Apoco menos de cuatro cuadras de la exsede del Gobierno porteño, en Esmeralda 285, la escuela de danzas Aída Victoria Mastrazzi se debate entre el dictado de clases y los reclamos por el cierre de cursos, las demoras en las obras de refacción y readecuación edilicia, el déficit de cargos y, como cuota inverosímil en un escenario desastroso, la presencia de insectos y ratas. Como sea, la comunidad educativa encuentra difícil darle un viso de normalidad al ciclo lectivo. Y este estado de cosas en la institución fundada en 1924, cuya construcción data de 1830, no es, precisamente, nuevo.
Docentes y estudiantes se movilizaron incontables veces durante 2013, sobre todo en febrero, cuando parecía peligrar el comienzo de clases. Es que la escuela se encuentra en obra hace cuatro años, gracias a la cual, de finalizar, podría disponer de cuatro aulas más en la planta superior. “El edificio fue completamente destruido por la empresa constructora. A las aulas se les caen los paneles de los techos, hay filtraciones de agua por toda la planta baja y el primer piso. Tampoco se ha finalizado el entrepiso; hay boquetes en las paredes de los corredores por donde circulan más de 1.000 alumnos en los tres turnos y 400 docentes. Las aulas se inundan, los escombros están por doquier y nadie se hace responsable”, decía Andrea Baffigi al recordar que el límite de entrega del edificio, en óptimas condiciones, era el 4 de febrero de aquel año. “Las clases están siendo retrasadas, sin una fecha fija de comienzo a falta de un edificio acorde a las necesidades de la escuela”, agregaba.
Y así fue como la Aída Mastrazzi tuvo que mudarse, por ejemplo, a una sede del Patronato de la Infancia, en Paraguay y Pueyrredón. Aurora Losada, docente de música desde 1993, relata que educar en ese contexto fue complicado: “Dábamos clases en los pasillos, junto a las aulas, que no estaban acondicionadas para este tipo de carreras. A la falta de espacio le sumábamos la contaminación sonora del barrio. En ese tiempo bajó mucho la matrícula”. En 2014 volvieron a Esmeralda 285, pero el panorama no cambió demasiado.
Ahora –comenta Gabriel Núñez, otro docente– el edificio sigue sin terminar. Por caso, el ascensor no fue colocado, lo que obliga a subir y bajar los dos pisos por escalera y a apreciar el hueco como metáfora del pozo institucional. Así que, dejando de lado la cuestión de la demora de obra, resta la preocupación por el cierre de cursos –arrecia, según los docentes, la amenaza de dar de baja, por ejemplo, dos comisiones de quinto año de Danza Clásica, bajo el argumento de que la matrícula, de ocho personas, es escasa–, la falta de nombramientos y las ratas entre escombros, por tirantes, por todos lados.
Justamente, al cierre de esta edición, la comunidad educativa de la escuela que dicta las carreras de Intérprete de Danza Clásica y Contemporánea y Danzas Folclóricas y Tango (originalmente, magisterios) se reunió para discutir los pasos a seguir. “Ahora son los alumnos los que nos empujan a los docentes”, precisa Aurora. Los estudiantes, en ese sentido, tienen pensado cortar esta semana Acoyte y Rivadavia, Callao y Corrientes y Juan B. Justo y Lope de Vega. Y la convocatoria que se debería haber hecho a la directora de Educación Artística, Claudia Cabria, por el momento no se hará: el llamado a dar explicaciones a la Comisión de Educación de la Legislatura, estipulado para el martes 14 de abril, forma parte de un proyecto de resolución del legislador del MTS-Nueva Izquierda, Alejandro Bodart, que aún no se trató. En estos días, las PASO del 26 de abril consignan mayor urgencia en los tiempos parlamentarios. Con suerte, en junio se trabajará sobre la iniciativa. Cuando ya haya pasado casi la mitad del ciclo lectivo 2015.
“Los casos de la escuela Mastrazzi, la Jorge Donn y otras del área artística realmente confirman que ‘a Macri, la educación pública le importa un carajo’, como lo digo en mis spots. Las autoridades del Gobierno porteño persisten en su línea de cierre de cursos y ajuste. También hay un conflicto con la inscripción online docente, sobre todo en las áreas de Artística, Normales y Técnicas. El viernes 10, el Gobierno de la Ciudad inauguró el nuevo Centro de Atención Docente, en Constitución al 1110, en donde funcionan las juntas de clasificación docente. Pero el edificio no está habilitado, hay hacinamiento y, como la inscripción no está en condiciones, dejan a los docentes de esas áreas sin inscripción este año, perjudicando sus posibilidades de acceder a los cargos”, explica el precandidato a jefe de Gobierno del MST-Nueva Izquierda.
En el pedido de informes al Poder Ejecutivo, que en principio iba a ser acompañado por la diputada kirchnerista Lorena Pokoik, se inquiere sobre el cierre de los desdoblamientos en materias troncales de los quintos años, como Clásico y Contemporáneo; se pide que se exponga, en cuanto a las obras y refacciones, los plazos previstos para la terminación del buffet y los patios escolares, y que se manifiesten las razones de la falta de instalación del ascensor. Además, se solicita información sobre las bajas vegetativas de los últimos tres años y la forma en que dichos cargos han sido cubiertos. Y, claro, en el proyecto se pregunta si el Ministerio de Educación tiene conocimiento acerca de la presencia de ratas en las instalaciones de la escuela. Se copian, por las dudas, unas fotos para documentar el foco de la cuestión. La imagen de la chica almorzando al lado del bicho muerto no para de circular por las redes sociales.
El miércoles 1 de abril, la comunidad educativa de la escuela de danzas Aída Victoria Mastrazzi se movilizó a la Legislatura. Otras veces, hizo lo mismo en las puertas del Ministerio de Educación porteño, en Paseo Colón 255. A comienzos de mes, docentes y estudiantes recordaron que el 7 de noviembre de 2013, en Perú 130, se aprobó unánimemente por resolución 290 un detallado pedido de informes sobre las obras en ejecución, que en aquel momento obligaron al traslado temporario de la escuela Mastrazzi. Y recordaron, también, que esa solicitud no tuvo, hasta la fecha, respuesta alguna.
La problemática de la Mastrazzi, según indican profesores de la rama artística que se desempeñan en distintas instituciones de la Ciudad, no es exclusiva del establecimiento mencionado. En tal sentido, la concentración del 1 de abril también sirvió como oportunidad para entregar un petitorio que contempla, entre otros reclamos, la construcción de los edificios para la escuela de danzas Jorge Donn (Cervantes 5068) y la escuela de artes visuales Rogelio Yrurtia (Alberdi 4754), así como la continuidad de la carrera de Realizador en el turno vespertino de la Escuela de Bellas Artes Lola Mora (Soldado de la Frontera 5155, en Lugano).
“Ya en marzo de 2012, siendo directora de la Escuela de Danzas Número 2, la actual directora de Educación Artística, Claudia Cabria, decide cerrar el turno vespertino de la carrera de Intérprete de Danzas Folclóricas y Tango ‘por falta de matrícula’. Este ajuste fue resistido por la comunidad educativa, por lo que se logró matricular a 28 alumnos en primer año. Luego, Cabria cerró un tercer año de Danza Clásica y un segundo de Folclore, y eliminó cargos docentes. Ese mismo año, tuvo muchos conflictos con alumnos, padres y docentes por maltratos. Y a partir de ser nombrada directora de Artística, mantuvo una línea de cierre y desfinanciamiento”, señala a NU un docente que prefiere preservar su identidad. Es que –varios lo afirman– la amenaza de sumario ante el mínimo signo de disenso es moneda corriente en el área.
Otra docente –también son muchos los que afirman esta tesis– sostiene que la ofensiva de la cartera educativa responde a un castigo a las escuelas del rubro artístico, que ante el paradigma de la Nueva Escuela Secundaria, en su mayoría no optaron por el “bachillerato especializado, que deteriora los contenidos”, sino que decidieron mantener sus carreras de intérprete en los distintos lenguajes. Y eso, parece, tiene sus costos. De allí, el manifiesto del 1 de abril en las puertas de la Legislatura: “Denunciamos expresamente que desde el momento que decidimos siete escuelas de diez esta opción de secundario orientado y carrera artística en paralelo, se retiró todo financiamiento a los ballets y producciones artísticas y culturales a través de módulos de fortalecimiento institucional; se retiró la posibilidad de conformar TP en caso de considerarlo aconsejable, se negó la apertura de desdoblamientos en cursos numerosos de artística, y se ordenó la fusión de cursos por matrícula sin evaluar la cantidad para el desarrollo jerarquizado de la actividad”.
Por otro lado, otra de las demandas tiene relación con las dimensiones de los espacios áulicos, que deben ser apropiadas para el desarrollo de una actividad de alto rendimiento como es la danza, con alumnos en constante movimiento. Se entiende que la proporción adecuada es de cuatro metros cuadrados por alumno, ya que así se puede garantizar el logro de los objetivos pedagógicos, preservando posibles lesiones por superpoblación en las aulas. Esta proporción debe ser diferente, claramente, a la de asignaturas de contenido teórico, en las que los alumnos se encuentran estables en un sitio. Por ello, consideran que la cantidad de seis u ocho alumnos por curso es la justa respecto a la relación espacio áulico-movimiento. De esa forma, docentes y estudiantes creen que se deben tener presentes las diferentes dimensiones de las aulas de cada institución, ya que no siempre responden a la amplitud, ventilación, cantidad de barras y espejos necesarios para contener a muchos alumnos. Porque no es lo mismo una clase de Matemáticas que una de Danza Contemporánea y porque una práctica en el pasillo no es práctica, es un bochorno.
Quién fue Aída Mastrazzi
Nacida en la Argentina, egresó como profesora del Conservatorio Nacional de Música y Declamación (actual Conservatorio Nacional de Música “Carlos López Buchardo”). Además, se recibió de profesora de piano, teoría y solfeo del Conservatorio Scaramuzza.
Algunos de sus profesores fueron Leticia de la Vega, Helena Smirnova, Bronislava Nijinska, Esmeé Bulnes y Ekhaterina de Galantha. Mastrazzi fue bailarina del cuerpo de baile estable del Teatro Colón desde 1925 hasta 1938, cuando tuvo que retirarse por razones de salud. En ese año comenzó a dedicarse a la docencia, para lo cual armó un estudio propio.
Ingresó como profesora en el Conservatorio de Música y Arte Escénico para continuar su tarea docente, cuya continuidad la encontró en la Escuela Nacional de Danzas. Desde 1947, por otra parte, se desempeñó en la Escuela de Baile del Teatro Colón, continuando en el Instituto Superior de Arte de dicha sala. A su vez, Mastrazzi intervino como jurado en diversos concursos realizados en el Teatro Rivera Indarte de la ciudad de Córdoba, en el Teatro Argentino de La Plata y en el Teatro Colón.