“La política de salud debe estar por encima del gobierno de turno”

“La política de salud debe estar por encima del gobierno de turno”

Por Laura Di Marco

Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales, dice que hay que ordenar la política sanitaria. Denuncia que trabajar en un hospital público implica exponerse a la violencia.


Ginecólogo de profesión y al frente del gremio de médicos municipales, Jorge Gilardi cuenta las historias de violencia que suceden dentro de los hospitales públicos y que son escalofriantes: “Días pasados, un psiquiatra que estaba adentro de su consultorio, en un hospital público, recibió a un paciente o supuesto paciente y de pronto se encontró con un revólver apuntado a su cabeza. El atacante lo obligó a firmar una receta para comprar psicofármacos. Lo mismo pasa con las prioridades en las listas quirúrgicas: son frecuentes las amenazas a punta de pistola de los familiares para que los pacientes sean operados más rápido”.

Si bien la salud pública sigue teniendo baches desoladores, también es cierto que hay áreas en las que se ha avanzado, reconoce el sindicalista. “Soy de los que creen que con el Jefe de Gobierno hay que construir, no confrontar porque sí. Y reconocer lo que se hace bien: la recuperación del Borda, por ejemplo, se está haciendo muy bien y estamos avanzando en el tema de la salud mental en general”, afirma.

–¿Es la Federal la encargada de la seguridad adentro de los hospitales?

–Hoy, no. En algún momento y por una decisión de alguien (enfatiza el “alguien”), la Federal fue retirada de la custodia de los hospitales. Quedaron la Metropolitana y miembros de la Gendarmería. Estos episodios de robo y violencia contra los médicos se acentuaron a partir de 2001 y van in crescendo en los últimos años. Hace poco un paciente fue apuñalado en una sala de espera, ¿lo recuerda?

–¿Y hay especialidades más vulnerables que otras?

–Sí, por ejemplo los anestesistas, obstetras o neonatólogos que trabajan en cualquier momento ante las urgencias –de noche, por ejemplo– son blancos más vulnerables y es por eso que faltan esas especialidades dentro de la salud pública.

–¿Por qué la atención en los hospitales siempre es motivo de quejas?

–Porque falta un ordenamiento y el desarrollo de una política pública de salud que esté por encima del gobierno de turno. Esto debería ser así y además incluir al AMBA. La General Paz no debería ser un límite. Pero hay que ordenar la oferta, porque la demanda es enorme, teniendo en cuenta que el 43 por ciento de los argentinos carece de obra social y que 23 millones de compatriotas tienen cómo única opción para atenderse a la red pública de hospitales.

–¿Cuántas consultas médicas reciben los hospitales de la Ciudad?

–Unas diez millones por año. También se puede calcular por egresos, que son unos 280 mil anuales. Se trata del registro de salidas de gente que estuvo internada. Frente a semejante demanda es obvio que va a haber problemas si no hay un orden o una política conjunta, porque los hospitales de la Ciudad terminan siendo, finalmente, los de la Argentina.

–¿Y qué falta para desarrollar ese orden y esa política conjunta? ¿Los gobiernos nacional y porteño carecen de voluntad política?

–No sé si les falta voluntad política. Digamos que no es una prioridad para ellos, como sí podrían serlo otros temas.

–¿Qué sería una política más ordenada?

–Bueno, el hospital está para la urgencia. Una política ordenada sería concentrar la atención primaria en el Conurbano, en el caso de los pacientes que viven allí, y dejar al hospital porteño para la complejidad. Nosotros decimos que la salud tiene éxito no por el médico sino por el paciente, y para lograrlo es necesario cuidar lo que llamamos cymat: las condiciones y el ambiente de trabajo. Si esas condiciones son estresantes, si el sistema está colapsado, es obvio que el paciente no va a recibir un servicio de calidad. No se trata solo del equipo técnico o de los insumos, que por supuesto son fundamentales.

–Desde ya que lo progresista y deseable es que el hospital público atienda a todo el mundo, sin distinción de regiones ni de nacionalidades. Sin embargo, hay algo de verdad en algunas quejas y usted lo confirma cuando habla de las amenazas con revólveres para acelerar los tiempos de una operación: tal es el volumen de la demanda que muchos compatriotas deben esperar meses porque en la lista de cirugías hay ciudadanos de otras nacionalidades. ¿Cómo se resuelve este dilema?

–Bueno, esto sucede porque la Constitución porteña es de puertas abiertas y está bien que esto suceda. El problema, como te decía antes, es que para mantener un servicio de calidad ante tal demanda hay que desarrollar lo que no hay: una política, con previsión y orden. Y hay que tenerla como prioridad porque, tarde o temprano, todos seremos pacientes. Así nos lo enseña la biología.

–Otra queja frecuente es el estado de la salud mental y el del hospital Borda en particular.

–He recorrido personalmente las obras del Borda y realmente debo decir que se está avanzando mucho. Soy de los que piensan que lo bueno hay que reconocerlo y lo malo cuestionarlo, pero no cuestionar porque sí. A veces me dicen: pero cómo no confrontás por esto o por aquello otro con Macri. Creo que hay que confrontar cuando es necesario; yo elijo, por sobre todo, construir.

–¿Concuerda con la idea de eliminar los neuropsiquiátricos en el mediano plazo, como proponen algunos?

–No. Desde luego que nadie quiere volver a los manicomios ni nada que se le parezca. Cuando hablan de “desmanicomialización”, por supuesto que estamos de acuerdo. Pero hay situaciones donde la internación es necesaria; no pueden erradicarse, sí reformularse.

–¿En qué casos es necesaria?

–En muchos, en los severos de adicciones por ejemplo.

–Pero, ¿no debería haber centros especializados para adicciones, en lugar de neuropsiquiátricos? La adicción al paco, por ejemplo, ¿no amerita el diseño de una política pública específica?

–El tema del paco es muy complejo porque depende de muchas condiciones. Nosotros atendemos en hospitales a chicos adictos al paco. Quedan internados por un tiempo y mejoran. Luego vuelven a sus casas y recaen.

–¿Qué lo llevó a dedicarse a la representación gremial de sus colegas?

–Desde joven entendí que el éxito del tratamiento de un paciente tiene que ver con las condiciones en las que se trabajan los médicos. No hay cura ni mejora sin buenas condiciones ambientales de los médicos. Por otra parte, mi familia vivía en el Bajo Flores, yo soy el primer médico de la familia y toda mi educación transcurrió en la esfera pública. Si no hubiera existido una universidad pública, yo no habría sido médico. Por eso defiendo lo público y, en esa esfera, como soy médico, la salud.

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