La Legislatura que cumplió ayer un año se inició bajo el signo de la polémica. El martes 1 de agosto de 2000 había comenzado a sesionar, urgida por las necesidades del que iba a ser el segundo Jefe de Gobierno de la historia porteña, Aníbal Ibarra, que aún ocupaba su banca de diputado. La sesión continuó el miércoles hasta las tres de la mañana. El jueves a la tarde se hizo la audiencia pública para tratar la licitación del mobiliario urbano. A las 19, la sesión se reanudó y siguió hasta las 23. El viernes intentaron volver a sesionar, pero recién a las 21 lo lograron, acosados por el gremio de los municipales, que había copado el recinto.
Ese viernes sólo se aprobaron las leyes de mobiliario urbano, la de creación de la Corporación del Sur, la de creación de playas de estacionamiento, la de designación de los jueces, fiscales y defensores del fuero contencioso – administrativo y la de integración del Ente Regulador de Servicios Públicos. Cuando los empleados municipales se enteraron de que el cuerpo no iba a votar la Ley del Empleo Público que llevaba ya tres años de negociaciones, comenzó el escándalo. Volaron sillas e insultos, mientras que los diputados Eduardo Jozami y Facundo Suárez Lastra eran amenazados directamente por militantes del gremio. El diputado Roque Bellomo – haciendo alardes de prestidigitador – abarajaba en el aire una silla que estaba a punto de golpear a la diputada Gabriela González Gass. Finalmente, un cuarto intermedio enfrió lo que estaba demasiado caliente y el tema pasó para la sesión del sábado, cuando fue aprobado.
Al terminar la sesión del sábado, culminó una semana en la que los diputados sesionaron cinco veces, con constantes cuartos intermedios, cuestionamientos e incluso agresiones. También el cansancio hacía mella en los legisladores, que votaron además la Ley de Impacto Ambiental y la aprobación del Código de Planeamiento Urbano.
Los diputados que asumieron el 6 de agosto, marcaron el fin de la mayoría propia para la Alianza. La nueva elección elevó a la categoría de legisladores a los habituales "outsiders" Jorge Altamira, Abel Latendorf, Vilma Ripoll y Patricio Echegaray, entre otros. Hoy, un año después, existen 18 bloques legislativos, de los cuales nueve son unipersonales. La dinámica política, las internas, los realineamientos, las nuevas alianzas y aún las rencillas personales crearon esta realidad, que obliga al oficialismo a encarar una maratón de negociaciones cada vez que necesita la aprobación de un proyecto.
De todos modos, esta Legislatura aún arrastra una gran deuda con los porteños. Sesiona mucho menos de lo que debería y cuando sesiona, se votan unos pocos proyectos y luego los diputados se levantan y se van. Ya es un clásico que quien preside la sesión interrumpa al legislador que está exponiendo y le solicite que interrumpa su alocución "hasta que los diputados vuelvan a sus bancas, porque se perdió el quórum".
También está en deuda el parlamento de los porteños en cuanto a la calidad de lo que legisla. En primer lugar, se están votando los despachos y las preferencias del mes de marzo. En segundo lugar, dentro de las propuestas que aprueba el cuerpo, predominan los que NOTICIAS URBANAS denominó "proyectos chatarra", es decir, declaraciones y resoluciones que ponen en el acento en lo formal, eludiendo los proyectos de ley.
En las próximas elecciones de octubre, si bien no se eligen diputados porteños, seguramente habrá realineamientos en los bloques de la Legislatura. Por de pronto, en la interna radical del domingo que viene, el FREPASO en general apoya silenciosamente a Rodolfo Terragno, mientras que los hombres del sindicalista Amadeo Genta ponen una ficha – en forma solapada – en el casillero del actual Secretario de Justicia y Seguridad de Ibarra, Facundo Suárez Lastra. A este funcionario, sus enemigos le reprochan haber seguido en funciones durante la campaña, al contrario de lo que hizo el socialista Norberto La Porta, hoy acompañando a "Lilita" Carrió.
El Jefe de Gobierno, en tanto, muchas veces se ve impedido de tomar iniciativas, ante la impericia de su propio bloque, que fluctúa entre la soberbia y la ingenuidad; entre el discurso progresista y la necesidad de "sacar" los proyectos a cualquier costo.