Ibarra desconfía del escenario económico que plantea el Gobierno nacional

Ibarra desconfía del escenario económico que plantea el Gobierno nacional

El gobierno porteño es todo cautela. Subejecuta las partidas, demora las licitaciones y gasta, en general, lo mínimo indispensable. Imagina, seguramente, un escenario económico distinto al que proyecta el Gobierno nacional, que ya dilapidó los dineros obtenidos con el blindaje, con el megacanje y con el recorte del 13 por ciento a los jubilados y a los empleados públicos. La preocupación de Ibarra se origina en la desonfianza hacia un Gobierno que toma fondos de todas las arcas que puede, pero luego no los reparte con nadie


El Gobierno porteño imagina un escenario económico diametralmente opuesto al mundo feliz que anunció hace pocos días Fernando de la Rúa. A causa de esto, subejecuta las partidas del presupuesto de este año, temeroso de las actitudes del Tesoro de la Nación, acostumbrado a retacear fondos en los momentos de dureza monetaria.

Aún a pesar de la mencionada cautela en el gasto público, la Capital no depende de la coparticipación federal tanto como otros distritos. Desde 1986 recibe mensualmente una suma fija de 157 millones de pesos por mes, que equivale a menos del uno por ciento de la recaudación de todas las provincias, a la que contribuye con el 16 por ciento del total.

De todos modos, la Nación le debe enviar además a la ciudad 52 millones de pesos por el incentivo docente, en cuotas de 4,5 millones mensuales y en concepto de pago a los docentes terciarios, 40 millones más por año. Por el primer rubro, la Nación le debe a la ciudad nueve millones y por el segundo, 28. Si a estos dos rubros se le suman los 13 millones que adeuda por la suma fija de 157 millones, la Nación le debe a la ciudad alrededor de 50 millones de pesos. Como todas son sumas fijas, no se les debería descontar el 13 por ciento que, a pesar de ésto, sí está intentando descontar la Nación, y ésa es la discusión con los porteños, que no se saldará fácilmente.

El despilfarro en el que se encuentra sumido el Gobierno de la Nación, que en el plazo de un año logró la evaporación de un blindaje de 40 mil millones de pesos, y de un megacanje, que le sumó 31 mil millones más, afectó ya a los empleados públicos, a los pasivos, a los activos y hasta a la próxima generación. Ahora, el Gobierno intenta quedarse con la recaudación de las provincias y es impredecible definir hasta adónde piensa llegar.

En este contexto, los hombres del Gobierno porteño imaginan un futuro poco alentador, por lo que cuidan el gasto hasta límites poco recomendables. Es claro que -de todas maneras- razones para desconfiar no les faltan, pero, si el déficit cero está logrado, ¿para qué tantos recaudos?.

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