El Pro necesita muchos Marcos Juárez para Macri presidente

El Pro necesita muchos Marcos Juárez para Macri presidente

por Horacio Ríos

La victoria en la localidad cordobesa fue festejada como un punto de partida por los radicales y el macrismo, pero es solo un triunfo en una intendencia. Para ganar en todo el país hace falta más.


El domingo 7 de septiembre se produjo en Marcos Juárez un hecho político novedoso, que abrió un camino hasta ahora desierto. En esa localidad del sudeste cordobés, una alianza conformada por el Pro, la Unión Cívica Radical y el Frente Cívico que lidera Luis Juez le ganó la intendencia al candidato de José Manuel de la Sota, que quedó en segundo lugar por algo menos de siete puntos de diferencia.

Pero no es esto solamente lo extraño, porque al fin y al cabo Córdoba es una provincia en la que existe una fuerte tradición radical y siempre es factible que gane una alianza encabezada por algún candidato del centenario partido. Lo inusual es que quien encabezó la boleta ganadora fue Pedro Gustavo Dellarossa, un hombre del Pro, a quien secundaron sus aliados radicales y juecistas.

Juarences

Lo curioso del caso es que existe toda una historia detrás de esta elección. Henry Dellarossa, el padre del actual intendente electo, fue seis veces intendente de Marcos Juárez. La primera vez fue designado en 1979 por el gobernador de la dictadura Adolfo Sigwald, cargo en el que se mantuvo hasta que llegó la democracia, en 1983. Ese año se presentó para renovar su mandato y fue reelecto por amplia mayoría, representando a la Unión Vecinal, un partido netamente local. Dos veces más, los juarences volvieron a ubicarlo en el Palacio Municipal, hasta que en 1995 decidió no volver a candidatearse y le cedió el municipio a los radicales.

En 1998, Dellarossa volvió a ganar la intendencia, un triunfo que se repitió en 2002, esta vez aliado con el justicialismo. El veterano dirigente falleció en 2009, mientras Juárez era gobernado por Eduardo Avalle, un integrante de su propio partido, que estará en el cargo hasta el 10 de diciembre, porque fue reelecto en 2010.

Una decisión controversial

Cuando Pedro Gustavo Dellarossa decidió ingresar en la política no lo hizo en la Unión Vecinal, como hubiera sido de rigor. Se afilió al Pro, quizás convocado por la conflictiva relación que sostenía con su padre (como el mismo Mauricio Macri).

No le corresponde a este periodista trazar paralelos entre la rebeldía que anima al ingeniero agrónomo cordobés y la que moviliza al ingeniero nacido en Tandil, pero Macri viajó tres veces a apoyar la campaña de Dellarossa, y la propia Gabriela Michetti se hizo presente seis veces en Marcos Juárez. Tan convencidos estaban acerca de las posibilidades de triunfo del juarence.

Tal fue el compromiso del líder del Pro con Dellarossa que el Banco Ciudad financiará la construcción de 200 viviendas en Marcos Juárez, mientras que el Pro le financió su campaña publicitaria.

Muchos periodistas porteñocéntricos calificaron a Marcos Juárez como “una pequeña ciudad cordobesa”, pero en este punto los cordobeses manifiestan en forma tajante su ofensa ante esa calificación. Después de las grandes ciudades –argumentan–, que son Córdoba Capital, Río Cuarto y San Francisco, Marcos Juárez es una ciudad importante, ya que cuenta con 27 mil habitantes, dos canales de televisión, tres periódicos y 14 radios FM, una pujante agroindustria, una actividad agropecuaria muy dinámica, departamento judicial e índices de pleno empleo.

El pos-Juárez

Más allá de las coincidencias que se construyeron para esta ocasión, el Pro empezó a tomar conciencia de que su presencia en el interior del país comenzó a tomar cuerpo, aunque es absolutamente insuficiente como para llevar a Mauricio Macri hasta la Casa Rosada.

Hasta hace un año, la ausencia de construcción territorial del Pro era notoria, pero en ese lapso el trabajo de construcción y de acuerdos comenzó a moldear una realidad diferente. Marcos Juárez no es la primera elección municipal que gana el Pro, pero inaugura el tramo final de la campaña que culminará el 25 de octubre de 2015, cuando se definirá el futuro inmediato de la Argentina.

Hace tiempo que desde las veredas del Pro y desde las del Frente Amplio Unen se vienen cruzando gestos de seducción, por una parte, y epítetos insultantes, por la otra. No hay términos medios entre quienes quieren acercarse y quienes buscan dinamitar los puentes. Es tan caótica la situación que hasta los que lanzan mensajes de concordia son mirados con desconfianza.

Lo concreto es que, al menos durante 2014, cuando la necesidad aún no tiene cara de hereje, no habrá acuerdos a nivel de las cúpulas partidarias, pero sí los hubo –y los habrá– a nivel de las terceras o cuartas líneas, en especial en las ciudades medianas y pequeñas del interior.

Eso es lo que fructificó en Marcos Juárez, en algunas ciudades de Santiago del Estero y en alguna ciudad mendocina, en las que no hubo definiciones contundentes, pero en algunas ganó el oficialismo y en otras ganaron algunas coaliciones que representan la nueva realidad política surgida en las elecciones de 2013.

Un avezado operador del Pro, consultado por este medio, solo respondió –no hay que olvidar que el Pro es todavía una obra en construcción– que “el que gana no cambia”, para destacar la labor que viene desarrollando Emilio Monzó, el armador “estrella” del partido que lidera el jefe de Gobierno porteño.

Para el referente bonaerense, que conoce en detalle el armado del partido más allá de la avenida General Paz, el actual ministro de Gobierno “es un armador nato, el único operador en serio que tiene el Pro a nivel nacional”. En ese camino, Juárez es un material que moldeó Monzó y que dio frutos antes de lo previsto, por lo que la tarea del tejedorense, que hasta el año pasado cosechaba muchas críticas, transcurre por estos tiempos sin ningún sobresalto serio.

Lo que se viene

Existe una verdad de Perogrullo que dice que “construir una candidatura presidencial sin poseer anclaje territorial es una tarea imposible”. El armado del Pro en este sector es incipiente, pero al intendente de Vicente López, Jorge Macri, habría que sumarle al propio Dellarossa y a ocho intendentes radicales entrerrianos que decidieron sumarse a la candidatura a gobernador en 2015 del senador Alfredo de Angeli, que Macri anunció hace pocos días.

Poco más que eso responde al Jefe de Gobierno porteño, aunque hay que destacar que el año pasado se sumaron a la construcción un gran número de concejales y diputados –nacionales y provinciales–, además de que el Pro estrenó un bloque de senadores nacionales propio.

Dentro de este panorama, más allá de la candidatura presidencial de Mauricio Macri, un enigma desvela a la dirigencia del Pro. Por dos períodos, el expresidente de Boca Juniors gobernó la Ciudad, una opción en la que su partido podía descansar, ya que su presencia garantizaba hasta ahora el triunfo. Ahora que el ingeniero ya no puede ser candidato, la controversia por su sucesión está planteada y enfrentará seguramente a Gabriela Michetti y a Horacio Rodríguez Larreta, a los que habría que agregar al vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo, y al senador Diego Santilli. No hay duda de que, si se enfrentan todos ellos en las PASO, la exvicejefa de Gobierno sería finalmente la candidata, e incluso en la elección general es casi seguro que también gane.

La pregunta es: ¿se llevará Macri a Gabriela Michetti como candidata a vicepresidenta, quitándole al Pro su principal figura, la que prácticamente le garantizaría el triunfo a su partido en la difícil lucha por la Jefatura de Gobierno?

Esta pregunta es una de las limitaciones del Pro, ya que hasta hoy posee demasiados intangibles y la serenidad de la que hacen gala algunos de sus dirigentes debería trocarse en urgencia muy pronto. Lo que pasa es que los tiempos de la política siempre parecen ser holgados y, por eso, las derrotas son siempre dolorosas. Porque la displicencia es un lujo reservado solo a los dioses.

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