El sábado último, sorpresivamente, Mauricio Macri y Elisa Carrió difundieron por las redes sociales –antes que por los medios masivos– un comunicado por medio del cual anunciaron que dirimirán en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) sus candidaturas presidenciales.
Para instrumentar esta decisión –inesperada por la ocasión, no por su posibilidad–, se reunieron el viernes ambos referentes, acompañados por cuatro de los principales dirigentes de sus partidos. Por el Pro, estuvieron presentes Emilio Monzó y Marcos Peña, y por la CC-ARI, Maximiliano Ferraro y Maricel Etchecoin Moro.
El domingo inmediato, de gira por Neuquén, el propio Jefe de Gobierno porteño reconoció que era “muy raro” el acuerdo entre los dos, en especial porque la diputada “siempre fue muy crítica” con él. Macri destacó que el hecho de que la legisladora haya dejado atrás sus cuestionamientos “habla bien de ella, porque después de todo lo que dijo, pasó del prejuicio al juicio, lo que demuestra que es sana e inteligente”.
Un largo y sinuoso camino
Dos semanas antes, Macri y Carrió se habían reunido en el más estricto secreto para acordar las líneas generales de un acuerdo que ambos habían tildado como posible, pero que tardaban demasiado en concretar.
Un dirigente del Pro definió, en diálogo con esta publicación, que será difícil para la gente dirimir este acuerdo. “Nosotros no estamos con Carrió, hicimos un acuerdo político del mismo tenor que el que se hizo en 2013 con Sergio Massa para frenar la re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner. Lo que buscamos desde la oposición es la construcción de una fuerza para llegar al balotaje en condiciones de pelear la elección.”
En esa línea, el dirigente buscó ser explícito acerca de la naturaleza del acuerdo alcanzado el viernes 30 de enero. “No es cogobierno. Hay quienes ven la foto y deducen que se firmó la unidad entre dos partidos políticos, pero este es un acuerdo solo electoral para jugar en las PASO.”
Una vez establecidas las fronteras, el dirigente explicó que “la idea es que el acuerdo sea más amplio”. “En una palabra, que se sumen los radicales y otras fuerzas más. El límite alcanza a los que estuvieron con el kirchnerismo, que en principio estarían afuera. Yo no me olvido que la Resolución 125 la diseñó Martín Lousteau, mientras Sergio Massa, que era el jefe de Gabinete de Cristina, aplaudía desde la tribuna.”
Para el dirigente, al igual que para otros referentes del Pro, “Carrió planteó sus prejuicios contra Mauricio Macri, pero ahora se dio cuenta de la realidad”.
Volviendo a los límites del acuerdo, el dirigente planteó que “esto no significa que exista cogobierno, ni es una alianza. Es una fórmula pura del Pro contra una fórmula pura de Carrió. A esta gran primaria opositora se podría agregar una fórmula radical que quizás surja de la Convención Nacional de ese partido, que se va a realizar el 14 de marzo próximo”.
El referente del Pro amplió la convocatoria a los radicales: “Este acuerdo oficia como una nueva invitación para que se sumen a esta primaria que los representa, porque un votante radical se sentiría más identificado con nosotros que con Sergio Massa. A ellos se les complica votarlo, en cambio les resulta más sencillo votar a Macri”, dijo, dando por descontado el triunfo de su jefe en las primarias.
Para ilustrar esta definición, el asesor planteó un escenario “en el que los votantes radicales podrían tener que optar –si se decidieran por Massa– por Martín Insaurralde o por algún otro barón del Conurbano”.
Radicales libres
Aunque algunos encuestadores manifestaron sus dudas en cuanto a lo que le suma a cada uno la compañía del otro, los que realmente quedaron atrapados en un brete fueron los radicales. Y de un brete se puede huir, al igual que de un laberinto, de una sola manera: por arriba.
Los dilemas son tres. El primero es que los principales dirigentes de la UCR bonaerense solo aceptan sumar a su partido a una opción socialdemócrata, para lo cual su destino natural es el Frente Amplio Unen, junto con los socialistas y otros partidos menores.
El segundo dilema atrapa, además de a los radicales, hasta al Pro y a la CC-ARI. Si los radicales, que tienen presencia en casi todo el territorio argentino, decidieran ser parte del juego que proponen Macri y Carrió, desnudarían lo endeble de su actualidad política, lo que los llevaría a asumir una realidad que nadie quiere aceptar.
Si bien los de la boina blanca conforman un partido que supo ser realmente grande, las fuerzas centrípetas que lo atravesaron a partir de la última década corren desde su centro de gravedad hacia sus límites externos, lo que impulsa a sus jefes distritales a buscar su propia supervivencia antes que la de un partido que no tiene referentes indiscutibles a nivel nacional, por lo que no les puede asegurar su propio futuro.
Los propios Gerardo Morales, Ernesto Sanz, Julio Cobos y José Cano, por nombrar al azar a algunos de sus dirigentes, buscaron opciones diferentes para acompañar el 25 de octubre y, eventualmente, el 24 de noviembre.
Morales ya se tomó su propia foto con Sergio Massa, al igual que José Cano. Sanz y Cobos, por su parte, tampoco coinciden en sus opciones. Mientras que el primero es un entusiasta impulsor del acuerdo con Macri, su comprovinciano prefiere acompañar la opción del Frente Amplio Unen, en la cual podría incluso ser el candidato presidencial, secundado por el líder socialista Hermes Binner.
El tercer y último dilema, que no cuenta con la coincidencia mayoritaria de los correligionarios, lo que no es tan grave porque nada concita el apoyo de todos, sería llevar a una de sus hijas perdidas –Lilita Carrió– al tope de su lista y ganarle fácilmente a Macri en las PASO nacionales, habida cuenta de su masiva presencia en todo el país. Si bien esta opción es utópica, no hay que descartarla del todo. Al fin y al cabo, la especulación es la madre de todas las victorias inesperadas.