscar el cheque a fin de mes”. O, en algunos casos, “subite al micro cuando hay algún acto”. Me parece que han sido pésimos comunicando. Me parece que les falta picardía. Son un elefante en un bazar. Me parece que alguien le tiene que decir a Cristina que, si hay un acto, no está bueno ver en un primer plano a chicos de La Cámpora agitando los brazos, diciendo “che, gorila; che, gorila”. Me parece que si vos tenés un grupo de gente que te votó, y todavía creés que hay algunos que por ahí te votan, tenés que salir a convencer a la gente que no te quiere. Eso es hacer política.
–¿Te meterías en política?
–Por ahí, alguna vez. Pero ahora no tengo tiempo. Y, evidentemente, no me gana la pasión. Porque si no, hubiera dejado todo y lo haría.
–Vos sos del conurbano oeste, ¿cómo ves a la provincia de Buenos Aires?
–Es muy curioso. Vos tenés la zona de La Matanza, que es Calcuta. Y, al mismo tiempo, el shopping de San Justo explota de consumo. No se cierra un local en ese shopping. Y así pasa con muchos shoppings del conurbano, que son prósperos, que laburan muy bien. La gente gasta guita. Y después tenés barrios que están abandonados a la buena de Dios.
–¿No te parece que, a esta altura del siglo XXI, ver la instalación de cloacas como un “logro de gestión” tiene sabor a poco?
–Que estén poniendo cloacas ahora es una deuda de Cristina, de Néstor Kirchner, de Menem, de De la Rúa y de Alfonsín. Y yo entiendo que, bueno, si hacen algo, lo anuncien. A mí me consta que al hospital Posadas, de Haedo, le pusieron un montón de guita. Nunca tendremos los hospitales de Holanda, donde se atiende Máxima Zorreguieta, que se esguinzó un tobillo y fue, de verdad, a un hospital público. Evidentemente, nunca llegaremos a eso. Pero me parece que tuvieron la intención, y no les alcanzó.
–¿La inseguridad es una sensación, como se dijo en su momento? ¿Es una realidad? ¿Hay una realidad intermedia entre el relato del Gobierno y el machaque de Clarín?
–La inseguridad es una realidad. Tampoco sé con qué compararlo. Tengo amigos que se fueron a vivir al exterior, con los que nos mandamos e-mails, y me dicen “che, ¿y a la noche podés salir?”. Y yo, por Colegiales, salgo a las once de la noche y hay gente paseando al perro. Y en el exterior creen que esto es Iraq. Evidentemente, hay una nueva modalidad del delito, violenta, que asquea a la gente. Que también me parece que nace en los 90. Que está muy vinculada a gente que se siente afuera del sistema y que cree que robar es trabajar. De hecho, ellos dicen “salgo a trabajar”. O sea, hay una segunda generación de delincuentes, hijos de delincuentes.
–Te escuché decir algo así como que acá se habla de garantismo en tono peyorativo, ¿por qué?
–La gente asocia garantismo con “dejo salir a este preso”, pero el garantismo tiene que ver con otra cosa. No con “soy bueno con los asesinos”. Posiblemente, haya algunos integrantes de la Corte, como Zaffaroni, que sean especialmente garantistas. A mí me parece que esta Corte es la mejor que se puede tener en este país. Y la verdad es que nosotros, como sociedad, tenemos que plantearnos muchas cosas. Somos jodidos, peleadores, oportunistas, muchos se meten detrás de la ambulancia que viene rápido para ganar tiempo. ¿Por qué tendríamos que tener a una Angela Merkel? Si como sociedad no podemos compartir un asado. La crispación es previa a Cristina. Somos chantas, ventajeros, peleadores. Lo ves en cualquier esquina, y ya no tiene que ver con la crispación política. Dos tipos se rozan con un auto y uno se baja con un palo. Un tachero le saca un pasajero a otro y se bajan con un fierro. ¿Por qué tendríamos que tener a la primera ministra de Finlandia? ¿Por qué deberíamos parecernos a Suecia? Tendremos, por ahí, lo que merecemos.
–¿Y cómo ves el futuro después de la era K?
–No soy optimista. De ninguna forma creo que con mayor cantidad de policías resuelvas el problema de la inseguridad. Creo, y en esto sí puedo sonar algo “izquierdoso” o “progre”, que tenés que incluir. Esto te puede sonar a Aliverti, a militante de La Cámpora, pero te lo dice un legislador noruego. En los países desarrollados hay un socialismo establecido, próspero, capitalista, pero que se fija mucho en que la brecha entre ricos y pobres no se agrande “ni esto”. Porque saben que en donde se agranda la brecha, se agrandan los problemas. Y yo creo que esa brecha empezó en los 90 y nunca se redujo. Por otra parte, la política en la Argentina tiene un vicio incurable. La política argentina se maneja con caja, con guita, por lo cual ya empezamos mal. Vos querés ser presidente, necesitás guita. Primero, para tener algunos medios a favor. Después, para empezar a convencer a punteros políticos de que te acompañen, a gobernadores. Cuando estás en el poder, para comprar voluntades. Es la famosa Banelco de Flamarique. Él lo verbalizó, pero la Banelco nunca dejó de existir para convencer voluntades. Y para comprar jueces. Y después, para comprar jueces para cuando te vayas del poder y que te cuiden, lo que llaman la retaguardia. La salida, dicen. Esta es una lógica que van a tener que recorrer Massa, Scioli, Macri, Lilita Carrió, Randazzo y quien quiera presentarse como candidato. Y me parece que arrancamos mal, porque la plata es la moneda de cambio de la política. Y debés favores. Y las cosas no se hacen por convicción, sino por conveniencia. La simbiosis de la política, en la Argentina, es la acumulación de poder. Y después veo qué hago con ese poder.
–Por lo que decís, entiendo que no hay quién te entusiasme de cara a las elecciones de 2015. Pero si tuvieras que jugarte una ficha, más allá de que sea K o no, ¿votarías por la continuidad de este tipo de políticas que se llevaron adelante durante esta última década? ¿O creés que alternar es necesario?
–Continuaría algunas cosas que se hicieron acá, como cuidar la industria. Pero me amigaría con el campo todo lo que pueda. Me amigaría con la Rural, si es posible. Y buscaría la equidad en otros términos. No sé, desde lo impositivo. Yo pago el 45 por ciento de lo que gano al Gobierno, y no sé adónde fue. Siento que la gente no vio sus aportes en rutas, autopistas, hospitales. Por ahí me equivoco y hay un fenómeno que no veo. Yo voy a ir detrás del candidato que primero me cuente cinco ideas interesantes que me cierren y que llame al diálogo. Me harté de la crispación, me aburrió la crispación, me empieza a poner nervioso la crispación, así que en cualquier momento me crispan a mí. o