Martín Lousteau utiliza por estos días un dudoso documento de identidad, que se supone que lo sitúa en ECO, una opción política que fue construida de apuro sobre las ruinas de UNEN, pero disimula su pertenencia al universo Pro. UNEN fue una construcción que sus mentores políticos, Cristian Colombo y Enrique Coti Nosiglia, comenzaron a armar para Lousteau en los inicios de 2012, aunque luego, los mismos operadores del radicalismo levantaron, a fines de 2014, una alianza aún mejor, que reunirá en el mismo espacio a Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Lilita Carrió, que son lo mismo que Lousteau, pero a nivel
nacional.
UNEN, tras su lanzamiento del 23 de abril de 2014 en el teatro Broadway, se deshizo igual que la vieja grabación de la serie Misión Imposible (un nombre que describe a UNEN, si es permitido decirlo), que se autodestruía en cinco minutos, dejando una estela de pequeños agrupamientos que se dispersaron por distintas listas.
Una parte formó Sur-Gen, que obtuvo algo más de ocho mil votos, el 0,4 por ciento del total y otros/as dirigentes emigraron hacia otros destinos, como Virginia González Gass, que se fue con el kirchnerista Gustavo López. Pino Solanas, en cambio, decidió no apoyar a nadie, retiró a sus candidatos de la lista de Sur-Gen y decidió “desensillar hasta que aclare”, mientras el único legislador que aún le responde se unió al Frente Renovador, sin que se haya escuchado el verborrágico Solanas vertir ninguna crítica antes esta
actitud.
Esta confusión solo confunde a los electores pero no a Lousteau, que de esta manera busca captar su propio universo político, aunque su débil situación podría definir -ése es el peligro que lo acecha- que los porteños decidan votar al original (Rodríguez Larreta) y no a una confusa fotocopia, que sería el ex ministro de Economía de Cristina.
Lo más curioso es que el 19 de julio se realizará la segunda vuelta de la elección para jefe de Gobierno, en la que Lousteau y Rodríguez Larreta irán enfrentados y, si se repitieran los resultados de las PASO -algo que difícilmente ocurra-, apenas 20 días después, ambos serán aliados en las PASO nacionales, en las que se va a dirimir el liderazgo entre Macri, Sanz y Carrió. Esta circunstancia ubica a Lousteau en un espacio
político inexistente, porque disparar contra Rodríguez Larreta sería afectar a su propio proyecto nacional, que es prioridad para el radicalismo, del que forma parte.
Nosiglia y Colombo, fieles a su pasado reciente, interpretaron la mejor manera de prolongar la supervivencia al radicalismo, para lo que en 1999 forjaron una Alianza con el FREPASO, un partido que lideraba Carlos Chacho Álvarez, por entonces en ascenso. Esa misma práctica repitieron a fin del año pasado al convocar al Pro como aliado. Los matices que diferencian las ideologías del FREPASO y el Pro son minucias, que la derecha que representa este último considera superadas hace tiempo.
En resumen, Lousteau se presentó como el “candidato cool”, dando una imagen “decontracté” cercana a un ídolo del rock, para lo cual debería haber llevado como vice al “Cuino” Skornik, más que a Graciela Ocaña. De todos modos, esta contradicción entre su imagen y la deliberada confusión de su candidatura mezclan un cóctel expulsivo que va a derivar en una serie de fugas de votantes, que van a derivar favor de Rodríguez Larreta y la izquierda, ya que los votantes progresistas del radicalismo no desean votar al macrismo, que es lo que él mismo representa.
Lousteau, si hubiera sido coherente, debería haber sido el precandidato que terciara entre Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti. Por esta razón de los cinco candidatos que aún siguen en carrera, sólo cuatro son genuinos y representan una opción política concreta. Entretanto, Lousteau se debate en su dilema, que lo llevará a andar por el camino que hoy cuestiona, con apenas 20 días de diferencia.
