“Más que con un punto y aparte, esta historia siempre termina con tres puntos suspensivos.” Con esa frase finalizaba la nota titulada “El conflicto que siempre vuelve” que este semanario publicó el 4 de diciembre de 2014 sobre el estado del subte. Esa misma frase es la que sirve para empezar una nueva nota sobre un tema que amenaza con perpetuarse en el tiempo, donde la solución se aleja al igual que un amante que dice adiós. Y ese adiós es para siempre.
El conflicto volvió a subir de nivel esta semana con el paro sorpresivo en la Línea C que los trabajadores realizaron el lunes. Pero al analizar las acciones de los metrodelegados la sorpresa no fue tal.
El viernes de la semana última, y una vez que se superó la posibilidad de un paro en la Línea B, el problema se trasladó a la C. Ese mismo día, el secretario adjunto de los metrodelegados, Néstor Segovia, declaró: “Se llegó a un principio de acuerdo en la Línea B, pero estamos al borde de un conflicto en la C”.
Las declaraciones de Segovia se produjeron un día después de una reunión entre los representantes de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (Agtsyp), la empresa Metrovías y Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase), en la Subsecretaría de Trabajo porteña, a cargo de Ezequiel Sabor. Esa reunión logró solucionar el conflicto en la Línea B. Pero según los metrodelegados, no se llegó a un acuerdo con respecto a los reclamos a la Línea C, que une Constitución y Retiro.
“No se llegó a ningún acuerdo y se realizan asambleas para evaluar la situación ya que la actitud de la empresa nos pone al borde de un conflicto”, amenazó Segovia.
El reclamo de los metrodelegados se centraba en un obrador que la empresa Metrovías instaló en la estación Constitución para remodelar el lugar. El problema era que eso obligaba a las formaciones a circular por una sola vía, debido a que la estructura que se montó ocupa medio andén. Con lo cual las frecuencias se espaciaban y eso provocaba que cada vez que pasaba un coche terminara cargado de pasajeros. Con la incomodidad obvia para los usuarios.
“No estamos en contra de las obras, pero la presencia de ese obrador se torna muy peligrosa para los pasajeros ya que la aglomeración de gente en hora pico hace que cualquier persona pueda caerse o golpearse. Le propusimos a la empresa hacer un servicio corto que excluya a Constitución hasta que duren las obras o poner colectivos para aliviar la presencia de usuarios en la estación cabecera, pero argumentaron que corriendo algunos cestos de basura se lograría más espacio. Es más, nos dijeron que pensaban sacar una formación de circulación para mejorar la frecuencia mientras duren las obras, lo que acrecentaría el problema para los usuarios, que viajarán muy mal”, señaló Segovia.
La situación se complicó luego de que los usuarios de la C agredieran a una trabajadora. Con esos antecedentes, el conflicto estaba a un paso de explotar.
El cruce de acusaciones y lo que no se dice del conflicto
Para que la situación volara por el aire solo hacía falta un pequeño empujoncito. Entre las 8.30 y las 9 del lunes, luego de que una guarda fuera atacada verbalmente por una gran cantidad de usuarios cansados de las demoras, los metrodelegados convocaron a una asamblea y minutos antes de las 10 comenzaron un paro que se extendió durante todo el día.
Los metrodelegados de la Línea C, encabezados, entre otros, por Christian Paletti (ver “Hay un manejo fraudulento…”), dieron a conocer ese mismo día un comunicado de prensa titulado “Paro por agresión a trabajadores en la Línea C” en el que acusaban directamente al Gobierno de la Ciudad por lo sucedido.
“En el día de hoy la congestión de público, agregado a averías en las formaciones, puertas trabadas, etcétera, creó un clima insostenible en la Línea C. Una trabajadora, absolutamente ajena a la responsabilidad de estas anomalías, fue agredida por el público, con insultos y escupidas, provocándole un colapso nervioso, ante lo cual los trabajadores detuvieron el servicio por falta de garantías y peligro para la integridad física del personal. Como vienen denunciando los trabajadores de la Línea C, las obras iniciadas en la estación Constitución por el Gobierno de la Ciudad de manera improvisada y precaria han creado un verdadero caos”, expresaron en el comunicado.
Ante la medida de fuerza, Metrovías también dio a conocer un comunicado de prensa, en el cual, aunque se reconocía la agresión a la guarda, se hablaba de lo intempestivo de la medida. “Metrovías lamenta los inconvenientes que esta medida de fuerza sorpresiva e injustificada genera a los miles de usuarios que utilizan la Línea C para trasladarse por la Ciudad”, se leía en el texto, donde se asegura sin medias tintas que el paro era injustificado.
Finalmente, el lunes por la noche, el propio Segovia manifestó que el paro se iba a levantar el martes por la mañana. Aunque resaltó que el conflicto no estaba resuelto.
“Nosotros venimos denunciando que de esta manera no se puede trabajar, y los trabajadores rechazaron la propuesta porque dicen que la salud y la seguridad no se negocian. No es porque se escupió o le pegaron a un compañero. Hay un obrador, clausuraron una vía y en la hora pico los compañeros no dan abasto. Tienen que cerrar Constitución y buscar una alternativa”, destacó el secretario adjunto de los metrodelegados.
Razones ocultas y peleas políticas
El conflicto en el subte no es nuevo. Desde que el gobierno de Mauricio Macri se hizo cargo del servicio, en enero de 2013, la situación entró en un grado de conflictividad que aumentó de una manera que nadie esperaba. Primero se produjo el cruce político entre el macrismo y el kirchnerismo por quién debía hacerse cargo del subterráneo. Este conflicto no se detuvo nunca y en la actualidad se siguen produciendo acusaciones entre la Ciudad y la Nación. El propio subsecretario de Trabajo del Gobierno porteño, Ezequiel Sabor, al referirse al tema del subte, le dijo a Noticias Urbanas que el kirchnerismo busca perjudicar la gestión Pro (ver “La Nación tiene injerencia…”).
“La pelea política entre Ciudad y Nación tiene varias aristas. Y si no se toman en cuenta todas es imposible entender lo que pasa. Por un lado, es verdad que la conducción de los metrodelegados tiene muy buena relación con los K. Ese vínculo es el que utiliza el Pro para denunciar una supuesta conspiración. Pero de esa manera deja de lado un dato clave: que el reclamo de los trabajadores, la mayoría de las veces, es justo. Por otro lado, se debe mencionar que Sbase y Metrovías funcionan en conjunto para enfrentar a los trabajadores y tienen diferencias en el manejo del negocio, que es el servicio del subte”, le dijo a NU un político que conoce a la perfección el enfrentamiento.
Este mismo hombre agregó: “Otro dato de la realidad, que es insoslayable, es que el servicio empeoró considerablemente desde que la Ciudad se hizo cargo. Esto no quiere decir que antes fuera bueno, pero ahora es mucho peor. Las frecuencias se hicieron más espaciadas y eso provoca que los usuarios viajen mucho más incómodos, hasta en enero, un mes donde la cantidad de usuarios es considerablemente menor. Y a eso se suma el aumento del boleto, que desde que el Pro se hizo cargo del subte, aumentó más del 300 por ciento. ¿Entonces cuál es la lógica de empeorar el servicio y provocar que los conflictos gremiales crezcan? La de volver a aumentar el boleto. No hay otra explicación”.
Por último, no se puede dejar de mencionar que las líneas más conflictivas son la B y la C, donde los metrodelegados que llevan adelante las medidas de fuerza son de izquierda y tienen una posición más combativa, en algunas ocasiones, que la cúpula sindical, más cercana a los K.
Pero tampoco se puede dejar de lado lo que sucedió esta última semana, donde uno de los líderes del gremio, como es Segovia, también apoyó las medidas de fuerza que impulsaron los delegados de la Línea C.
La mejor defensa es el ataque
Noticias Urbanas consultó a un importante ejecutivo de Subterráneos de Buenos Aires, el organismo porteño que encabeza Juan Pablo Piccardo, sobre la posición de la Ciudad ante el conflicto.
“La obra que se está realizando en Constitución se comunicó oportunamente a los trabajadores y ellos la recibieron con alegría. Además, se están realizando obras de accesibilidad (tres escaleras pedestres y tres ascensores más vestíbulo con nueva boletería desde Plaza Garay). Y también se va a renovar el sistema de señales, que data de 1934. Eso va a repercutir en la operación directamente, y en febrero entran los primeros coches nuevos con aire acondicionado. Por eso los paros de estas últimas semanas nos toman por sorpresa”, le dijo el funcionario porteño a este medio.
Por otra parte, también se consultó a Metrovías sobre el conflicto en la Línea C. Y para conocer qué es lo que impide que se alcance una solución definitiva.
“La obra que se desarrolla en la estación Constitución resulta de suma importancia para mejorar las condiciones de acceso y circulación de los 260 mil pasajeros que utilizan a diario la Línea C para trasladarse por la Ciudad. En las semanas previas al inicio de los trabajos, se comunicó a los empleados de la estación Constitución acerca del alcance de la misma y los beneficios que va a traer aparejados. Esta acción de concientización sirvió también para tomar nota de las necesidades del personal que tiene contacto con los usuarios e implementar sus pedidos y sugerencias.
”Desde el inicio de la obra en la estación Constitución (lunes 5/1), Metrovías ha desarrollado una campaña de comunicación al pasajero con el objetivo de mantener informados a los usuarios de posibles eventualidades”, se lee en el texto que la concesionaria le envió a este medio.
Por último, en el comunicado se hace mención a lo que sucede en la Línea B. “El miércoles 31 de diciembre se produjo un paro sorpresivo que afectó a miles de usuarios, el cual se extendió desde el inicio de la jornada hasta las 10.30. La medida de fuerza tuvo su origen en la suspensión de un día aplicada a un conductor que no contaba con los elementos de seguridad obligatorios y necesarios para el cumplimiento de su función (calzado de seguridad, linterna y herramientas), producto de una inspección llevada a cabo por el órgano de control pertinente. En el marco de la convocatoria realizada por la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad, el jueves 8/1 se produjo una reunión para tratar esta cuestión. El subsecretario de Trabajo ordenó aplicar un severo y último apercibimiento al conductor suspendido para destrabar la situación, tras lo cual no se registraron nuevos conflictos en esa línea”, finaliza el comunicado.
Las explicaciones se repiten, al igual que las medidas de fuerza. Es un círculo vicioso que nunca termina. Por el contrario: vuelve con mayor frecuencia. Mientras, los usuarios lo siguen padeciendo.
Entonces, el final es cantado. Y repetido. Pero no por eso menos cierto: más que con un punto y aparte, esta historia siempre termina con tres puntos suspensivos.