“Dr. Nisman: No tenga miedo y haga la denuncia. Para que vea que tengo buena información y amigos en todas partes, usted, hoy jueves, no se animó a hacer la denuncia. No crea que de esa manera no van a intentar cagarlo igual”.
Así empieza el mail que el fiscal Alberto Nisman recibió pasadas las 19.30 del jueves 8 de julio de 2010, desde una cuenta falsa, en el que se denuncia una supuesta maniobra para forzar su salida de la Unidad Fiscal AMIA que involucra al juez Claudio Bonadio; al ex ministro del Interior de Carlos Menem, Carlos Corach; al ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge “Fino” Palacios y a la agrupación Quebracho.
De la misma, se presume que podría haber surgido la decisión de Nisman de “pinchar” los teléfonos del líder de Quebracho, Fernando Esteche, al advertirse en ella que los ideólogos de este plan habrían tomado contacto con tres miembros de la agrupación que encabeza con el fin de realizar un operativo de “inteligencia” para amedrentar al fiscal.
Éste incluía un minucioso seguimiento a Nisman y su entorno (su ex esposa Sandra Arroyo Salgado, sus hijas y custodia) y un posible “susto” para sus primogénitas.
En tanto que, el apuntado como facilitador del personal para llevar adelante el “trabajo sucio” es “Boli” Lescano, “uno de los cuadros más violentos de Quebracho”, según consigna el email.
Contexto
“Tomo conocimiento del creciente malestar existente por parte de estas personas (NdR: Palacios, Corach y Bonadio) contra el juez federal Ariel Lijo y el fiscal Alberto Nisman cuando en los medios de comunicación se empieza a hablar de la participación de Palacios en el encubrimiento en el tema de la AMIA”, relata el denunciante anónimo a Nisman en el mail al que Noticias Urbanas accedió en exclusiva, quien describe “la preocupación de Palacios” por “la fortaleza que iba adquiriendo la relación de Lijo con Nisman”, a los que –según la narración- vinculaba con el ex jefe de Operaciones de la secretaría de Inteligencia, Antonio “Jaime” Stiuso.
“Palacios señalaba a Stiuso como el causante de todos sus males, que comenzaron –según manifestaba- en 2004, en momentos en que todos lo señalaban como el futuro jefe de policía de (Néstor) Kirchner y de improviso, por acción de Stiuso, fue pasado a retiro por sus vínculos con piratas del asfalto, que terminaron matando a Axel Blumberg”, recuerda el texto.
Sin embargo, “los reales problemas” de “El Fino” empezaron cuando fue detenido a pedido de Nisman en el marco de la causa por escuchas ilegales en la que se vio involucrado el jefe de Gobierno Mauricio Macri.
Es en ese momento cuando, según confirma el correo, empieza a tramarse el plan para hacer caer al hombre que se atrevió a denunciar a la presidenta Cristina Kirchner.
Uno de las primeras visitas que habría recibido Palacios durante su detención en la cárcel de Marcos Paz sería la de Bonadio, con quien mantendría un vínculo de “amistad”. Allí fue que el ex jefe de la Metropolitana pidió “que le transmitiera a Corach que moviera sus influencias en el Gobierno para sacarlo de la cárcel, porque si no comenzaría a contar los chanchullos en los que Corach participó y que él tuvo la oportunidad de conocer, por la cercanía que lo unía” al ex funcionario menemista.
Palacios estaba “convencido” de que Corach, “aunque lo niegue”, “tiene muy buenos vínculos con el oficialismo y puede lograr su libertad”, explica la denuncia llegada a Nisman.
Una vez entregado el mensaje, el ex ministro del Interior habría ordenado a Bonadio “que se pusiera en campaña para ayudar a Palacios de alguna manera”.
El plan
Según consta en el correo electrónico enviado al fallecido fiscal, el plan para sacar a “El Fino” de prisión contaba con “dos patas”: “Ejercer un fuerte lobby judicial en distintos ámbitos de la Justicia, tarea que quedó a cargo de un grupo de abogados que recorren despachos a favor de Palacios. Y la otra, ‘sacar del medio’ al fiscal Nisman”, quien incomodaba al ex jefe policial con sus investigaciones, tanto en el caso AMIA con en el de las escuchas.
Para correr a Nisman, el juez Bonadio habría propuesto “armarle una causa que debía caer” en su turno. Aunque en la propia denuncia anónima, el acusador, quien dijo haber trabajado en “la esfera pública”, admitió desconocer si finalmente esa operación judicial fue concretada.
Lo que sí asegura es que “se subcontrató la pinchadura de los teléfonos de Nisman para conocer sus movimientos, con quien se juntaba y sus actividades”. “Esto fue en diciembre de 2009 y se pincharon sus celulares y el teléfono de su casa”.
“También se decidió que había que involucrar a Jaime Stiuso en la causa, ya que de esa manera tendría que ocupar su tiempo en defenderse y no en armar operaciones contra Palacios y sus amigos. Bonadio no siente aprecio por Stiuso, y si bien sabe del poder que tiene Jaime, también es consciente de que Stiuso lo tiene a Bonadio entre sus objetivos inmediatos, por lo que prefiera ganarle de mano y llevárselo puesto. Lo que además le daría chapa en Tribunales, donde todos miran Jaime con terror”, se especifica.
Mientras que, en paralelo, la confabulación para arrastrar a Nisman a la renuncia incluía un minucioso seguimiento de sus movimientos, el de su custodia y el de su ex esposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado, e hijas.
“Saben del colegio al que van, a qué hora salen de su casa, cuál es el camino que agarran y todos los datos conexos”, notificaron al hoy extinto fiscal. E incluso, como al pasar, relataron que “pensaron en darle un susto al auto de sus hijas, creyendo que con eso iba a abandonar el empeño en las investigaciones que hace. Y quizá renunciar”.
“Hace poco tiempo tomaron contacto con tres integrantes de Quebracho, que sus miembros están predispuestos a realizar estos trabajos sucios, y también por sus lazos y simpatías con Irán verían con agrado cualquier acción contra usted o su familia”, se asevera en el mail, que revela quizá lo que terminó motorizando el seguimiento de Nisman a la agrupación Quebracho, al tiempo que se detalla: “Quien facilitó la gente fue el Boli Lescano, conocido miembro de Quebracho y uno de sus cuadros más violentos”.
Finalmente, se le sugirió a Nisman que realice “una mínima investigación de los teléfonos, reuniones, visitas y diálogos” para corroborar lo denunciado en el mensaje, también enviado a la casilla “privada” de la Unidad Fiscal AMIA.
“Queda ahora en usted seguir investigando esto. Va a ver cómo querían voltearlo”, concluyó el misterioso correo.