“Sueño con serpientes. Con cierto mar de serpientes sueño yo. La mato y aparece una mayor. Con mucho más infierno en digestión”, canta en tono entre melancólico y resignado Silvio Rodríguez en una canción que más que título lleva implícita una condena: “Sueño con serpientes”. La condena que azota implacablemente al protagonista de la canción no tiene fin. Sueña con serpientes a las que mata con el único resultado de que aparezca una peor. Y eso es imposible de detener. Una tragedia sin posibilidad de pausa.
En la investigación de la muerte del fiscal Alberto Nisman las serpientes adquieren otras formas pero se siguen multiplicando con el correr de los días. Cada vez que parece que se avanza en la pesquisa, se produce un nuevo descubrimiento que complica aún más la resolución del caso. Poniendo en duda lo que hasta hace poco se creía una verdad incuestionable.
Pero entre tantas marchas y contramarchas, muchas veces se termina olvidando lo más importante: la escena del hecho. La verdad permanece agazapada, huidiza y sigilosa en el departamento donde fue encontrado sin vida el fiscal. Y desde ese lugar salen disparadas, como ojivas nucleares, líneas de investigación que están relacionas con la custodia, que integraban efectivos de la Policía Federal, y con agentes de Inteligencia, que tenían una relación excesivamente cercana con el muerto.
Las desprolijidades que se cometieron a la hora de preservar el lugar del supuesto suicidio son inconcebibles. No tienen justificación alguna. O si la tienen, están relacionadas directamente con sectores de poder muy grandes y pesados.
Los efectivos de la Federal, los sospechosos de siempre“Entre las 10 y las 12 de la noche del domingo en que aparece muerto Nisman, entraron al edificio Le Parc alrededor de 20 personas que chapeaban diciendo que eran de la Secretaría de Inteligencia o de la Policía Federal o de otra fuerza de seguridad y pasaban como panchos por su casa. Y como si fuera poco se llevaron cosas del departamento. Esto pasó antes de la llegada del ministro de Seguridad de la Nación, Sergio Berni. Y era imposible que los encargados de la seguridad del edificio los detuvieran. Por eso la investigación se complicó desde el inicio. No se preservó debidamente la prueba y eso ahora se nota”, le dijo a Noticias Urbanas un investigador judicial de la causa.
Tanto la Policía Federal como la Secretaría de Inteligencia están bajo la lupa. El accionar de los custodios fue tan desastroso que tres de ellos ya fueron pasados a disponibilidad. Pero lo peor de todo es que difieren hasta en la hora en que se produjeron los hechos. No solo perdieron un montón de tiempo en entrar en el departamento, luego de que Nisman no respondiera sus llamados durante horas, sino que además controlaron de una manera demasiado relajada quién entraba y quién salía del edificio.
El dato que más se pone en tela de juicio es por qué dejaron entrar en el edificio a Diego Lagomarsino sin ser revisado, por más que fuera un conocido de Nisman y trabajara para él.
“Cuando la custodia está en estado de alerta máxima, como estaba la del fiscal, porque el lunes debía declarar en la Cámara de Diputados, se refuerzan las medidas. Ese es un protocolo que se sigue siempre. Por eso se debió revisar a Lagomarsino. Porque tenía un arma y hasta, en el peor de los casos, le pudo haber pegado un tiro. Y ese protocolo lo conocían muy bien los custodios de la Federal”, le señaló a NU un comisario de la PFA.
Acá se dispara la primera incógnita del caso: por qué los custodios actuaron como actuaron. Y en segundo lugar, por qué dejaron que subiera tanta gente al departamento, entre las 10 y las 12 de esa noche.
Todas esas irregularidades determinaron que el jefe de la Federal, Román Di Santo, primero pasara a disponibilidad a los suboficiales Luis Miño y Armando Niz. Los acusan de haber cometido “falta grave” por no avisar a sus superiores que habían estado buscando al fiscal durante once horas antes de hallarlo muerto. Pero, sobre todo, los echan por su comportamiento posterior al hallazgo del cuerpo: dicen que hubo entre 20 minutos y media hora donde tampoco avisaron lo sucedido ni llamaron al 911, como indica el protocolo de actuación.
Luego fue pasado a disponibilidad el suboficial Rubén Benítez, quien custodiaba a Nisman desde hacía más de 10 años. Benítez fue el único agente que entró en el departamento el fin de semana en que murió Nisman. Según su testimonio, el fiscal le pidió consejos porque quería comprarse un arma para defenderse.
Como si algo más faltara para que la custodia terminara en el peor de los lugares, se produjo la declaración de Lagomarsino el miércoles por la tarde. Ante un enjambre de periodistas, el técnico en Informática dijo que la última vez que vio a Nisman con vida, este le dijo que ya no confiaba ni en su propia custodia. Y agregó que cuando salió del edificio la custodia no estaba.
“Tantas desprolijidades no tienen sentido. Hay dos posibilidades: o los custodios actuaron así por desidia o porque recibieron instrucciones de alguien. Y la segunda posibilidad es la que lleva a pensar que alguien estaba interesado en que Nisman terminara como terminó. Y ese alguien, evidentemente, es muy poderoso”, manifestó ante este medio un comisario inspector de la Policía Federal que se encargó de la custodia de varios exfuncionarios y miembros del Poder Judicial.
Las dudas y los muchachos de la SI que están fuera de control
Otro punto de la investigación que no debe ser pasado por alto es el que está relacionado con la autopsia. La propia exmujer del fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, presentó un escrito en el que plantea “falencias” en el estudio realizado y propuso que un equipo forense evalúe los resultados. La magistrada le planteó sus dudas a la fiscal Viviana Fein y le solicitó que un equipo de forenses y criminólogos liderados por el forense Osvaldo Raffo analice la pericia. El objetivo es que evalúe y saque conclusiones de la autopsia por medio de fotos, videos e interconsultas con otros peritos. Para Arroyo Salgado hubo errores en la autopsia y en la labor del equipo de criminalística que actuó en el lugar del hecho.
Las dudas no solo están centradas en la autopsia. También, en el arma. Que no dejara restos sorprendió a todos. O en realidad lo que sorprendió a todos es que las pruebas concluyeran en esa afirmación. Para la casi totalidad de los especialistas, que el arma no dejara residuos en la mano del fiscal es imposible, si se trató de un suicidio.
Entonces era aconsejable realizar una nueva prueba. Pero la misma se prolonga en el tiempo sin una explicación que justifique esa tardanza. La prueba de verificación sobre la deflagración del arma que se anunció hace una semana todavía no se realizó. Todavía nadie explica el motivo de la demora.
Y como si la investigación no tuviera ya demasiados problemas, a ellos se suma la interna de la Secretaría de Inteligencia (SI, ex-SIDE). Una interna que no es nueva pero que terminó de la peor manera. Desde el Gobierno nacional salieron a decir que el muerto se lo tiraron a ellos. Culpan al exjefe de Operaciones de la SI, Antonio “Jaime” Stiuso, de ser el hombre que proporcionó los datos en que se fundamenta la denuncia de Nisman.
“La interna de la SI no es nueva. Pero el enfrentamiento por el control de la Inteligencia la excede. No solamente había un enfrentamiento entre el director de Reunión de la SI, Fernando Pocino –un hombre nombrado por Cristina– y Stiuso, sino que, además, a esto se sumaba la intervención del jefe del Ejercito, el general César Milani, quien con la venia del kirchnerismo pretendía manejar la Inteligencia local”, le dijo a Noticias Urbanas un integrante de la Secretaría de Inteligencia.
Claudio Lifschitz, exsecretario del primer juez de la causa AMIA, le confirmó a este medio que en la muerte de Nisman está involucrado un sector de la SI y el propio Stiuso (ver recuadro). Y no parece casualidad que la denuncia de Nisman se produjera luego de que el Gobierno echó a Stiuso de la Secretaría de Inteligencia.
Los actores que repiten un libreto dudoso
Las imágenes de un Nisman inquieto, que iba de un lado a otro, son repetidas por los canales de noticias todo el tiempo. En ellas se lo ve en el aeropuerto de Ezeiza, luego de su llegada de España. Allí es recibido por una persona, que ahora es sindicada como un agente de la SI relacionada con Stiuso. Pero no es la única.
Este semanario planteó en su edición anterior las sospechas sobre la actividad de Diego Lagomarsino y su relación con los servicios de Inteligencia. Un comisario inspector del área de Homicidios de la Federal, en off the record, puso en evidencia la relación de Lagomarsino con la SI. Es más, otras fuentes lo relacionan directamente con el sector de Stiuso que se enfrentaba al sector K, que manejaba Pocino.
El dato que vincula a Lagomarsino con los servicios se vio reforzado esta semana, cuando víctimas de Cromañón lo señalaron como una de las personas que iba a las marchas a sacar fotos. José Iglesias, padre de una de las víctimas, le contó a la fiscal Fein que lo vieron en una marcha para pedir justicia. Según Iglesias, Lagomarsino acompañó la marcha, tomó fotos y cuando los familiares se acercaron a conversar con él, les dijo que había tenido un problema con la cámara y que debería repetir las fotos en otra oportunidad, pero jamás volvieron a verlo.
“En la Secretaría de Inteligencia había un grupo de camporistas que estaban bajo el ala de Pocino y que tenían a maltraer a Stiuso. Pero la guerra de fondo era por el control de la Inteligencia local. Era por el manejo de ciertas áreas sensibles. Y de esta pelea no es ajeno Milani, quien se enfrentaba a Stiuso por intermedio de Pocino”, le aseguró a Noticias Urbanas un funcionario judicial con llegada al mundo del espionaje vernáculo.
Si Lagomarsino está complicado y, además, relacionado con el sector de Stiuso, desde ese sector, el de Stiuso, se menciona a una persona que se presentaba como espía y que estaría vinculada a Pocino. Su nombre es Allan Bogado y, a pesar de que el Gobierno dijo que no era espía, su nombre figura en las escuchas de Nisman. En ellas, hay una que lo vincula con el supuesto pacto con Irán y con personas del entorno presidencial.
El último dato a tener en cuenta sobre el accionar de la SI en el caso Nisman, tiene que ver con el auto en el que se movía el fiscal. Nisman utilizaba un Audi perteneciente a la empresa Palermopack SA, cuyo dueño es Fabián Aníbal Picon, pareja de la hija del exjefe de la SI menemista, Hugo Anzorreguy. Este último fue acusado de desviar pruebas de la investigación del atentado.
Los senderos de la investigación por la muerte del fiscal no solo se bifurcan sino que se multiplican en direcciones que se contraponen. Se avanza un trecho para luego de un tiempo darse cuenta que en realidad se retrocedió. Demasiados vericuetos que llevan a callejones sin salida. El peor panorama posible para hallar la verdad.