La guerra contra la indiferencia

La guerra contra la indiferencia

Por Horacio Ríos

Operaron en el continente, apoyando a quienes estaban en el Atlántico Sur. Diecisiete murieron en servicio; algunos lucharon contra el Special Air Service. Quieren, como exsoldados, un trato justo.


El 25 de febrero cumplieron seis años acampando en Plaza de Mayo los exsoldados conscriptos que se desempeñaron en el continente cumpliendo funciones de apoyo logístico de los combatientes que desembarcaron y pelearon en Malvinas contra el invasor inglés.

El objetivo de los exsoldados es que el Estado argentino los reconozca como excombatientes y los incluya en sus planes de asistencia, porque en las costas argentinas hubo combates contra los comandos ingleses del Special Air Service (SAS), en los que hubo al menos 10 muertos argentinos, que cayeron de un helicóptero derribado por los SAS en Caleta Olivia.

Paralelamente, algunos comandos británicos –en el Reino Unido reclamaron por siete y habría unos 10 o 12 más, posiblemente– fueron tomados prisioneros, aunque jamás regresaron con vida a su país. Otros siete soldados argentinos fallecidos en el continente murieron en distintos accidentes, un hecho habitual en las movilizaciones de tropas, que concentran una gran cantidad de personal, que trabaja en las líneas de abastecimiento y maneja equipos pesados y armas de todo tipo.

“Este campamento nació con la anuencia del expresidente Néstor Kirchner, que les dijo a sus funcionarios que nos permitieran quedarnos aquí sin que nadie nos lo impidiera”, relata a Noticias Urbanas Tulio Fraboschi, uno de los líderes del acampe.

El exsoldado cuenta también que Kirchner les prometió investigar si figuraban en los padrones de las Fuerzas Armadas. Según relata, cumplió. “Nosotros ya entregamos la documentación que prueba la justicia de nuestros reclamos –dice– y ahora solo esperamos que cumplan, porque ya reconocieron que tenemos razón.”

“Ahora esperamos que el Gobierno cumpla con su palabra y nos reconozca”, dice Luis Giannini, otro de los líderes del reclamo, que si bien se niega a dar cifras exactas, reconoce que habría unos cuatro mil exsoldados que estarían en condiciones de cobrar la pensión, si el reconocimiento llegara.

“Nosotros estuvimos apostados en seis bases: Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos, Ushuaia y Río Grande –explicó Fraboschi a Noticias Urbanas– y prestamos servicios en las tres fuerzas armadas.”

“El Estado ya nos reconoció como excombatientes, porque los 17 muertos que sufrimos demuestran que nosotros estuvimos expuestos al combate con el enemigo. En reconocimiento, el Estado les entregó una pensión a esos fallecidos en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, pero nosotros, que volvimos con vida, no estamos incluidos en ningún plan de salud ni de contención, siquiera”, alega Fraboschi.

Luego, Giannini atribuye exclusivamente a “razones económicas” la falta de reconocimiento hacia los soldados que se quedaron en el continente. “La Ley N° 23.848 salió para paliar la situación de los conscriptos, entonces, en septiembre de 1990, cuando se trató en la Cámara de Diputados, los presidentes de los bloques mayoritarios, José Luis Manzano (PJ) y César Jaroslavsky (UCR), les pidieron a las Fuerzas Armadas el padrón de los soldados que fueron enviados a Malvinas. Las Fuerzas Armadas jamás lo entregaron, por lo que se utilizó el padrón de la Cruz Roja (bajo cuyo paraguas regresaron los soldados que fueron tomados prisioneros por los ingleses en las islas Malvinas). También se utilizó el padrón del Batallón de Infantería de Marina 2, que fue el que desembarcó en las islas el 2 de abril, y el listado de los embarcados en el crucero General Belgrano, que fue hundido. Pero nosotros no figurábamos en ninguno de esos padrones, por lo que ya nos estábamos convirtiendo en NN para el Estado argentino.”

Por el contrario, en 1996 se les otorgó el reconocimiento y una pensión a los militares de carrera que estuvieron en la guerra, otra ocasión en que los acampantes volvieron a ser ignorados por un Estado que se empeña en mirar para otro lado.

Ignorados, pero no solos

Los exsoldados, a pesar de la falta de reconocimiento, no se sienten solos. “El papa Francisco, cuando ni nos imaginábamos que iba a hacerlo, nos manifestó su apoyo. Estela de Carlotto también lo hizo, y, en general, los organismos de derechos humanos lo han hecho. Incluso, la Federación Mundial de Ex Combatientes –muestran a este cronista el original– le envió una carta a la Presidenta de la Nación, solidarizándose con nuestro pedido.”

El reclamo de los olvidados

En la conversación con los exsoldados surgen algunas imágenes que son indicadoras de la naturaleza de sus reclamos y de su lucha. La primera es la propia geografía de su campamento, que tiene todas las trazas de una carpa de las que se usan en las campañas militares.

Las demás impresiones tienen que ver con las palabras y con las historias que estas relatan, que muestran la profundidad de las heridas que dejó una guerra tras la cual se los dejó de lado.

Luis Giannini expresa con claridad que su situación “es una herida abierta, en especial por la indiferencia” con que se los trató. Los exsoldados relatan que entre 1982 y 1985 “se suicidaron 400 compañeros” y al día de hoy “son cerca de 500”.

El peor problema, el hacha que lastima sus recuerdos, es que, según relata Fraboschi, los hicieron sentir vergüenza de lo que hicieron. Se sienten en medio de “un país triunfalista” que solo reconoce a los ganadores. Y ellos volvieron derrotados, aunque no fuera su culpa.

Pero el peor momento para el cronista, porque la reflexión lo incluye de alguna manera, es cuando Giannini reconoce: “Los que quedamos vivos somos enfermos, porque, en realidad, los que fuimos a la guerra nunca volvimos y todavía seguimos allí, en la trinchera”. Sería el momento de reflexionar por qué existe una doble vara para juzgar a los que reclaman desde hace seis años y que solo siguen allí porque nadie les hace caso y los rodea la indiferencia.

Las reflexiones finales de Giannini y Fraboschi son terribles. En un momento de la charla, mientras las sombras de la noche caían sobre nosotros, Giannini reclamó: “Nadie nos dio un abrazo”, para después agregar: “Si estás muerto, sos un héroe de guerra, pero si sobreviviste a esa guerra sos un NN”.

Finalmente, para cerrar las heridas, los exsoldados alegan que “no se debe dejar de hablar del pasado”, porque si no se lo olvida, como pasó con ellos mismo

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