Carlos Alfonso Tomada es uno de los dos ministros (junto con Julio De Vido) que queda de aquel gabinete que formó Néstor Kirchner cuando asumió sus funciones el 25 de mayo de 2003. Desde entonces, se encuentra a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, desde el cual le cupo –en el comienzo de su mandato– la responsabilidad de desactivar esa bomba de tiempo que era la conflictividad social, que en los 90 había crecido hasta un rango casi insoportable.
Pero a partir del 10 de diciembre próximo, Tomada aspira a mudar su despacho de Leandro Alem 650 a la Legislatura porteña, ante su designación para encabezar la lista del Frente para la Victoria (FpV) que lleva a Mariano Recalde para jefe de Gobierno. La boleta que Tomada encabeza también la comparten los precandidatos a jefes de Gobierno Gabriela Cerruti y Gustavo López.
–¿Cuál será la oferta electoral del Frente para la Victoria para las PASO del 26 de abril y las elecciones locales del 5 y el 19 de julio?
–No existen grandes diferencias entre nosotros, los que competimos. Son miradas que pueden tener matices diferentes, pero que se encuentran bajo el paraguas de un gran proyecto, que es el que lidera Cristina Fernández de Kirchner. Este espacio ha encarado un proceso de crecimiento en la Ciudad que ahora queremos que se concrete en un triunfo, más allá de las encuestas. En este aspecto, lo encaramos con mucha militancia y con propuestas concretas. Hace poco celebramos en la sede del Partido para la Victoria el triunfo de la lista que encabezó Roberto Feletti, que coincidió con la reelección de Cristina, cuando alcanzó el 54 por ciento de los votos en 2011. Para los que dicen que esto fue excepcional, les recuerdo que también hoy nos acompaña Cristina, que juega fuertemente con nosotros, lo que significa un respaldo muy grande. Esto, en cuanto a cómo enfrentamos las PASO, en lo que pretendemos que sea una representación de las distintas miradas y no una competencia entre nosotros.
–¿Y en lo personal, en lo suyo?
–En lo personal, tengo que agradecer a los que tuvieron la idea de que yo encabezara una lista de legisladores con una propuesta unitaria, porque existe una fuerte convicción de todos los que estamos en esta elección de que la unidad es importante, una idea que valoro y que creo que es muy acertada.
–En las PASO, el gran desafío de los que compiten es que los ganadores conserven el caudal de todos sus votantes. Si esto no ocurriera, todo lo ganado puede volverse en contra del partido que los pone en carrera.
–Yo creo que en el caso nuestro, de las fuerzas que integran el Frente para la Victoria, venimos trabajando juntos hace muchos años con las mismas convicciones, con propuestas que responden a lo que hoy exigen y demandan los porteños. Eso nos da la tranquilidad de que, cualquiera sea el resultado, vamos a seguir con las mismas consignas.
–¿Considera usted que el del FpV es un proyecto ya consolidado?
–Sí. Además esto se da con un piso de respaldo popular y de votos que se ha ido consolidando también en estos años.
–Es fama que este distrito suele ser difícil para el peronismo y sus aliados.
–Por eso señalaba el resultado de 2011. Pero además existe este proceso de acumulación en la Ciudad de Buenos Aires, en la que el Frente para la Victoria tiene una presencia territorial como no conoció el peronismo nunca, así que esto es para nosotros un respaldo muy fuerte. En las caminatas junto a Mariano [Recalde] percibimos esa recepción positiva, que es acompañada de una actitud demandante, dicho esto en el mejor sentido, porque proviene de una ciudadanía que quiere vivir mejor y sabe que nuestras propuestas apuestan a eso, a conseguir que se pueda, que todos podamos vivir mejor.
–¿De esto estuvieron hablando con Tití Fernández en su heladería?
–(Risas) Es cierto, estuvimos el otro día con él. Es un fenómeno. Nos recibió con mucha calidez, manifestando un compromiso y una emoción muy fuerte ante el recuerdo de su hija María Soledad y de los valores que ella tenía y su compromiso militante, que lo llevaron a afirmar que también iba a confiar en nosotros.
–Dijo: “Si mi hija los eligió, yo también”.
–La frase fue esa y fue tremenda, muy emocionante. La verdad es que es una responsabilidad, sobre todo para los chicos de La Cámpora, que tienen que responder a esa expectativa.
–Si tomamos las siete opciones para jefe de Gobierno y las cinco listas de legisladores, la propuesta del FpV es, indudablemente, muy variada.
–Yo creo que ese es uno de los elementos positivos que ofrece el FpV. Por una parte, una apertura a otras tradiciones políticas, a otras culturas tan diversas como tiene la Ciudad de Buenos Aires en términos de militancia o pertenencia partidaria. Eso nos ha fortalecido, y lo curioso, que nosotros valoramos y rescatamos, es que esta no es una alianza transitoria o un acuerdo electoral oportunista, sino que es una tradición en una forma de construcción política en la Ciudad. El peronismo es una presencia central, un peronismo que se dio sus propias autoridades el 6 de abril de 2014, abriéndose a todas las expresiones internas del partido, lo que rescato profundamente. Ese día fueron electos Víctor Santa María como presidente y Mariano Recalde como presidente del Congreso Metropolitano. Y nos mostró yendo en esta dirección que señalo: un peronismo presente, un peronismo organizado, que viene trabajando desde hace 12 años con otras fuerzas que representan a la centroizquierda.
–Si hay tantas listas quiere decir que en este proceso hubo distintas visiones y, también, por qué no, desacuerdos. ¿Todas esas fuerzas tuvieron cabida dentro de las listas del FpV? ¿Se contiene la diversidad?
–Claro. Y debemos decir que quienes participaron en este proceso y en las definiciones finales, incluyendo a Cristina, tenían una fuerte vocación de que las PASO fueran realmente el método para la elección de los candidatos que deben representarnos. No se buscó forzar una unidad a rajatabla, sino que la unidad surgiera de esta primaria abierta. Por eso existen tres listas de jefes de Gobierno que llevan a una sola de legisladores y otras dos que llevan también una boleta común de legisladores. Estas expresiones políticas son las que han concurrido sistemáticamente en los últimos 12 años para formar parte de la oferta política del FpV y para tener una propuesta de Ciudad que confronta con la que lleva adelante Mauricio Macri.
–El Pro lleva dos boletas a jefe de Gobierno y una sola lista de legisladores, sin embargo, en esa fuerza tampoco están ausentes las tensiones.
–Es verdad. Uno debería decir que siempre existen tensiones en el marco de las internas, pero a mí, que estoy viviendo esta interna y que he vivido otras, me llama la atención la virulencia de la interna del Pro. Pero, bueno, es un problema que deberán resolver ellos mismos.
–En una línea, ¿qué es lo que ofrece el FpV que lo diferencia del Pro? ¿Cuál sería la madre de todas las batallas?
–Un Estado más presente. Una mirada planteada desde la solidaridad antes que desde el liberalismo económico. Una preocupación focalizada en la demanda actual de los vecinos y no en los negocios. No pretendo ser descalificatorio, pero hay una frase que solemos repetir nosotros, los peronistas, que es que donde encontramos una necesidad, existe un derecho. Ellos, donde encuentran una necesidad, ven un negocio. Esto lo digo sin ignorar algunos logros que indudablemente ha tenido el gobierno de Mauricio Macri. Uno no gobierna ocho años haciendo solamente desastres.
–Por algo Macri fue reelecto, ¿no es así?
–Claro, yo respeto esa voluntad popular. Pero creo que se pueden hacer mejor las cosas. No solo eso, se deben hacer otras cosas que el Pro no ha hecho. Y también se puede gastar menos. Tal vez este sesgo provenga de que tenemos un grupo que desde hace muchos años viene trabajando muy fuerte en los temas de gobierno, que es La Fábrica Porteña, que ha hecho un análisis muy detallado, muy profesional para prepararnos para gobernar y para detectar dónde están algunas incongruencias que no queremos que se repitan. Por ejemplo, Buenos Aires tiene el presupuesto más rico de todas las ciudades de la Argentina y de la mayoría de todas las ciudades de América latina, ¿y alguien puede decir que los vecinos sienten que están viviendo en una ciudad rica? No, para nada, el presupuesto para las políticas sociales está subejecutado, además está en descenso año tras año. Por el contrario, las partidas destinadas a los servicios, léase negocios, se elevan y se sobreejecutan. Por eso, cuando digo que nosotros tenemos una mirada diferente es porque tenemos una concepción diferente. Para no decir “nosotros en la Nación hicimos esto, por lo tanto en la Ciudad vamos a hacer tal cosa”, ¿qué tal si lo hacemos al revés? Miremos qué hizo Macri en la Ciudad y deduzcamos qué haría en lo nacional si fuera electo presidente. Por ejemplo, a nivel nacional, Macri endeudaría el país como ha endeudado la Ciudad. A nivel país, no existiría el plan Procrear para construir cientos de miles de viviendas, sino que estaríamos disminuyendo el presupuesto de vivienda, como lo hizo en la Ciudad, que lo llevó de 3,5 puntos a menos de 2,5 puntos. Esa es la propuesta de Macri, y nosotros tenemos otra propuesta, que tiene que ver con una ciudad más inclusiva, con una ciudad que sea más cómoda para los que viven en ella. No para 14 personas, sino para todos los habitantes.
–¿Cómo es una ciudad más cómoda?
–Existe la necesidad de mejorar el transporte; también tiene que haber una mayor accesibilidad de los porteños a los bienes y servicios. ¿Por qué hoy no hay una mayor accesibilidad? ¿Qué impide que todos disfruten de la misma infraestructura de agua, de gas, de luz, de vivienda? ¿Cómo puede ser que la Ciudad de Buenos Aires tenga la cantidad de viviendas desocupadas que tiene y, paralelamente, haya gente que no tenga dónde vivir? Además, hay zonas que no están urbanizadas. ¿Cómo es posible que esto pase si el país ha crecido? Este proyecto político del que formamos parte lo hizo crecer, pero al mismo tiempo incluyó a la gente en el bienestar, por lo cual hay millones de argentinos que hoy tienen trabajo, que antes no lo tenían. Y muchos están en la Ciudad de Buenos Aires. Y toda esa gente que hoy tiene trabajo se ha podido comprar un coche, una moto, una casa. Eso generó una dinámica para la cual el Gobierno de la Ciudad hoy no está preparado. El crecimiento de la Ciudad, el crecimiento del siglo XXI, encontró al gobierno de Macri sin respuestas. Hicieron determinadas cosas que están bien, pero la verdad es que se debería haber dado respuesta al problema de los subtes. Buenos Aires no es vivible si no se hacen subtes. Está buena la bicisenda, está bueno el metrobús, ayudan, pero para que Buenos Aires sea una ciudad para todos se debería haber inaugurado una estación de subte por año.
–¿Cómo es una ciudad inclusiva?
–Una ciudad donde el norte y el sur no tengan las diferencias que hoy presentan. En el sur, las cifras de mortalidad infantil, de falta de alimentación y de analfabetismo son permanentes, cuando no crecientes. En el norte, en cambio, esas cifras no existen. El analfabetismo no puede existir en la Ciudad de Buenos Aires. No debe existir. ¿Cuál fue la actitud del gobierno que asumió la Nación el 25 de mayo de 2003? Se hicieron 1.840 escuelas, un montón de universidades, se extendió la educación obligatoria a 14 años. Y la Ciudad de Buenos Aires, en cambio, no le puede dar respuesta a eso, no puede dar respuesta al ingreso de los chicos de cuatro años a la escolaridad. ¿Cómo es posible? No es un problema que explotó de golpe, sino que ya se venía arrastrando. Se discutió sobre los containers, se discutió si en el Colegio Bernasconi se ponían aulas en los pasillos. Ese era el nivel de respuesta del Gobierno porteño. Una ciudad inclusiva es una en la que estas cosas no pasan. Tiene que ver con una ciudad que está a la altura de las exigencias de una ciudad moderna y que tiene el presupuesto más grande de la Argentina. Estos problemas tienen que ver con una concepción política. En verdad, estas elecciones que se van a realizar el 5 y el 19 de julio expresan claramente una confrontación entre dos proyectos políticos, entre dos concepciones sobre el Estado, entre dos ideas de Ciudad, entre la inclusión y la exclusión. Esa es la discusión que, por otra parte, anticipa una disputa, una tensión que va a estar presente en todo el proceso electoral argentino en 2015.