La fecha se aproxima. Es el 10 de junio, día en que los partidos políticos deberán presentar las alianzas electorales ante la Justicia. Para el frente UNA también es una jornada relevante porque sus dos contendientes, Sergio Massa y José Manuel De la Sota, realizarán el primer debate presidencial (aunque acotado) de la historia argentina. ¿Lo realizarán?
“Nosotros no podemos descartar nada”, dijo con una franqueza inusitada Malena Galmarini, convertida en una virtual cojefa de campaña, junto a su hermano Sebastián, Joaquín de la Torre, Graciela Camaño y Mario Meoni (Massa no pudo reemplazar a “Juanjo” Alvarez en una dirección única). Aquel politburó del Frente Renovador analiza por estas horas las últimas fichas que tienen para jugar, ya que, aunque el cierre de listas sea el 20 de junio, el margen de maniobra se acota mucho una vez que ya no se pueden presentar mas alianzas interpartidarias.
Por eso, Massa va ajustando detalles. Postergó para el lunes próximo la reunión que planificaba para este jueves en San Miguel, para llegar con más tiempo y con todos los dirigentes posibles. Y dejó trascender que el martes (tal vez en conferencia de prensa) comunicará qué rumbo final tomará.
Esa decisión estará marcada por el rechazo de Mauricio Macri a un pacto. Dos fuentes inobjetables del grupo más pequeño que asesora al presidenciable del PRO enfatizaron que las chances de un acuerdo “están prácticamente terminadas” y que “no hay nada de nada”. El ruido mediático impulsado por los interesados en la polarización, o en un gran frente anti K, ya demuestra ser sólo humo.
La facción que se impuso con contundencia de Marcos Peña y Jaime Durán Barba en contra de un acuerdo (que tiene el respaldo mayoritario al interior del PRO) comienza a encontrar aliados en dos dirigentes que veían con buen tino un pacto al menos acotado en la Provincia: Emilio Monzó y Jorge Macri. Ya nadie en el PRO aboga por una convergencia con el massismo.
Como muestra de la situación al límite que vive Massa, que busca a como dé lugar evitar una humillación electoral en octubre víctima de la polarización, está lo que ocurrió con su aliado, el gobernador de Córdoba. Esta semana algunas de sus espadas mediáticas pidieron que De la Sota sea su candidato a vicepresidente “para tener una fórmula más fuerte, y además que sea la representación del peronismo en una eventual gran PASO con PRO, UCR y la CC”, explicó Meoni.
Inmediatamente, el jefe de campaña delasotista, Carlos Caserio, salió al cruce rechazando esa posibilidad, algo que también hizo el gobernador vía Twitter. Al día siguiente, operadores massistas mantenían esa esperanza y, con desparpajo, reconocían que Massa en Córdoba (a donde fue este jueves) iba a pedirle a De la Sota que sea su vice.
Fuentes del massismo indicaron que eso ocurrió y hasta se atrevieron a decir que “parece que el Gallego aceptaría”. Consultado el entorno de De la Sota por dicha posibilidad, la misma fue rechazada tajantemente y hasta algunos voceros del gobernador ya destilaban veneno por la desprolijidad con la que se estaba manejando la mensaje político (unos más y van…).
A Massa le conviene un binomio con De la Sota porque lo fortalece de cara a octubre (seguramente teme que los votos cordobeses no se transfieran en suficiente proporción a él). No estaría de más pensar que también le asegura cierto financiamiento. De hecho, la semana pasada, uno de los economistas del FR comentaba: “Más allá de querer o no, que Massa siga con su candidatura depende de Bulgheroni, Eskenazi y Brito (en alusión a sus mayores aportantes de campaña que habrían empezado a abandonarlo)”.
Massa, hoy por hoy, tiene tres caminos. O sostiene su postulación presidencial en las PASO con De la Sota (o con él como vice, si logra convencerlo), o apuesta por la gobernación (o en el caso más lacrimógeno, por la intendencia de Tigre) con boleta presidencial de De la Sota y protegiendo a sus más leales para asegurarles un mejor caudal de votos en la Provincia, o la tercera y menos probable, se va a la casa y no compite a nada. Sólo restan cuatro días para saber el desenlace.