El Bauen había cerrado sus puertas el 28 de diciembre de 2001, cuando las persianas bajas llegaban al país para quedarse, otra vez, quedarse por un largo tiempo: no eran un chiste del Día de los Inocentes. “En 2001, los empresarios que regenteaban el hotel aprovecharon la crisis financiera estructural para cerrar nuestra fuente de trabajo. Los trabajadores estábamos muertos de hambre, algunos hicimos trueque desde que cerró hasta que la recuperamos”, contaba el año pasado, en pleno festejo por los diez años de autogestión, Marcelo Ruarte, miembro del proyecto. Regresar al trabajo en ese hotel de Callao 360 fue entonces “una posibilidad que manejaba el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, que articulaba la conformación de cooperativas, porque era el marco jurídico que correspondía”. Así, tomaron el Bauen “para hacer el aguante dentro del esquema que tenía el movimiento: ocupar, resistir y producir”. Entonces, después del desguace, aquellos 28 trabajadores, muchos de los cuales llevaban décadas de servicio en las espaldas, 28 que serían 130, como lo son actualmente, el 28 de marzo de 2003 formaron la Cooperativa Hotel Buenos Aires Una Empresa Nacional. Ni el vaciamiento los desanimó. Al contrario, los impulsó, como un extraño motor –acaso el de la supervivencia–, a seguir. A superarse.
Pero, justamente, durante el festejo del undécimo aniversario de autogestión, los trabajadores recibieron una notificación por parte de la Justicia en la que se especificaba que el inmueble deberá ser restituido a fines de este mes a la empresa Mercoteles SA, a la que los integrantes de la cooperativa sindican como relacionada con los dueños originales del establecimiento, es decir, el grupo creado por el fallecido empresario Marcelo Iurcovich. Así las cosas, se reunieron esa misma semana con miembros de organizaciones sociales, sindicales, políticas y culturales (y también, claro, con representantes de empresas recuperadas) que desarrollaron actividades en el Bauen durante estos once años para establecer un plan de lucha contra el desalojo.
“Nosotros pedíamos plata en los semáforos de la esquina con una alcancía”, recordó Ruarte sobre los inicios de la cooperativa, cuya recuperación arrancó con el desembarco en el país de Pdvsa –la petrolera venezolana– a fines de 2004. “La empresa necesitaba alojar a unos 60 chicos que, mediante un programa estatal, reclutaba en la calle; los vocalizaba y los ubicaba luego en grandes orquestas. Esos chicos fueron los primeros a quienes alojamos, luego de una suma de dinero que puso Pdvsa”, trajo a la memoria Ruarte, con 32 años de trabajo en Callao 360, sobre la inauguración de la nueva etapa que les permitió en su momento poner en funcionamiento dos pisos, cuatro líneas telefónicas, mejorar el lobby y comprar vajilla, ropa de cama y uniformes. Hoy, el Bauen ofrece un servicio de 600 plazas distribuidas en 224 habitaciones, con restaurantes, siete salones para eventos y hasta solarium.
Federico Tonarelli, vicepresidente de la Cooperativa Hotel Bauen, expresó al respecto de la situación actual: “Con todas las instancias judiciales agotadas solo queda poner en marcha la inmensa maquinaria de solidaridad que conforman todos aquellos que bancan nuestra experiencia como empresa autogestionada”. Además, agregó: “Tenemos que volver a visibilizar este conflicto, que todos aquellos que creían que esto ya estaba resuelto se den cuenta de que hace falta dar esta última batalla, y que todos los que todavía no saben qué pasa acá, se enteren. Acá no solo se discute nuestro derecho a trabajar, acá también queremos discutir la propiedad del inmueble, porque este hotel se construyó con créditos del Estado nacional otorgados por la dictadura que nunca se pagaron. Si les devuelven el hotel a los tipos que lo quebraron, no solo vamos a quedar 130 familias sin sostén, todos los trabajadores van a perder un ejemplo histórico de autogestión”.
En ese sentido, el abogado de la cooperativa, Diego Carbone, expresó que “la situación judicial es compleja porque hay un fallo de 2001 que ordena restituir el inmueble a la firma Mercoteles, y la cooperativa funciona desde 2003 con ese fallo encima”. A su vez, Carbone señaló: “En 2007 ese desalojo fue confirmado en segunda instancia y, desde entonces, se sabía que era probable que llegara este momento, y aunque vamos a seguir buscando todos los mecanismos judiciales disponibles, lo que hace falta es hacer visible esto a toda la sociedad”.
El abogado también refirió que los propietarios cerraron el Bauen “en 2001, aduciendo que daba pérdidas, pero en 2003 los trabajadores entraron a un edificio arruinado y con su esfuerzo lo fueron convirtiendo en un hotel que hoy es claramente viable y le da de comer a 130 familias”.
Hoy, con el desalojo encima, la apuesta de los cooperativistas pasa por que el Estado expropie el inmueble para cobrarse una antigua deuda con la empresa, que data del tiempo de la construcción del hotel, que fue levantado para el Mundial de 1978 con créditos del Banco Nacional de Desarrollo, integrante de la banca estatal. En 2007, la Cámara entendió que el grupo Iurcovich le debía al Estado más de ocho millones de pesos por créditos impagos al Banade, pero aún falta que se expida la Corte. La deuda actualizada hoy rondaría los 20 millones de pesos. Según los cooperativistas, los integrantes de Mercoteles SA son los mismos, con otra firma, que aquellos que construyeron el hotel. Es decir, el grupo creado por Marcelo Iurcovich.
“En los últimos seis años, los trabajadores del hotel recuperado presentaron en el Congreso una serie de proyectos de ley de expropiación, que propusieron declarar de utilidad pública al Bauen y que el edificio se diera en comodato a la cooperativa. Sin embargo, ninguno de los proyectos prosperó. Entonces, los cooperativistas hablan de alquilar o comprar el hotel. Si bien es difícil que puedan negociar esta iniciativa con el grupo Iurcovich, antiguo propietario –el largo conflicto muestra que las chances de un entendimiento son nulas–, sí estarían en condiciones de hacerlo con el Estado, si es que, en definitiva, termina siendo dueño del edificio”, manifestó Carbone, en recientes declaraciones realizadas a Página/12.
“Nosotros planteamos que si el Estado ejecuta las deudas que Iurcovich contrajo para construir el Bauen, el hotel es del Estado. Y nosotros no queremos que el Estado nos lo regale: sentémonos a buscar una solución, ya sea alquiler, un comodato, un préstamo a 20 años para poder comprar el inmueble”, dice, a su vez, Tonarelli.
El último proyecto de ley para expropiar el hotel a favor de los trabajadores es una unificación de los presentados por Victoria Donda y Carlos Heller en 2012, y va camino a perder estado parlamentario. “Desde lo legal –añade Tonarelli– no tenemos más alternativa. Está recontrafirme la sentencia: para la Justicia el hotel es de Mercoteles. Esto se resuelve políticamente, pero no vemos que haya voluntad política en el Congreso.”
Mientras, los cooperativistas del Bauen siguen motorizando una campaña en la calle y en los medios de transporte, dando lugar a todo aquel que quiera hacer suya la lucha para pedir que no se desaloje el hotel y se abra una instancia de negociación, en la que los trabajadores puedan tener la opción de comprar o alquilar el inmueble, que nunca fue expropiado.