Generar posibilidades de espacios de educación de calidad y con sentido para proyectarse en el mundo no se logran sumando resoluciones del estilo que está implementando el gobierno bonaerense. Son ese tipo de políticas las que van dejando al sistema educativo sin rumbo. Los chicos se sentirán más incluidos cuando se los respete, confíe en sus capacidades y se valore correctamente su trayectoria.
Una educación para todos es el desafío pero dentro de esta concepción no hay posibilidad de avance si no es pensando en una formación de excelencia, la que todos nuestros niños están en condiciones de alcanzar, por supuesto cada uno desde su singularidad. Si el norte es la igualdad y sobre todo la equidad, debemos desafiarnos y desafiar a nuestros alumnos para alcanzar un conocimiento verdadero, no a medias ni fragmentado.
Si el número no define a un alumno, ni la cantidad de asignaturas aprobadas o desaprobadas, empezar por acá es empezar por el patio de atrás. Si quiero que el alumno avance le voy mostrando sus posibilidades, lo voy desafiando a entender el mundo y poder hacer propio lo que va comprendiendo. Le vamos diciendo: “bien es por acá” o “no detengámonos en este puerto”.
No es la exigencia y la aprobación un valor en sí mismo, sino el camino para saber hasta donde cada uno se puede exigir y sentirse pleno cuando es capaz de corroborar que ha avanzado, no porque “lo aprobaron”, sino porque le permitieron conocer sus avances y sus errores. Sin límite no hay libertad, pero tampoco autoridad y es esa autoridad del que enseña es la que le permite al alumno sentir que se supera, que crece y aprende.