El secretario general de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara), Rubén Beato, afirmó que la actualización del 15% del monto mínimo del tributo a los autos de alta gama “es un mejoramiento”, aunque aclaró que aún con la modificación el impuesto continúa siendo “muy gravoso” y perjudicial a las ventas.
“Los autos durante 2014 aumentaron un 50 por ciento”, precisó Beato, y planteó que con la vigencia del gravamen “estamos ocasionando que autos de producción nacional con un equipamiento elevado se vean alcanzados” y “salgan” de esta manera del mercado.
Esta semana, el Gobierno publicó en el Boletín Oficial una actualización del Impuesto Interno para los rodados de alta gama, que regirá provisoriamente durante el primer semestre de 2015. De acuerdo al decreto 2578, los vehículos que tengan un precio de mercado de 195.500 pesos pagarán una tasa del 30%, mientras que los que superen los 241.500 pesos ahora serán gravados por una tasa del 50%. Hasta este miércoles, los topes eran de 170 mil y 210 mil pesos, respectivamente.
En diálogo con radio Del Plata, Beato admitió que la elevación de los mínimos son una “ayuda” y un “mejoramiento” para las ventas, aunque aclaró que el peso del impuesto “se agravó durante 2014 por los aumentos” que tuvieron las unidades. Según Acara, por el gravamen el nivel de patentamiento cayó entre el 75 y el 84% el año pasado, según la marca.
“Los autos medianos de Argentina con tecnología quedaron alcanzados” por el impuesto, insistió.
Además, Beato opinó sobre el desempeño de la actividad automotriz y destacó como un “muy buen número para el mercado” los más de 680.000 coches vendidos en 2014, pese a que la cifra representa una brusca disminución con los años anteriores.
“El problema de las concesionarias es que las terminales nos impulsaron a un mercado de 1 millón de autos, y ahora la realidad dice que son 680 mil, por lo que tenemos un exceso de metros cuadrados y de mano de obra. Este 2014 debimos ajustarnos a este volumen”, afirmó el titular de Acara. “La inestabilidad de subir y bajar el serrucho es lo que nos perjudica”, concluyó.