El martes último se produjo en la sede de la Universidad Metropolitana (UMET), que dirige Víctor Santa María, ubicada en Sarmiento 2037, la presentación del libro “Breves Narrativas Diplomáticas”, del actual ministro de Defensa de Brasil -antes fue canciller de los ex presidentes brasileños Itamar Franco y Lula da Silva-, Celso Amorim. En el panel estuvieron, además del propio autor, el ex canciller argentino Jorge Taiana; el rector de la UMET, Nicolás Trotta; el economista -y prologuista de la obra- Aldo Ferrer y el editor de la obra, Mario Montoto, presidente de TAEDA Editorial.
“Breves Narrativas Diplomáticas” reúne los apuntes que el ministro Celso Amorim reunió sobre los hechos y los procesos más relevantes de la política exterior del presidente Lula, en los que participó activamente. En la obra recorre, en primer persona, acontecimientos como el fracasado golpe de 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela; la posición de Brasil frente a la invasión estadounidense de Irak en 2003; las negociaciones sobre el ALCA y la posición común de Venezuela y el Mercosur durante la Cumbre de Mar del Plata en 2005; la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC); el nacimiento de la Unasur; las relaciones con Néstor y Cristina Kirchner; la nueva política exterior brasileña, sus vínculos con los BRICS (Brasil, Rusia, India, Cina y Sudáfrica) y con África.
En su alocución, el ex canciller argentino, Jorge Taiana, afirmó que existen coinidencias en que “nuestra región desea ser libre de toda presencia extrarregional”. Taiana elogió a Amorim afirmando, con respecto al libro, que “en sus páginas se puede observar la experiencia de un hombre que tiene un gran protagonismo en nuestra región y que fue clave en el desarrollo de la política exterior de Brasil”.
Luego, el ex canciller manifestó que “en su libro, Celso hace un recorrido por las negociaciones que tuvimos entre todos los países de la región para encontrar la manera de asociarnos en un mundo globalizado y alcanzar acuerdos comunes que no perjudicaran nuestros intereses. El rechazo al ALCA tuvo como contrapartida la vocación de construir una Sudamérica que profundizara la integración. Para lograrlo, Celso destaca algunos de los principios que nos guiaron, como la defensa del multilateralismo, la defensa del derecho internacional y la búsqueda de soluciones que tuvieran en cuenta los intereses de todos y no sólo los intereses de los más poderosos”, aseguró.
Taiana sostuvo que “Brasil y Argentina compartimos la posición de construir políticas específicas de integración. El debate era en qué medida la UNASUR permitiría tener una base común confiable, sabiendo que había diferentes perspectivas ideológicas y políticas dentro del bloque regional. Allí tuvieron un rol fundamental Lula, Néstor Kirchner y Celso para convencer a Perú, Chile y Colombia”, declaró.
En esas circunstancias, Taiana relató que “yo tuve la suerte de compartir mucho con Celso durante mi gestión como ministro. Aprendí mucho de él y de su visión de una América del Sur más autónoma, más fuerte, más desarrollada y más protagonista. Celso es un defensor del interés nacional y de una perspectiva de integración regional. Desde el inicio de la construcción de la UNASUR, nos planteamos el objetivo de generar medidas de confianza y nos propusimos elaborar una doctrina común y una estrategia de defensa común para nuestra región”, recordó.
Por último, Taiana manifestó su satisfacción por la trayectoria de Amorim y la posición que ocupa actualmente en su país y resaltó que “ésta es una región que está libre de armas de destrucción masiva, que apuesta a la paz, que apuesta a la disuasión de cualquier amenaza externa a la región y que desea verse libre de toda presencia extrarregional, incluyendo, por supuesto, nuestras Islas Malvinas”.
Amorim, por su parte, relató que cuando los brasileños “empezamos a jugar en la liga de arriba”, “eso molestó a mucha gente, incluso de Brasil. Esa mentalidad colonial no es solo cultural, porque hay mucha gente que vive de esa mentalidad. Fueron años intensos en los que teníamos, como tareas inmediatas, la integración con América del Sur, enfrentar el problema del ALCA –planteado en términos que a nosotros no nos favorecían–, cambiar los términos de negociación en la OMC, además de las iniciativas que tomamos con África y Medio Oriente”.
Luego de cuestionar “la idea de la dependencia”, Amorim insistió en que “creo que es algo muy importante que tengamos, además de los acuerdos comerciales, una fuerte cooperación en defensa. Un tipo de unidad en defensa pese a las diferencias, que no son sencillas. Desde mi punto de vista, la defensa de Brasil, y creo que puede aplicarse a América del Sur, sería cooperación hacia adentro de la región y disuasión hacia afuera. Dentro de América del Sur, queremos cooperar porque es la mejor disuasión: cuanto más cooperemos, menos problemas tendremos con nuestros vecinos. Eso no significa que no tengamos narcotráfico o bandas armadas, pero amenazas de Estado en América del Sur no creo que existan. Hacia afuera, es un poco distinto porque es un mundo de incertidumbres. Tenemos el lujo de que los últimos decenios han sido de paz en términos globales. Hubo sangre en regiones específicas que no nos tocaron, pero nada garantiza que en el futuro no pueda llegar a haber conflictos alrededor de los recursos naturales, de las rutas marítimas, entonces tenemos que tener un factor de disuasión hacia afuera. Se trata de tener la fuerza suficiente para causar un daño que los haga pensar dos veces antes de atacar. Esa es la esencia de la disuasión”, remató.
Finalmente, el actual ministro de Defensa de Dilma Rousseff destacó que “hablando de Brasil y Argentina, tenemos el Atlántico Sur, una región que está sujeta, como otras, a ese tipo de cosas. Brasil tiene una relación muy cercana a África, cultural y étnica, además de que casi el 70 por ciento de nuestro petróleo importado viene de África. Entonces, por ejemplo, lo que pasa en el golfo de Guinea tiene consecuencias para nosotros. Tenemos países ligados a Brasil con problemas muy graves, como por ejemplo el tráfico de drogas. Entonces no podemos abandonar esas cuestiones, porque si nosotros no nos interesamos en ellas, otros pueden hacerlo. Y si queremos que el Atlántico Sur siga siendo un área de paz, tenemos que estar presentes. Entonces, la amenaza de la droga o del terrorismo puede no solo ser un mal en sí mismo, sino también el remedio para ese mal, porque puede traer una presencia que no deseamos o porque puede traer alianzas militares que son extrañas a nuestra región. No estamos muy lejos de eso, porque si la OTAN ya estuvo en Libia, puede bajar a Mali y un día llegar al Atlántico Sur, por eso tenemos que estar atentos a eso”.