El jueves último, el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray, dio a conocer una lista que incluía 4.040 cuentas bancarias de clientes argentinos del banco inglés HSBC que estaban radicadas en Suiza.
Se supone que la mayoría de los titulares de las cuentas –que albergan unos 3.000 millones de dólares– obtuvieron ese dinero por medio de operaciones ilegales, entre las que no estarían ausentes la evasión impositiva y el lavado de activos.
Entre los titulares de las cuentas secretas se pudo divisar a los empresarios José Ricardo Chiantore y Ricardo Chiantore, padre e hijo, respectivamente. El primero fue el presidente –ahora lo es el segundo– de la empresa BRD Sociedad Anónima, Industrial, Comercial, Financiera e Inmobiliaria, que opera los parquímetros y las grúas en la zona sur de la Ciudad, bajo el nombre de Servicio de Estacionamiento Controlado (SEC).
Para hacerse del negocio, la familia Chiantore fue la beneficiaria de una licitación que convocó Carlos Alfredo Grosso en junio de 1990, cuando el lord mayor porteño se llamaba intendente. La concesión entró en vigor el 1 de febrero de 1991 y originalmente se pactó por un plazo de diez años, por lo que venció el 1 de febrero de 2001.
Desde entonces, los hados de la fortuna vienen favoreciendo misteriosamente a los emprendedores, ya que anualmente, sin que medie ninguna razón conocida –se podría deducir la existencia de algún síndrome de onirismo desenfrenado–, el contrato les es renovado automáticamente. De esta manera, los Chiantore siguen siendo los titulares del negociado, porque llamar servicio a su actividad sería algo excesivo.
El levante de la felicidad
Hasta 2011, las empresas pagaban un ridículo canon de mil pesos por mes, que a partir de ese año aumentó a 30 mil pesos. Por estos días pagan 55 mil pesos por mes, una cifra que SEC y su melliza de la zona norte de la Ciudad, STO, abonan fácilmente, ya que junto con el aumento en el canon fueron autorizadas a elevar la tarifa por acarreo desde 56,70 a 190 pesos y luego hasta los 350 que se abonan actualmente, una cifra que equivale al 500 por ciento de aumento.
Pero también se autorizó a ambas empresas a trabajar las 24 horas del día, por lo que la “producción” de sus atareadas 35 grúas puede llegar hasta el acarreo de dos autos cada una, por cada hora, lo que equivaldría a unos 50 mil autos cada mes, aunque las autoridades alegan que “solo” se llevan 12 mil vehículos cada 30 días.
Anteriormente, las grúas trabajaban solamente hasta las nueve de la noche, cinco días a la semana, al contrario de hoy, que trabajan 24 horas, los siete días de la semana.
Si sostuvieran el ritmo de dos autos por hora de manera constante, cada una de las empresas podría recaudar unos 17 millones de pesos cada mes, por lo cual la cifra que abonan en concepto de canon es casi irrisoria. No existe en el mundo de los negocios privados una actividad por la que se recaude esa cifra, con gastos menores al 10 o el 12 por ciento de ese gigantesco beneficio. Para dar una idea, con el acarreo de 158 autos, cada una de las empresas puede pagar el canon al Estado porteño.
Como dato adicional, hasta 2007 la dotación de la grúa incluía a tres personas, un chofer, un operador y un policía federal, pero desde entonces estos últimos fueron reemplazados por 168 agentes de tránsito sin ningún cargo para las empresas, que antes debían pagar los adicionales de los policías federales y ahora se quitaron de encima esa molesta gabela. Los porteños gastan alrededor de 800 mil pesos por mes por este rubro, que provee apenas una pizca de felicidad en la dura vida de estos esforzados empresarios.
Bienaventurados los pobres
Como colofón de su actividad comercial, Ricardo Chiantore figura inscripto en la AFIP como Trabajador Autónomo Categoría T1=Cat. V., que tiene ingresos desde 30.001 pesos, pero no es empleador ni tampoco integra sociedades.
La actividad principal que desarrolla Chiantore, según la AFIP, es la de prestar servicios de asesoramiento, dirección y gestión empresarial. La actividad secundaria es la de “trabajador en relación de dependencia”.
Un acta firmada en el Ministerio de Trabajo el 8 de agosto de 2012 desmiente o, como mínimo, pone en duda al trabajador en relación de dependencia Ricardo Chiantore. El documento reflejó el convenio gremial que firmó SEC con los camioneros, por el cual la empresa aceptó pagarles un bono anual extra de 1.500 pesos.
Chiantore firmó ese documento junto a Pablo Moyano y a otros dirigentes del sindicato, representando a la empresa SEC, de la cual es presidente, aunque seguramente no figure en los papeles ni como accionista ni como propietario de ella.
Pero Chiantore no es el único de la empresa BRD con inscripciones extravagantes en la AFIP. Su socio Bernardo “Bernie” Pérez, con CUIT 20-18284940-6, figuraba inscripto como monotributista en la categoría D, que es para quienes ganan menos de 96.000 pesos al año.
“Cosas vederes, Sancho, que non crederes”, declaró alguna vez el atribulado caballero Don Quijote de la Mancha, que si volviera a nacer, prontamente se arrojaría de nuevo a su sepulcro para no volver a abandonarlo nunca más, mientras a Rocinante lo levantaría la grúa.