Después de que cundiera la esperanza, de que los cánticos atronaran en los salones del NH-Tango y afuera, en la céntrica esquina de Cerrito y Tucumán, la desazón fue el fruto amargo del final en este día en el que las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias definieron a los candidatos que representarán al kirchnerismo dentro de algo más de dos meses.
Los resultados no fueron malos, pero estuvieron lejos de colmar las expectativas de la militancia del FPV, que esperaba relegar a las recompuestas huestes del radicalismo residual que encabeza Martín Lousteau. Es necesario recordar que durante 18 años, los candidatos del centenario partido de Alem fueron imbatibles en el distrito porteño y que sólo la debacle que le siguió a la crisis del 2001 acabó con esa hegemonía.
De todos modos, en un distrito tradicionalmente esquivo para el peronismo, si el 18,61 por ciento obtenido cuando se habían escrutado el 57,69 por ciento de las mesas, se convirtiera en un 20 por ciento, una vez más, el peronismo habría arañado un resultado decoroso.
De todos modos, lo decoroso fue mucho menos de lo esperado, después de una campaña que tuvo dos facetas claramente diferenciadas. La primera fue el contacto humano que consiguieron los candidatos con la gente de a pie que camina -como lo hicieron ellos- la ciudad. La otra fue una campaña publicitaria absolutamente fría y algo incoherente con el calor que sí supieron compartir durante años muchos porteños con los militantes kirchneristas.
De esa dicotomía nació la desazón -no la tristeza- de la militancia, que lo mismo hizo sonar sus bombos hasta pasadas las 23:00, sin desmayar en su optimismo.
Antes de que se produjeran los discursos, subieron al escenario Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Diego Bossio, Axel Kicillof, Fernando Espinosa, Antonio Caló, Víctor Santa María, Agustín “El Chivo” Rossi, Juan Manuel Abal Medina, Aníbal Fernández y Carlos Tomada, entre una larga constelación de dirigentes kirchneristas que decidieron acompañar a los candidatos porteños.
A las 22:23, fue el turno de Mariano Recalde, que fue presentado por una locutora, que antes había nombrado a todos sus rivales en la interna del FPV. En su discurso, el joven líder de La Cámpora agradeció a sus rivales, destacando que “aquí nadie tiene ambiciones personales” y prometiendo que “va a haber un cambio en la ciudad”.
Apostando a la inmediatez de la elección que viene, que se realizará en menos de tres meses, el presidente de Aerolíneas prometió que “el cinco de julio vamos a estar en el balotaje para ganar finalmente el 19 de julio”.
Finalmente, Recalde repitió un concepto que ya expresó otras veces, en referencia a que el Gobierno de Macri es “un gobierno que no tiene corazón”.
Los cantos de la retirada estuvieron rodeados por la desazón, como ya hemos expresado, pero se referenciaban también en la negativa a rendirse, exhibiendo ese halo de rebeldía que ha convertido al peronismo en el herido más conflictivo de la historia política argentina.