En la madrugada del 27 de abril, cuando el conteo parcial de los votos de las PASO había culminado y se iniciaba la segunda etapa hacia la trabajosa elección para jefe y vicejefe de Gobierno, legisladores y comuneros porteños, comenzaban a abrirse paso las especulaciones, análisis y evaluaciones de las performances de los partidos que intervinieron en los comicios y sus posibilidades futuras.
El gran ganador de la noche
Una cosa quedó clara en cuanto al destino que le tocó en suerte al partido que lidera Mauricio Macri con mano de hierro. Los votos del Pro le pertenecen al actual jefe de Gobierno porteño de manera concluyente.
Es cierto que muchos otros factores inciden en una elección y que nadie puede arrogarse en forma exclusiva los méritos de una victoria electoral, pero cuando el expresidente de Boca apostó en forma decidida por su principal espadachín, los números favorecían claramente a Gabriela Michetti. Quizás esa decisión fue la materia que Macri aún debía aprobar para convertirse en un líder político, una cualidad que muchos le negaban.
Otro ítem en que el Pro rindió examen fue la ratificación de que el partido realmente existe y que como tal posee una estructura política, un aparato electoral y una militancia que inciden en los resultados de una elección. De esa conjunción surgieron los votos que aportaron al triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en los comicios más comprometidos que jugó en su vida.
Tanta incidencia tuvo en esta interna el aparato partidario, que la mesa chica que conformó Larreta para auditarla se ocupó de la logística, de la campaña y del reclutamiento de los fiscales, en detrimento de Michetti, que jugó sin aparato, menos fiscales y con escasa militancia movilizada, confiando solo en su propia imagen, una ingenuidad política que pagó muy caro. En las internas de cualquier partido se gana contando los porotos, pero mucho antes se los busca, se los reúne y se los lleva hasta la mesa de votación, para eludir los patinazos inesperados.
En esta segunda etapa, que ya comenzó, la mayor preocupación de ambos sectores que se enfrentaron en la interna del Pro será la de encontrar los puntos comunes para encararla. Existen especulaciones sobre si una parte de los votos de la exvicejefa de Gobierno migrarán hacia Martín Lousteau, un candidato con el que esta guarda más acuerdos que divergencias.
Los propios operadores del jefe de Gabinete reconocen que si Michetti obtuvo el 20 por ciento, los acuerdos con ella son indispensables. Esto es política, y eso significa que habrá promesas de reservarle a la senadora algunas áreas de gobierno, quizás mantener a alguno de sus seguidores en sus puestos actuales y hasta reservarle un lugar destacado en la campaña en la que Mauricio Macri buscará llegar a la Casa Rosada.
Cuando el domingo moría, Horacio Rodríguez Larreta emergía como el gran ganador de la noche. De ahora en más luchará para ganar en primera vuelta, un objetivo que no se ve imposible para el Pro, que superó los 47 puntos, un resultado que quizás pocos esperaban. El restante número tres será, entonces, su inspiración para la campaña que se viene.
Lousteau desafía al Pro con su sola presencia
Martín Lousteau salió fortalecido en su rol de líder de Energía Ciudadana Organizada (ECO), un armado partidario que reúne a los radicales, a los socialistas, a la Coalición Cívica-ARI, al Partido Socialista Auténtico y a Confianza Pública, aunque quizás Graciela Ocaña haya obviado la consulta a sus congéneres para inscribir a este partido en la estrategia de ECO.
Estos se han manifestado algo disconformes con la actuación de la Hormiguita y hasta han pedido su expulsión de Confianza Pública, por lo que cunde entre sus filas una muy destacable suspicacia, que culminaría con la continuidad del viaje de la Linepithema humile hacia otras playas partidarias.
En cuanto a Lousteau, su actuación fue mejor de lo que sus propios partidarios esperaban. Fue el tercer candidato más votado, obteniendo guarismos muy cercanos a los de Gabriela Michetti, que solo lo superó por algo más de un punto (18,9 contra 17,8 por ciento), y de ahora en más se convertirá en el árbitro de la elección del 5 de julio.
Andrés Borthagaray, un arquitecto radical de sólida formación y antigua militancia pese a su juventud, presentó una candidatura testimonial que le dio color a la interna.
Existió en algún momento una cierta controversia con respecto al postulante a la vicejefatura de Gobierno que debe establecerse luego de las PASO, pero habría quedado saldada con el sostenimiento del acuerdo original, que ubicaba al lilito Fernando Sánchez en ese lugar, en detrimento de la Hormiguita, que en algún momento mostró sus pretensiones de ocuparlo, aparentemente sin éxito.
El desafío de Lousteau es mantenerse en el segundo lugar y, si hubiera balotaje, clasificar para entrar en él. No hay que olvidar que el “voto duro” del radicalismo, que durante 18 años fue prácticamente invencible en la Capital y hoy está disperso, puede volver a cohesionarse si un candidato vuelve a convocarlos con un discurso progresista no peronista. En su contra puede jugar la alianza que a nivel nacional mantienen Mauricio Macri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz, que lo coloca en una posición difícil de explicar para el electorado porteño y amenaza con diluirlo como alternativa opositora.
FpV: mantener el equilibrio en piso jabonoso
La campaña del Frente para la Victoria empezó tarde y tuvo escaso volumen propositivo. Los que salvaron los papeles fueron los esforzados militantes kirchneristas, que suplieron con su esfuerzo titánico las falencias de una publicidad deslucida.
Mariano Recalde se esforzó por mostrar al público su innegable capacidad de gestión, un ítem en el que fue secundado por otros integrantes de las listas del FpV, como Carlos Tomada. El joven candidato debió lidiar con los electores de un distrito en el que algunas de las mejores virtudes que la gestión del kirchnerismo puede exhibir, como la ampliación de derechos o la mejora en la distribución del ingreso, no son tan contundentes como en otras regiones del país, porque la mayoría de los porteños tiene sus necesidades básicas satisfechas.
Otro de los puntos en los que el FpV pagó fue en la profusión de listas, que, lejos de mostrar su diversidad, provocaron la fragmentación del esfuerzo. Solo Gabriela Cerruti, Aníbal Ibarra y Carlos Heller superaron (por muy poco) el 1,5 por ciento de los votos generales. Gustavo López, Víctor Ramos y Carlos Oviedo directamente se movieron en la franja del menos uno, que condena al infierno electoral a los candidatos –precandidatos, en esta instancia– testimoniales.
“No generamos una interna atractiva, como lo hicieron Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta”, reconoció Recalde, quien sostuvo que el espacio está “evaluando” quién lo acompañará en la fórmula como vicejefe/a de Gobierno.
Un festejo demasiado apresurado –cuando algunas voces ubicaban a Recalde en el segundo lugar– motivó el posterior desánimo de algunos militantes, que esperaban la obtención de cuatro puntos más. El 22 por ciento hubiera sido su nirvana. Algunos piensan que esta diferencia se habría logrado de haber votado todos los kirchneristas las boletas propias y no haber merodeado por otras internas, como aseguran que hicieron muchos.
El desafío que se propuso a sí mismo el kirchnerismo porteño es el de desbancar del segundo lugar a Lousteau, una tarea que no está exenta de riesgos y dificultades, teniendo en cuenta que será una cuesta arriba en un distrito que no suele deparar amabilidad para con los candidatos peronistas.
Los analistas “hacen” escenario
Alejandro Catterberg, uno de los directores de Poliarquía, opinó que “la estructura de preferencias de los porteños se mantuvo mayormente estable. El voto de Pro fue del 47 por ciento, casi la misma cifra que obtuvo Mauricio Macri en la primera vuelta de 2007, cuando obtuvo el 46 por ciento, y en 2011, que llegó al 47 por ciento. ECO, por su parte, logró un 22 por ciento de los votos y fue capaz de conservar el segundo lugar que logró Unen en 2013. Finalmente, el FpV hizo una elección inferior a las de 2007, que le significaron un 24 por ciento, y 2011, cuando consiguió el 28 por ciento, aunque en sintonía con la de 2013, cuando logró un 20 por ciento de adhesiones”.
Marcos Novaro, por su parte, anticipó que Macri, “más confiado, tal vez preste mayor atención a quienes desde la UCR, el peronismo disidente o sectores independientes le propongan formar una coalición amplia en la cual sostener una nueva mayoría nacional”.
Garras descubiertas
El camino recién comenzó, pero los felinos ya empezaron a utilizar sus garras. Lousteau lo cruzó con dureza a Rodríguez Larreta por el supuesto uso del aparato estatal en la publicidad oficial, y el jefe de Gabinete lo trató de mentiroso.
“Me sorprende que Rodríguez Larreta me acuse de mentiroso porque digo un dato que es muy fácil de contrastar en el Presupuesto de la Ciudad”, contestó Lousteau, que agregó que “entre 2007 y 2013 se duplicó la participación del dinero destinado a propaganda”.
Luego, Larreta declaró que la campaña de la basura fue una de las más efectivas, y el exministro de Economía de Cristina advirtió que esa “propaganda se utiliza para instalar candidatos, como lo demuestra el folleto de reciclado para basura con su cara”.
Mariano Recalde, por su parte, destacó que “es importante ver el pasado de todos los candidatos, pero sobre todo hay que pensar qué proponen para el futuro, qué modelo de país y de Ciudad defienden. En muy poco tiempo vamos a ver a Larreta y a Lousteau compartiendo el mismo espacio político, de cara a las elecciones presidenciales, acompañando a Macri, Carrió y Sanz. No es difícil imaginarse esa foto”, sostuvo.
“El frente que integran Carrió, Sanz y Macri para enfrentar al kirchnerismo a nivel nacional está representado en la Ciudad por Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau”, declaró el titular de Aerolíneas, intentando sostener al FpV como la única oposición y desbancar de ese lugar al economista.
La izquierda que superó la vara
De la múltiple oferta de los partidos de izquierda, solamente dos superaron en esta ocasión la barrera del 1,5 por ciento. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) y Autodeterminación y Libertad (AyL) volvieron a ser las ofertas de la izquierda que lograron superar la vara. La candidata del FIT, Myriam Bregman, obtuvo un 2,3 por ciento de los sufragios, mientras que Luis Zamora (AyL), el 2 por ciento. El objetivo de ambas fuerzas pasa por obtener el 5 de julio una banca en la Legislatura. En tanto que al cierre de esta edición de Noticias Urbanas, Claudio Lozano (Camino Popular) peleaba por lograr cruzar la barrera con el recuento definitivo de votos que se realizaba en la Legislatura porteña. Alrededor de 700 sufragios lo separan de su objetivo.